Fue 2014 el del otoño fatídico para el gobierno, en el que perdió la capacidad de marcar agenda y se limitó a reaccionar –de forma tardía y errática– a los acontecimientos. ¿Qué nos depara el 2015?     A 2014 le quedan unas horas de vida. A manera de brevísimo resumen, éste fue el año en el que el gobierno gastó más, particularmente en inversión física, pero la economía no respondió como se esperaba. Fue 2014 el del otoño fatídico para el gobierno, en el que perdió la capacidad de marcar agenda y se limitó a reaccionar –de forma tardía y errática– a los acontecimientos.   ¿Qué podemos esperar de 2015?   1. Paradoja de ingreso/gasto Con un precio del petróleo presionado a la baja, Petróleos Mexicanos (Pemex) podría perder una quinta parte de sus ingresos. Si a ello sumamos que el próximo año no se revertirá la persistente declinación en la producción, la eterna fuente de financiamiento del gobierno se verá significativamente mermada. Una cosa es que las coberturas garanticen el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) y otra que el bajo precio del petróleo no implique un golpe a las finanzas públicas. Paradójicamente, atravesaremos un ciclo electoral que, más allá de los resultados, implicará más dinero público –no necesariamente fiscalizable– en la economía. Es interesante analizar –Luis Rubio y Luis De la Calle lo hicieron de forma precisa en su libro Clasemediero– cómo los ciclos electorales están correlacionados con un mayor ingreso disponible para las familias. Es una terrible realidad que refleja cómo el paternalismo sobrevivió a la alternancia política: los partidos políticos y gobiernos –federal, locales y municipales– gastan tanto en campañas, que incluso las cifras de pobreza pueden registrar desajustes a la baja.   2. Nuevos enemigos públicos “Los Templarios” y las autodefensas son cosa del pasado. Tras la captura del “Chapo” Guzmán no quedan grandes nombres por encarcelar. La disidencia magisterial y sus vínculos con la guerrilla en tres estados del sur del país (Chiapas, Guerrero y Oaxaca) concentrarán la atención del gobierno y también sus esfuerzos mediáticos. La retórica de la paz y la concordia tendrá en la CETEG a su medio de contraste. Cuestión de tiempo. Los conflictos sociales de larga duración generan en la opinión pública mexicana un efecto contradictorio. La lucha ciudadana por la seguridad y la libertad se torna un permisivo llamado al orden.   3. El PRI retendrá la mayoría relativa en la Cámara de Diputados En una democracia liberal consolidada, el PRI tendría perdida la elección intermedia. Los números rojos en la popularidad presidencial se reflejarían inmediatamente en la intención de voto por su partido. En México, la historia es diferente. El PRI ha perdido terreno frente al PAN –beneficiario natural de la situación persistente, pero ausente de autoridad moral para usufructuar el momento–, pero sigue estando a la cabeza de las preferencias. La composición de la Cámara de Diputados no se alteraría: el PRI y su aliado, el Partido Verde, retendrían la mayoría relativa, el PAN se mantendría como segunda fuerza y el PRD canibalizaría votos con Morena. ¿Por qué es previsible este escenario? Porque el descrédito es de la clase política y común denominador de la representación pública. Tendremos un abstencionismo históricamente alto –Gea-Isa adelanta una cifra que ronda 70%–, con lo que cada voto emanado de la maquinaria electoral local, es decir, el sufragio que es cooptado vía programas sociales, dádivas, compromisos, amenazas veladas o abiertamente comprado el día de la elección, tiene un peso mucho mayor. Con este resultado, más las gubernaturas que el tricolor logre retener, la administración de Enrique Peña Nieto salvará la cara en términos electorales, y evadirá también con ello la responsabilidad de tomar el pulso de la nación.    4. Proyectos de infraestructura en jaque La cancelación de la licitación del tren México–Toluca fue un precedente negativo en términos de seguridad jurídica para la inversión. No entremos en detalles: para el registro internacional, en México se cancelan proyectos de más de 50,000 millones de pesos a punto de firmar contrato, por “dudas” en la prensa. El tren es lo de menos. Lo que está en juego es la percepción de los potenciales inversionistas del sector energético, que, en un entorno internacional de incertidumbre y volatilidad, perciben un país en el que la ley es una sugerencia, no un mandato. Percepción que se queda corta ante la realidad nacional, en la que el Estado de Derecho es línea obligada de los discursos, concepto etéreo compartido, que nadie atina a proteger en los hechos. En ese marco, ¿cuántos proyectos contemplados en el Plan Nacional de Infraestructura –y sus ambiciosos 7.7 billones de pesos hacia 2018– habrán de posponerse porque tiemble la mano del funcionario que firma la licitación? ¿Cómo seguir adelante con la ejecución del aeropuerto, sin la legitimidad política y la “inercia eficaz” de los dos años previos? ¿Cómo reasignar a la empresa china China Railway Construction Company el contrato para construir el tren México–Querétaro, tras el escándalo que ha cimbrado al Ejecutivo? ¿Cómo articular un plan de infraestructura tan ambicioso y en tiempos tan apretados, con tanto miedo a una nueva crisis?   2015 no será un año fácil. Aunque los bajos precios del petróleo pueden acelerar la demanda de manufacturas mexicanas en Estados Unidos, es difícil prever un crecimiento que se aleje del promedio de la última década. La insatisfacción social mutará en polarización política, un escenario mucho más cómodo para el gobierno, que el que ha debido enfrentar al cierre de 2014. La crisis de legitimidad sobrevivirá las fiestas navideñas. El enriquecimiento inexplicable de quienes detentan temporalmente el poder cruza con el empobrecimiento explicable y permanente de la mayoría. La burla sistémica a la ley seguirá siendo la brecha que separa a ciudadanos y representantes en 2015; al menos, hasta que los segundos lo entiendan.     Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @JoseLuis_Anton Facebook: Jose Luis Anton       *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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