El dinero invertido en los jugadores estrella es tal que, cuando alguno se lastima, el dolor se extiende a las finanzas de los clubes. Esto hace millonarios a médicos célebres e impulsa avances en tecnología médica.   Por Ivan Pérez Brian J. Cole ha ganado 2.5 mdd en los últimos cinco años. Es ortopedista, tiene más de 40 premios, fue consi­derado el mejor médico de Estados Unidos hace 11 años. Es el médico de cabecera del equipo White Sox de Grandes Ligas y de los Bulls de la NBA, ha escrito al menos unos cinco libros, tiene 1,000 artículos publica­dos y tiene encomendada la salud de jugadores que están en la plantilla de franquicias que en conjunto valen más de 1,700 millones de dólares (mdd). Cole se ha especiali­zado en “la reparación del cartílago de los meniscos en las rodillas”, dice su curriculum vitae, disponible en la web. Si algo se puede decir de él, es que tiene prestigio, por ello el equipo de Chi­cago Bulls y Adidas celebraron con él contratos a 13 años por 279 mdd. Uno de sus pacientes es De­rrick Rose, de quien se juró en los primeros años de su carrera que era el próximo Michael Jordan, debido a que se ha roto la rodilla en un par de ocasiones y que pisó la duela en 40 partidos entre 2011 y 2014, de 240 posibles, pese a que en la campaña 2012-13 no disputó un solo minuto. Rose no ha podido retomar su nivel y ni los más de 40 premios de Cole evitaron que se rompiera en un par de ocasiones. Las lesiones dejaron de ser sólo un asunto de ausencia deportiva, se convirtió en un boquete financiero. Según el reporte Global Sports Salary Survey 2015, entre 10 y 15% de los deportistas profesionales del beisbol, baloncesto, futbol ameri­cano y futbol profesional pasan el año lesionados. Eso significa entre 2,400 a 5,300 mdd en salarios de jugadores que no ven acción o están parados por lesión. Dinero a la basura, pues. El especialista en fracturas de­portivas, Will Carrol, dice que en el deporte profesional las lesiones son el tema del momento porque para los jugadores “el trabajo exhaustivo es constante, hay poco descanso o casi no existe”. Nadie se escapa de las lesiones. Puede ser un futbolista poco me­diático o el más brillante de todos. El cuerpo dice basta y la rueda de la fortuna que alimentan tiene que hacer pausa cuando menos se espera. El caso de Derrick Rose es sólo un ejemplo. La NBA es una de las organi­zaciones deportivas que más dinero ingresa al año. El jugador de Chicago no es el único que se ha visto afectado, hay casos más graves como el de los Lakers de Los Án­geles, también de la liga de balon­cesto, que según un informe de Los Ángeles Times, en las “últimas cinco temporadas han perdido 45 mdd por problemas de lesiones (pago de salarios a jugadores lastimados)”. Al ser el deporte una actividad de alta exigencia física, el cuerpo está permanentemente expuesto a lesiones. “Desde un cambio brusco de dirección, un golpe, el desgaste, la fatiga o la edad son factores” para que un jugador se rompa, como se dice coloquialmente, según el fisiote­rapeuta Ramiro Delgado. Los equipos profesionales no únicamente pierden dinero por el pago de salarios a jugadores que no tienen acción. También asumen el pago del tratamiento médico (aunque en ocasiones tienen seguros contratados), pero quizás lo que más les duele es que dejan de tener ingresos por la ausencia de alguna de sus estrellas. El caso más emblemático lo representa Lionel Messi conside­rado el mejor jugador del futbol en el mundo, es una máquina de euros para el FC Barcelona. Su calidad deportiva excep­cional influye en las finanzas del club, para bien cuando juega y para mal cuando está lastimado. Hace tres años, por ejemplo, el club alemán Hamburgo contrató al FC Barcelona para su partido de aniversario. El acuerdo fue por 1.3 mdd por estar ahí, pero una lesión de Messi le impidió jugar y eso le costó al equipo catalán dejar de ingresar 400,000 dólares como penalización por la ausencia del astro argentino. Lionel no es un jugador que se lesione demasiado –para fortuna de los catalanes–, aunque en las dos últimas temporadas ha tenido que parar más de cuatro meses por ese motivo. “Ahora los tiempos de rehabilitación y mantenimiento alcanzaron a los programas de prevención, por lo que vemos más lesiones, porque no hay tiempo para una recuperación to­tal”, comenta Carrol. Y no sólo el Barcelona apro­vecha a Messi, también lo hace la Asociación Argentina de Futbol (AFA) para su selección nacional. En datos obtenidos de la AFA, la llamada albiceleste cobra por partido 1.5 mdd si La Pulga juega gran parte del partido, y 500,000 dólares menos si Messi no está en la cancha. Un estudio realizado por la UEFA, el organismo rector del futbol eu­ropeo y donde están las principales estrellas de este deporte, reportó en un estudio que realizó durante cuatro temporadas que un equipo profesio­nal (de 25 jugadores) padece entre 40 y 45 lesiones por año. Por ello, los clubes más impor­tantes del mundo han insistido en que organismos como la propia