La compañía diseña la mayoría de los chips que alimentan los teléfonos inteligentes Android de gama alta, pero ese negocio se desacelera cada vez más. Éste es el plan de su CEO para salvar a la compañía.   Por Aaron Tilley Steve Mollenkopf tuvo en 2015 uno de esos años no uno no desea volver a vivir en mucho tiempo. El CEO de Qualcomm, la firma que de semiconductores con sede en San Diego que desarrolla la tecnología sobre la que corre la mayoría de los teléfonos inteligentes de gama alta, perdió a Samsung como cliente ese año, tuvo dificultades para recaudar los derechos de licencia de los gigantes de la telefonía chinos, lidió con rumores de sobrecalentamiento en su línea de procesadores de gama más alta y escapó –por poco– a un intento de escindir la empresa, una propuesta empujada por el fondo de cobertura activista Jana Partners. Los ingresos para el año cayeron 5% a 25,300 millones de dólares (mdd), y las utilidades se redujeron 34% a 5,300 millones. Desde que Mollenkopf relevó en el cargo de CEO hace dos años a Paul Jacobs, hijo del cofundador de Qualcomm Irwin Jacobs, las acciones han perdido casi 32%, llevándose con ellas más de 42,000 mdd en valor de la compañía, y la mayor parte de esa pérdida ocurrió durante el último año. “La empresa tiene 31 años, y yo he estado aquí 21 de ellos”, dice Mollenkopf, reclinándose en la silla de su oficina en un típico día soleado en San Diego a finales del año pasado. “Durante los primeros 29 años, ha habido un crecimiento casi infinito en el negocio de teléfonos móviles. Ese mercado ha dominado en verdad nuestro negocio.” Pero ahora el mercado ya no crece como antes. Los volúmenes de la industria crecieron 13% el año pasado, una marcada desaceleración frente al 24% de 2014. Todos los fabricantes de teléfonos Android de gama alta (es decir: los mayores clientes de Qualcomm) como Samsung, LG, Sony y HTC enfrentaron desaceleraciones graves, y la única empresa que tiene ganancias sustanciales en sus teléfonos inteligentes es Apple, que compra a Qualcomm componentes menos costosos para sus equipos. Los altibajos son parte de la historia de Qualcomm. Cada vez que la tecnología inalámbrica ha dado un salto generacional –de lo analógico a lo digital, y luego del 3G al LTE– Qualcomm se ha subido a esa lucrativa ola gracias a que sus patentes cubren gran parte de la propiedad intelectual clave detrás de esa etapa de la tecnología celular. Mollenkopf supervisó los aspectos cruciales de muchas de estas transiciones. Lideró el negocio de chips durante el lanzamiento del 4G y fue presidente y director de operaciones cuando la compañía lanzó sus procesadores Snapdragon. “La gente decía que Qualcomm era una empresa de un solo producto”, dice Mollenkopf. “Creo que demostramos que estaban equivocados.” Pero después de cada transición, a menudo Qualcomm pierde impulso. La siguiente gran transición, la del LTE a la quinta generación inalámbrica (5G), no se concretará sino hasta 2020. Qualcomm parece estar ganando de vuelta algunos negocios de Samsung en ciertos mercados con la próxima versión de Snapdragon, pero el daño ya está hecho. Cuando abandonó a Qualcomm, Samsung demostró que era perfectamente capaz de fabricar su propio chip para smartphones de gama alta para los mercados occidentales. “Qualcomm tiene las mejores chips móviles en el mundo, pero la diferencia con la competencia es cada vez más estrecha”, dice la analista de Bernstein Research Stacy Rasgon. Mollenkopf, a quien sus colegas consideran “cerebral” y “profesoral”, ha tomado algunas medidas para bajar a Qualcomm de la montaña rusa de los teléfonos inteligentes. Ha enfocado a sus ejecutivos en nuevos mercados: Anand Chandrasekher en servidores, Patrick Little en automotriz y Raj Talluri en drones y dispositivos