El dólar algún día dejará de ser la moneda de reserva, y también en algún momento dejará de existir. El oro incluso entonces seguirá siendo el último gigante de pie.   El oro y la plata comenzaron este año con alzas importantes de precio que a muchos atrajo. Sin embargo, desde entonces a la fecha la tendencia a la baja que ambos iniciaron en 2011, fue retomada. Hay varias razones para ello. La primera y fundamental es el interés de los poderes que quieren que el dólar continúe siendo la divisa de reserva mundial, a pesar de los desafíos futuros que enfrentará, por ejemplo, de divisas en ascenso como el yuan (renminbi o RMB) chino. Para lo anterior, resulta indispensable para esos intereses poderosos que el “sol” del sistema monetario que es el oro, mantenga deprimidas sus cotizaciones con el ánimo de dar apariencia de fortaleza a la moneda estadounidense. Como ha afirmado el Prof. Antal Fékete –fundador de la Nueva Escuela Austríaca de Economía-, en última instancia el dólar vale porque puede (todavía) ser cambiado por oro. Lo que el profesor ha querido decir es que, si y cuando el dólar sea repudiado –como lo han sido el 100 por ciento de las divisas fíat (de papel) que han existido en el pasado-, ese intercambio de billetes verdes, en el mejor de los casos, será a “precios” que hoy nos parecerían ridículos. No por nada el experto analista internacional Jim Rickards, estimó este año en exclusiva para este blog que “el verdadero precio del oro está entre 10 mil y 50 mil dólares”. Pero en el peor de los escenarios, que es posible y muy probable, ante un colapso del sistema monetario global el dólar perdería su valor y cesaría la posibilidad alguna de cambio de dólares por oro. En ese escenario catastrófico, la gente hará a un lado la negociación en divisa para pasar al intercambio de mercancías y servicios por determinada masa de oro (gramos, miligramos, onzas, etc.). Es decir, en los hechos, se habrá vuelto al trueque. La razón de lo anterior es que a diferencia del “dinero” de papel, el dinero real es un activo tangible. El oro y en segundo lugar la plata, representan en este sentido las dos “materias primas” (commodities) más demandas por el público en el mercado. Esto queda evidenciado cuando se revisa que ambas son, de modo respectivo, las commodities con la mayor y segunda mayor ratio de existencias/flujo. En otras palabras, los inventarios de ambas con respecto a su producción anual son los más elevados en proporción con respecto a todas las demás materias primas. Esto se debe a su elevado valor. Dicho valor proviene –como ha explicado Carl Menger, fundador de la Escuela Austríaca de Economía en “El Dinero” y “Sobre el origen del dinero”- de una demanda permanentemente insatisfecha por parte del público, que lo quiere. Hay quien confunde esto con que lo que da valor al oro es su escasez. No es la escasez per se, sino el apetito, la demanda perenne de la gente sobre un activo que no se puede multiplicar sin límites. Las personas en todo momento quieren más y más oro, no menos. Su valoración de la última unidad de oro que recibe es casi tan elevada como la primera. De ahí que el Prof. Fékete afirme que para fines prácticos la utilidad marginal del oro sea constante. Gracias a ello, el oro y la plata fueron encumbrados por el libre actuar de las personas en el mercado como el dinero por excelencia. La demanda siempre insatisfecha, pues, es la que encumbra al oro como el “sol” del universo monetario –como bien le ha llamado Hugo Salinas Price-, y es la responsable de que casi todo el que se produce en las minas sea acumulado –no consumido-, ya sea en forma de joyas, monedas, barras o lingotes. La función del oro es la de ser DINERO. Nada más, pero nada menos. Así que a lo que nos referimos con normalidad como el “precio” del oro, es en realidad otra expresión del verdadero precio del dólar, que se mide en miligramos de oro. Aquí expusimos este año cómo la tendencia del precio del dólar medido en oro es abrumadoramente a la baja, lo que refleja primero su pérdida de valor de largo plazo, y segundo, su inevitable rumbo hacia el “cambio cero” de dólares por oro. El “valor” del dólar, al final del camino, será exhibido igual que el de todas las divisas que yacen en el cementerio de la historia: cero. El dólar algún día dejará de ser la moneda de reserva, y también en algún momento dejará de existir. El oro incluso entonces seguirá siendo el último gigante de pie. Para desgracia de los intereses que quisieran desaparecer al oro y la plata del universo monetario, o en su defecto hacer que la gente los echara a la basura, la depresión de sus precios tiene límites. A los niveles actuales –como hemos dado seguimiento permanente aquí en 2015-, sigue habiendo “escasez” de ambos metales en el mercado de futuros (backwardation). Esta anomalía se dispara a niveles históricos entre más caen los precios, lo que cada vez hace más difícil que sus tenedores regresen a ofrecerlos. Perciben que sus activos valen más que lo que se ofrece por ellos en fíat. Es esta reticencia a atraer oro y plata la que está por establecer los pisos en sus “precios” en dólares, sin dejar de lado que en el escenario planteado de posible caos monetario, incluso a cotizaciones superiores será cada día más difícil que el público acceda a vender sus lingotes en el mercado. Sobre la segunda razón fundamental para la caída de precios del oro y la plata y las expectativas para 2016, abundaremos en la siguiente entrega. No se la pierda.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @memobarba Facebook: Inteligencia Financiera Global Blog: GuillermoBarba.com Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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