UEFA o la FIFA les paguen en caso de que algunos de sus futbolistas se lesionen en partidos con sus selec­ciones nacionales. El argumento es que quien paga los salarios y los tratamientos mé­dicos en caso de un percance son los equipos. Previo al Mundial de Brasil 2014, la FIFA pagó 2.5 mdd a diferentes clubes, entre los que se incluyó al equipo mexicano León, tras perder en un amistoso al mediocampista Luis Montes. Este jugador se rompió la tibia y peroné días antes de viajar a Sudamérica para la justa. Y un mes después, el también seleccionado mexicano Héctor Moreno, se rompió la tibia en un partido de octavos de final ante el representativo de Holanda. La FIFA tuvo que recompensar al Espanyol por el incidente, pero el equipo catalán perdió más, ya que planeaba venderlo en más de 9 mdd al futbol inglés, y un año más tarde la transacción fue de apenas 5.5 mdd con el PSV de Holanda. El Espanyol no ganó más dinero por el traspaso, el defensa mexicano no percibió un mejor salario y no emigró a una me­jor liga. La lesión estancó el negocio. FIFA creó en 2012 el Programa de Protección a Clubes, un fondo de 81 mdd anuales para indemnizar a clubes de todo el mundo por alguna fractura cuando juegan partidos de selección nacional. En Grandes Ligas o la NBA tienen muy claro que, si es necesario, prohí­ben a sus peloteros o basquetbolistas participar en el Clásico Mundial de beisbol o en Juegos Olímpicos a fin de proteger su inversión. Para ellos eso son, activos financieros. messi_lesiones Dónde para ese dinero En el caso del Barcelona, además de Lionel Messi, Luis Suárez, Neymar, Andrés Iniesta, hay una nueva “figu­ra” dentro del club. No es humano, es una máqui­na: la 3-Teslas Magneton Verio, un equipo que permite calcular con precisión el tiempo de baja de cada jugador lesionado, así como los tiempos de recuperación y las posibilidades de recaer en dichos problemas físicos. Invertir cuesta, y el actual cam­peón de la Champions League adqui­rió ese nuevo oráculo en septiembre del año pasado en casi 2.2 mdd. Poco a poco, a escala mundial la inversión en tecnología médica se vuelve fundamental en el presupues­to de los equipos deportivos. Incluso, son las empresas exter­nas quienes desarrollan métodos para ofrecerlos a los equipos. Ese es el caso de SAP (multina­cional alemana dedicada al diseño de productos informáticos de gestión), que trabajó en un concep­to llamado Injury Risk Monitor. Es un software que obtiene datos relevantes del jugador a través de dispositivos externos que recopilan información de entrenamientos, partidos, localización demográfica y aplica una fórmula matemática para estimar el riesgo de una lesión. ¿La historia sería diferente si el doctor Brian J. Cole hubiera cono­cido el software antes de tratar a Derrick Rose? “La información obtenida ayuda a los fisioterapeutas a saber rápidamente cuáles son las áreas problemáticas o las que influyen en los riesgos de lesión. Identifica cualquier deficiencia en el estado físico del atleta, alerta sobre la posible lesión antes de que suceda y permite a los médicos decidir el cuidado necesario en tiempo real”, detalla el informe del software sobre sus beneficios. Esta tecnología empieza a ser tomada en cuenta por los clubes de futbol mexicanos. Tigres adquirió una cabina que somete a tratamien­to a una temperatura de menos de 160 grados denominado Criote­rapia. El costo del aparato es de aproximadamente 50,000 dólares. “Sirve por medio de ese frío ex­tremo para disminuir los procesos inflamatorios y dolorosos, (pues) el frío tiene un efecto importante en el control del dolor”, comenta Óscar Salas, jefe de servicios médicos de Tigres. El galeno detalla que la má­quina ayuda a disminuir el número de lesiones, reduce el tiempo de recuperación en un 20% y mejora la capacidad física. Pero para Will Carrol, no sólo la tecnología es necesaria, sino también aumentar el número de mé­dicos de las instituciones deportivas. “Hay muchas personas calificadas (en referencia a las equipos de las ligas estadounidenses), pero lo que hace falta es más personal, porque no se dan abasto”. John Hefferon, quien fuera mé­dico de los Bulls de la NBA por 13 años, habla del prestigio de su pro­fesión y de su colega Brain J. Cole. “Si te va bien eres el mejor, pero si no se logra sanar (Derrick) su nom­bre estará señalado siempre”. Chicago tiene por ahora toda la fe en este profesor del departa­mento de ortopedia, anatomía y biología celular del Rush Universi­ty Medical Center, porque el nego­cio del equipo y de la marca Adidas está en riesgo. Una lesión más sería uno de los peores fracasos financieros en el deporte mundial en la última década: 279 mdd entre salarios y contratos comerciales. Nadie es inmune a las lesiones, ni Messi, ni Rose, ni otras supe­restrellas. Lo más seguro es que cuando esos cuerpos se rompen algo queda en claro: las finanzas de las instituciones deportivas hacen frente a una dolorosa fisura.

 

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