La impresión 3D permite fabricar un producto en el lugar en el que es vendido y crear bienes sólo para las necesidades locales en los volúmenes necesarios.   Por Joann Muller   Actualmente hay una conversación generalizada y contagiosa sobre la fabricación aditiva (AM, siglas en inglés de additive manufacturing), también conocida como impresión industrial en 3D. Para ser un proceso de fabricación, ha generado muchísima emoción, algo bastante raro en la época contemporánea. El entusiasmo se extiende de manera tan amplia porque las tecnologías de “aditivos” que “crean” partes y productos, en lugar de “sustraerlos” de material (a través de procesos mecanizados), están siendo abrazadas por igual entre jóvenes emprendedores y los gigantes de la industria. Desde las alas de ángel de Victoria’s Secret hasta una placa craneal fabricada especialmente para un paciente luego de un accidente o la impresión de una turbina de avión completa, el alcance y el atractivo de la AM es indiscutible. Los que se aplican pueden aprender a hacer algo único, sin importar de que se trate de ingenieros o artistas, y lo pueden hacer de manera muy rápida y relativamente barata en alguno de los nuevos talleres que ofrecen esos servicios, o incluso en su propia casa u oficina. Ésta es la razón por la fabricación aditiva, la impresión 3D industrial y todas las variaciones de impresión vía láser, haz electrónico y otros medios, cambiarán dramáticamente negocio. Hay una profunda oportunidad por delante para diseñar objetos cuya sola ingeniería aporta un valor y simplemente hagan más. Esto lo vemos en todos los mercados, desde los consumidores hasta los servicios médicos, donde nuestros clientes están inventando nuevas categorías de negocio. Por otra parte, este tipo de innovaciones realmente se pueden hacer en cualquier parte del mundo, de tal manera que derivará en una mayor producción de bienes al interior de los países y un mayor consumo en los mismos. La impresión 3D hoy significa que puedes fabricar el producto en el lugar en el que lo venderás, crear bienes sólo para las necesidades locales en los volúmenes necesarios y cambiar radicalmente la economía de cadena de suministro a lo largo del camino. La consolidación de partes, como se denomina, ha sido una obsesión de la industria por 30 años. Tomar los componentes individuales de un producto y combinarlos en un menor número de piezas y conjuntos más funcionales, disminuye su costo y aumenta su calidad. El plástico moldeado era el material de elección inicial para la ejecución parcial de las estrategias de consolidación, y que la industria explotó hasta la saciedad. La maquinaria industrial también ayudó a cortar menos piezas y crear formas más complejas a partir de bloques de material. Hoy, la AM es un proceso que usa la mayoría de los materiales comunes, desde plásticos hasta metales, y logra un nivel casi divino de este tipo de integración. Debido a que la AM genera las cosas en capas, puede producir formas orgánicas que proporcionan más características y mayor valor. Para fabricarlo sólo se requiere concebirlo, seguir algunas reglas de la gravedad y el acceso al diseñar, probar que tenga la fuerza necesaria, y ordenar su impresión. En cuanto a la próxima modelo de negocio industrial, la capacidad de la AM para transformar el almacenamiento electrónico y la entrega a tiempo de partes fabricadas para alimentar la demanda cotidiana, una por una o una docena a la vez, es simplemente elegante. Ahora pueden producirse piezas únicas para tractores fabricados hace 50 años. Escanea la pieza –olvídate del costoso prototipado– ¡e imprímelo durante la noche! Y esta vez, ¿por qué no optimizar la pieza para que tenga un menor peso? Aquí es donde el nuevo dinero de la AM comienza a tomar forma de verdad. La impresión en 3D incrustada en células de trabajo complementarias, se extendió por todo el mundo, permitiendo a las empresas evitar grandes inversiones de capital, materiales y acumulación de inventario, el transporte de mercancía por largas distancias, los problemas de paridad monetaria y los problemas logísticos vinculados a la geolocalización. Si un producto exitoso fabricarse en mayores volúmenes, entonces se puede recurrir a la manufactura tradicional sabiendo con certeza que el proceso es menos arriesgado. Además, como muchos jóvenes empresarios y grandes industrias están descubriendo, los diseños de impresión 3D constituyen una propiedad intelectual única. Y ahora más personas tienen la oportunidad de empezar poco a poco y probar sus mercados de destino. La impresión 3D ya es utilizada para generar piezas de producción de gama alta en el sector aeroespacial y automotriz, por ejemplo. Su calidad es cada vez más repetible, consistente y predecible, a la par de otros métodos tradicionales, como la manufactura, el moldeado y la fundición. A medida que el debate se enfoca en la globalización frente a la producción nacional, la impresión 3D arroja una luz diferente sobre cómo pueden coexistir ambas versiones. Hacer las cosas para servir a las necesidades individuales es una tendencia que la AM hace bien. Con su capacidad de personalizar la masa y aprovechar las economías locales, la impresión 3D tiene dimensiones de negocio que se están volviendo cada día más evidentes.

 

Siguientes artículos

Twitter: la espina dorsal de la comunicación de crisis
Por

Cualquiera de los empleados de una compañía, armado con su smartphone, es un medio de comunicación en potencia, y a ésto...