A diversificar las relaciones exteriores
El país ha superado tiempos difíciles y esta vez no es la excepción, requiere de políticas integrales para fortalecer el mercado interno y mantener las estructuras de la economía en equilibrio.
La nueva era de proteccionismo que enfrenta el mundo obliga a las naciones a diversificar sus mercados, a potencializar sus ventajas competitivas y comparativas, y a construir nuevas relaciones exteriores basadas, no sólo en términos de intercambio, sino en múltiples interacciones para contar con políticas integrales holísticas, más que en simples acuerdos comerciales.
El tema no es nuevo; desde hace 40 años, en Consultores Internacionales SC, hemos insistido en la necesidad que tiene el país de diversificar su comercio, de fortalecer sus relaciones con diferentes regiones del mundo y de contar con sistemas de integración más completos en diferentes temáticas.
El proceso de cambio que se ha iniciado en Estados Unidos, donde un nuevo proteccionismo parece ser la política principal, además de que ha generado una profunda incertidumbre por el proceso de globalización, obliga al país a salir de su zona de confort y a generar nuevas cadenas productivas, así como enlaces de valor con otras regiones del mundo.
La renegociación del TLCAN es un tema inevitable en 2017, pero no debe hacerse sólo en términos de mercancías, sino de una manera integral en servicios, tecnología y, sobre todo, fuerza laboral. A su vez, México tiene acceso prácticamente a todas las regiones del mundo; sin embargo, la dependencia económica deformada con el 82% se concentra con Estados Unidos.
Ante el escenario económico que viene, la política de relaciones comerciales de nuestro país debe tener un enfoque de largo plazo y con una vocación industrial y de servicios, por lo que México requiere un excelente equipo negociador, capaz de modernizar el TLCAN, con impulso al sector energético (petróleo y energías limpias) que, además, incluya a productores rurales y a las cadenas de valor de las agroindustrias.
Al interior, se debe tener una política industrial dinámica y flexible, que aumente la productividad y competitividad nacionales, y fomente las cadenas productivas regionales. Asimismo, es necesario contar con una política hacendaria integral, con incentivos fiscales a la inversión productiva, reducción de impuesto a empresas, IVA generalizado y devolución de impuestos a la población de menores ingresos y con apoyo financiero a Pymes.
Para emprender este proceso, es fundamental aprovechar nuestra amplia red de tratados comerciales y no limitarnos a promover exportaciones a Asia, Centroamérica, Sudamérica, Europa y África, y consolidar alianzas estratégicas en temas diversos, para generar una robusta red de relaciones internacionales.
El cambio de paradigma implica que México cuente con alianzas estratégicas, lo mismo con China, Japón, Alemania, Brasil o el Reino Unido, que con Centroamérica, Nigeria o Camboya; esto incluye temas comerciales, turísticos, tecnológicos, medio ambiente, seguridad alimentaria, migración y otros que se convertirán en catalizadores de crecimiento.
El mundo vive tiempos líquidos, donde hay un cambio en la estructura del Estado-Nación y un poder global con políticas locales, con desaceleración del ritmo económico y un cambio en las posturas comerciales provenientes de las naciones más desarrolladas; el miedo a políticas proteccionistas crece y el rumbo de la globalización es incierto.
Si bien el entorno actual se caracteriza por menores flujos de capitales a la inversión, con una reducción del comercio, depreciación de los tipos de cambio frente al dólar y volatilidad de los precios del petróleo, el país no puede esperar. No hay más pretextos y debemos hacer la tarea completa.
De llevar a cabo esta política integral holística, México poseerá el potencial para que su economía crezca a tasas del 4.0% y pueda dejar atrás la moderada expansión promedio de 2.0%, observada en los últimos 10 años.
El país ha superado tiempos difíciles y esta ocasión no es la excepción, pero requiere de un mayor esfuerzo y de políticas integrales para generar empleos de calidad, abatir la pobreza, fortalecer el mercado interno y mantener las estructuras de la economía en equilibrio, además del atractivo a la inversión.
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