El 2017, un año complicado para México
No podemos dejar de señalar la necesidad de disminuir la deuda pública, activar el mercado interno y asegurar el Estado de derecho que merecemos los mexicanos.
Por María F. Fonseca Paredes
Ante el panorama mundial de incertidumbre, es preocupante el Paquete Económico para 2017, que no garantiza en absoluto la capacidad del gobierno federal para continuar con la implementación de políticas públicas que hagan realidad el desarrollo social y económico tan anunciado al momento de aprobar las reformas estructurales de la actual administración.
Se habla de una “reingeniería” del gasto público, cuando, en realidad, se percibe como un ejercicio regresivo y de poca maniobra para impulsar nuestra economía interna, vía generación de empleos, seguridad social, educación, administración transparente de recursos y legalidad. La baja productividad y la caída en los precios del crudo mexicano (ingresos petroleros) hacen que la apuesta esté apuntalada en los ingresos tributarios que, en efecto, van en aumento, pero aún son insuficientes para balancear la carga que, por materia de deuda pública, se hace sentir.
Son ya cuatro años de la actual administración y el escenario para 2017 no cambia. Las expectativas siguen sin coincidir con nuestra realidad económica y social. Los índices de bienestar no mejoran y nuestras autoridades no reaccionan ante las oportunidades. Para 2017, se han presupuestado egresos cercanos a los 5 billones de pesos (bdp), lo que equivale a casi 24% de nuestro Producto Interno Bruto (PIB), y se prevé un déficit presupuestario de casi 500 mdp. En cuanto a los ingresos, se estima un aumento de casi 1% del PIB con respecto a 2016, impulsado por el Impuesto Sobre la Renta (ISR) y el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), aunque se advierte una disminución del 15% en los ingresos petroleros en términos reales.
El Presupuesto de Egresos contiene la política de gasto y las previsiones de recursos para la Administración Pública Federal, así como las erogaciones que, en el marco de su autonomía, solicitan el Poder Legislativo, el Poder Judicial y los órganos constitucionales autónomos federales. Es importante revisar la forma que tiene el gasto público de establecer, de manera sistemática, los proyectos productivos y el programa para el logro de resultados ofrecidos a la ciudadanía.
El gasto público puede clasificarse de varias formas; una de ellas, y la más común, es la que considera el gasto programable y no programable. El gasto programable se refiere al componente del gasto público que hace posible la operación del gobierno federal en materia de educación, bienestar social (salud y pensiones), infraestructura carretera, etc. El gasto no programable es, por otro lado, el gasto público destinado al cumplimiento de obligaciones tales como el pago de la deuda pública, apoyos a las entidades federativas y municipios, etc.
Así, del gasto público para este año, 3.5 bdp están en el rubro del gasto programable, que incluye gasto corriente, pensiones y jubilaciones, y gasto de inversión. Y como gasto no programable se tienen contemplados 1.3 bdp.
Al poner la lupa un poco más cerca del componente programable, pareciera que éste beneficiará a las entidades federativas con respecto al desarrollo de proyectos de inversión e infraestructura, siempre que ya se cuente con estudios de viabilidad y sus permisos correspondientes. De lo contrario, dichos recursos podrán ser reasignados a lo largo del ejercicio fiscal.
Con todo esto, y ante un panorama internacional difícil, debemos estar preparados para enfrentar un crecimiento económico por debajo del 2% al final de 2017. Aun con una tendencia al alza en los precios del petróleo, la permanente volatilidad de nuestra moneda y una inflación mayor al 3%, no podemos dejar de señalar la necesidad de disminuir la deuda pública, activar el mercado interno y asegurar el Estado de derecho que merecemos los mexicanos. Es momento de actuar como nación y aprovechar la adversidad para comprometernos más con nuestro rol en la sociedad. Basta ya de esperar a que las cosas ocurran con el ejercicio de otros.
María F. Fonseca Paredes es directora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey, campus Edomex.
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