conectados a Internet, como focos, termostatos y relojes. La división de chips móviles también recibió su propia remodelación: Mollenkopf se deshizo de la confusa estructura de copresidencia y promovió a Cristiano Amon como presidente único a finales del año pasado –y degradó a Murthy Renduchintala, quien rápidamente fue robado por Intel para una nueva e importante posición ejecutiva. Hace 10 años, el CEO de Qualcomm podía contar con los dedos de manos y pies los clientes que importaban –tal vez un par de decenas de fabricantes de teléfonos móviles y compañías de redes de telecomunicaciones–. En estos días, Mollenkopf tiene que hablar con los CEOs en todas las categorías principales de productos de consumo. “Tenemos la tecnología que esas empresas necesitan, sólo tenemos que encontrar la manera de atender a esas 15 industrias diferentes que buscan aprovecharlas”, dice Mollenkopf. “No es distinto a la milicia, necesitas un gran ejército para perseguir a las fuerzas en tierra, y necesitas submarinos y barcos para enfocarte en nuevos mercados. Eso es básicamente lo que estoy haciendo con la empresa.” En 2014, la venta de chips fuera de la industria de la telefonía dejó a Qualcomm ingresos por alrededor de 1,000 mdd, o 5% de su negocio de semiconductores (que genera aproximadamente dos tercios de sus ingresos totales). Mollenkopf espera que esa participación se eleve a 10% este año, o 1,700 mdd. El segmento automotriz ha comenzado a dar frutos con el anuncio de que los modelos 2017 de Audi vendrán equipados con chips de Qualcomm para alimentar sus sistemas de infotainment. Pero ninguno de estos nuevos mercados puede entregar volúmenes similares a los del smartphone. La industria del automóvil vendió 80 millones de vehículos en todo el mundo en 2014, en comparación con los 1,500 millones de teléfonos vendidos. Los drones fueron una industria de 400,000 unidades en 2015, según investigación de mercado de la CEA. A Rasgon aún le preocupa que el equipo ejecutivo viva en la negación. La dirección ha guiado sus estimaciones de ganancias por debajo del consenso de Wall Street en 11 de los últimos 12 trimestres. La industria global de semiconductores se está desacelerando y consolidando, y la mayoría de los competidores de Qualcomm ha logrado rápidamente comprar su camino al crecimiento. La industria de los semiconducotres reportó 145,000 mdd en fusiones y adquisiciones en 2015, frente a los 46,000 millones del año previo, según Dealogic. Algunos de los más grandes incluyen una fusión de 40 mdd entre NXP y Freescale, la compra de Avago Technologies por parte de Broadcom por 38,000 mdd, y la adquisición de Altera por parte de Intel en una transacción valuada en 16,700 mdd. ¿Y Qualcomm? Pagó 2,400 mdd en agosto por CSR, un líder del mercado de chips de radio Bluetooth para autos. “Hasta hace poco, el director de Qualcomm había estado ajeno a la naturaleza de la situación”, dice Rasgon. “Steve y toda la dirección se tardaron en reconocer los cambios estructurales en el mercado. Engordaron, callaron y fueron felices.” Con el precio de las acciones en 45 dólares, Rasgon todavía no está segura de que hayan tocado fondo. Qualcomm se toma más en serio las adquisiciones, y ha contratado a Brian Modoff de Deutsche Bank Securities para dirigir el departamento de Fusiones y Adquisiciones que reporta  directamente a Mollenkopf. Pero es probable que Modoff descubra que ya no queda una gran cantidad de jugosos objetivos de adquisición. “Nuestra cultura es una de cambios y exploración”, dice Mollenkopf. “En nuestra historia de 30 años, éstos probablemente se encuentran entre los problemas más difíciles que hemos tenido que resolver. Dicho esto, creo que hemos logrado superarlos.”

 

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