Por Gabriel Goldschmidt Casi todas las semanas, en América Latina se anuncia con bombo y platillos un nuevo proyecto de infraestructura. Autopistas, parques eólicos, centrales hidroeléctricas, transportes urbanos, puertos y mucho más. ¿Cuántos de estos anuncios se harán realidad? Lamentablemente, muy pocos. La razón es sencilla: si bien las aspiraciones y necesidades de infraestructura son enormes, en estos momentos los presupuestos públicos son limitados y el sector privado no juega un papel importante en estos proyectos. Debemos lidiar con ciudades congestionadas, opciones de transporte deficientes y costos energéticos elevados. América Latina no cuenta con la infraestructura necesaria para fortalecer sus economías. La región invierte en infraestructura entre 2 y 3% de su producto interno bruto (PIB), un promedio anual de 120,000 millones de dólares (mdd). Necesitamos al menos duplicar esa cifra para alcanzar las metas de crecimiento, mejorar la productividad y profundizar nuestra integración a los mercados. Las economías con infraestructura moderna ofrecen más oportunidades y mejor calidad de vida a su población. En toda la región, la baja inversión en infraestructura influye en la productividad y en la creación de empleo. Esta situación se ve agravada porque América Latina es la región más urbanizada del mundo, con ocho de cada 10 habitantes viviendo en ciudades. Las preguntas clave aquí son: ¿Cuáles son las medidas que pueden contribuir a impulsar un desarrollo efectivo de la infraestructura? ¿Qué papel podría tener el sector privado? ¿Cuáles son las fuentes de financiamiento al alcance? Existen ejemplos positivos en la región, pero claramente queda mucho por hacer.
  1. Los gobiernos deben crear un entorno regulatorio estable para asegurar a los inversionistas que no se cambiarán las reglas del juego una vez que éstos se hayan comprometido con un proyecto. Un ejemplo positivo es Perú, donde, basado en la Constitución de 1993, en los últimos 20 años se ha establecido un marco legal estable para atraer capital. Los resultados: el país ha logrado una inversión privada de 14,000 mdd en 31 proyectos de transporte. En Colombia, la ley sobre asociaciones público-privadas de 2012 creó mecanismos de licitación transparentes y claros.
  2. América Latina debe planificar cuidadosamente. A menudo es tentador ejecutar con rapidez un proyecto urgente. Sin embargo, apresurarse en la preparación de un puerto, una carretera o un túnel que puede tener una vida útil de 100 años o más, es pan para hoy y hambre para mañana. Para que la infraestructura sea adecuada, debe ser sostenible en el largo plazo.
  3. El sector privado puede jugar un papel esencial para solucionar el déficit de infraestructura de la región. América Latina debe examinar cómo atraer vastas sumas de capital de fuentes que todavía no han sido utilizadas y estudiar nuevas plataformas para manejar riesgos y facilitar financiamiento a largo plazo. Según algunos informes, los fondos de pensiones —que constituyen una fuente esencial de ahorro interno en América Latina— invierten apenas el 1% de su cartera en infraestructura en todo el mundo. De la misma manera, solamente 2% de los activos de las aseguradoras internacionales se destina a infraestructura.
México, por ejemplo, ha adoptado una solución innovadora, conocida como Fibra E, para movilizar fondos privados que puedan destinarse a proyectos de infraestructura. Es un instrumento que opera como fideicomiso público y que permite que actores privados, como fondos de pensiones, inviertan en proyectos de infraestructura existentes que generan ingresos en efectivo. En este contexto, los bancos multilaterales de desarrollo pueden apoyar a los gobiernos a evaluar distintas opciones. Estas organizaciones pueden asesorar a los gobiernos para fomentar las inversiones privadas a través de la reducción de riesgos, en particular en tipos de proyectos poco usuales para el sector privado en la región. Los bancos multilaterales deben desplegar sus conocimientos globales y ayudar a implementar soluciones que han sido exitosas en otras regiones, así como desarrollar plataformas innovadoras para movilizar nuevos financiamientos. Con mucha frecuencia se considera que la infraestructura es un gasto. En realidad, es una inversión esencial para la calidad de vida. Aprovechemos la capacidad del sector privado para desarrollar la infraestructura que América Latina necesita y que conduzca a una mayor prosperidad para todos.
Gabriel Goldschmidt dirige las inversiones en infraestructura en América Latina y el Caribe en la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés).   Contacto: Twitter: @IFC_LAC Facebook: IFC – International Finance Corporation Página web: IFC – International Finance Corporation   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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