La mercadotecnia política no garantiza el triunfo en una elección, y menos en un país dividido y enrarecido por la delincuencia, la corrupción y la crisis económica. Si un candidato quiere ganar hoy, deberá dejar de lado las campañas tradicionales y buscar nuevas rutas.   Para un año en el que habrá elecciones para nueve gubernaturas estatales, 903 ayuntamientos municipales, 639 diputados locales y 500 federales, el ambiente no podría estar más enardecido. Constante violencia en varios puntos del país, el crimen organizado que ocupa los vacíos de poder en gobiernos locales, la desaparición y (presunto) asesinato de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, protestas y creciente descontento social, acusaciones de corrupción y conflictos de interés, casas de funcionarios compradas a contratistas del gobierno, una economía débil y con pocos incentivos para repuntar, el peso depreciándose frente al dólar, divisiones entre los partidos de oposición y delegados chocando autos de proveedores componen el panorama que tendrán en la mente muchos electores, y que les hará preguntarse si vale la pena o no presentarse a las urnas el 7 de junio. En las elecciones de 2012, la participación de votantes fue de 63%, mayor que las de 2006, de 58%. Pero en las elecciones intermedias la tendencia se invierte; en 2009, el abstencionismo fue de 55.4% a nivel nacional. En algunos casos, como Baja California, llegó hasta 70%, según cifras del extinto Instituto Federal Electoral (IFE). Hay otra mala noticia para quienes se presenten a un cargo de elección popular: ni el voto duro (el que ejercen los militantes y simpatizantes de un partido) ni el de castigo (el que se niega al partido apoyado con anterioridad) serán suficientes para que un candidato gane las elecciones, asegura Jordi Segarra, experto en comunicación política y director de la consultora El Equipo de Campaña. Para los mexicanos, los partidos políticos son las instituciones más corruptas, de acuerdo con el Barómetro Global de Corrupción 2013, publicado en 2014, de Transparencia Internacional. Con todos estos factores en contra, ¿cómo puede un candidato atraer los votos de la gente? La mercadotecnia política no garantiza el triunfo en una elección, pero llevar una campaña de forma tradicional aumentará las probabilidades de perder, dice Segarra. A continuación te dejamos las 5 nuevas reglas para que un candidato gane una elección este año:   1. Fin de la partidocracia Antes, presentarse con un partido de determinado color daba tres cuartas partes de la victoria. Esto pesará cada vez menos en los comicios. “El candidato que se presente a un puesto de elección popular tendrá que enfrentarse a un grado de descontento más grande de lo habitual frente a los políticos. Con estas coyunturas, es irremediable que en las campañas pesará menos el partido y más la persona”, afirma Jordi Segarra, quien ha sido asesor en 11 campañas presidenciales. También resalta que los ganadores de las elecciones serán quienes se centren en el ciudadano y no en las grillas de los partidos.   2. El mensaje Lo más importante de la campaña es el mensaje, qué es lo que va a decir y cómo lo va a comunicar. “No sólo importa que el candidato tenga muy buenas razones, sino que sepa cómo comunicarlas”, dice Jordi Segarra. Luis Costa Bonino, asesor en las campañas de Ollanta Humala, José Mujica y Andrés Manuel López Obrador, señala en su manual de marketing político que es fundamental para su equipo, meses anteriores a las elecciones, saber cuáles son los sectores sociales más receptivos a su mensaje y en qué puntos debe redoblar sus esfuerzos de comunicación.   3. La estrategia y la táctica Para armar la estrategia, Costa Bonino señala en su manual que es muy importante saber a quiénes y en qué tono el candidato debe dirigir sus mensajes, saber cómo piensan y en qué basan sus decisiones de voto. La consultora El Equipo de Campaña define la estrategia en cómo los fines (objetivos) serán alcanzados a través los medios utilizados (recursos). La táctica se refiere al cómo, donde entra qué tipo de contacto se tendrá con el elector. Desde el triunfo de Obama con su campaña de 2008, en que se dio gran relevancia a las redes sociales, las demás campañas también pusieron énfasis a este punto, aunque dependiendo del lugar debe valorarse qué importancia cobrará. “De poco sirve tener tu campaña en las redes sociales si al lugar al que contiendes el grado de penetración de Internet es de 5%. Antes y ahora el medio dominante será el contacto directo con los electores”, afirma Jordi Segarra.   4. Manejarse en ambientes hostiles Costa Bonino salió de la campaña de López Obrador cuando trascendió en los medios un video de él hablando con empresarios sobre las necesidades financieras de la campaña y pidiendo apoyo, un evento que se le conoció como el charolazo. Ya sean videos o actitudes del electorado, el candidato puede verse inmerso en ambientes hostiles. No hay una receta para enfrentarlos, pero la mejor forma de hacerlo, de acuerdo con Segarra, es investigar todo el entorno en el que te vas mover, y a partir de ahí vislumbrar el escenario en el que se va a desenvolver. “Yo creo que una buena estrategia es prepararnos para cuando las cosas pasen, no por si las cosas pasan.”   5. Nunca ignorar las crisis Cuando ocurrió la tragedia nuclear de Chernobyl, Ucrania, en 1986, la Unión Soviética trató de ocultar el hecho a los mismos países comunistas. Hoy, algo así sería imposible. Ni siquiera pasó inadvertido cuando el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, quedó retratado en un video abofeteando a un colaborador en un acto. Con la profusión de las redes sociales, lo peor que se puede hacer es ignorar o minimizar una crisis. “En una crisis, si tú callas, otros hablarán por ti. Otros tomarán versiones que no son la tuya, creerán en las versiones de terceros, y cuando tú abras la boca será tarde porque la gente se habrá hecho a una idea. Callar no es una buena idea”, advierte Segarra.

 

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