En las últimas sema­nas México se ha visto inmerso en una serie de aconte­cimientos de corte económico, político y social que reflejan momentos de cambio, pero no son hechos aislados, el mundo también enfrenta nue­vos paradigmas. Los reclamos del mundo por los efectos de la globalización no se han hecho esperar, la falta de respuestas ante el desempleo, la migración y la ausencia del anhelado progreso de las economías emergentes, que se ven vulnerables ante la debilidad económica de las potencias internacionales, han generado cambios en el mapa político. En Brasil, la crisis política generó la destitución de Dilma Roussef como man­dataria, Argentina volteó a la derecha con el triunfo en las urnas de Mauricio Macri, mientras que la ex presidenta Cristina Fernández está acusada de actos de corrup­ción. En Perú la derecha también obtuvo la presidencia este año con el triunfo de Pablo Kuczynski. En Europa la decisión del Reino Unido de salir del bloque comercial (Brexit) sacudió al mundo. El planeta se recompone, hay un escena­rio de bajo crecimiento, políticas moneta­rias y fiscales que llegan al límite, ines­tabilidad en los precios de la energía y el regreso de discursos proteccionistas, ade­más de fuertes movimientos migratorios. Después del Brexit, las previsiones de crecimiento del FMI para la economía mundial disminuyeron a 3.1% para 2016; el Banco de México recortó recientemente sus estimaciones para el PIB de México en un rango de entre 1.7% a 2.5% para este año. A este entorno hay que agregar el menor brillo en economías emergentes: se espera que China crezca sólo 6.5%, su menor dina­mismo en una década, India aumentará su PIB en 7.4%, mientras que Rusia caerá 1.2%. La situación del mundo se refleja tam­bién en México, y una muestra de ello es un presupuesto más austero para 2017, con una reducción de 239 millones de pesos respecto del año anterior, y los ajustes hechos en el gabinete. La visita de Donald Trump a México y su discurso proteccio­nista fue una prueba para la actual administración, así como lo fue el rechazo de Hillary Clinton de visitar el país. Los ver­daderos resultados para México serán evaluados con el paso del tiempo, pero sin duda este es el inicio de una nueva etapa comercial, migratoria, política y de negocios. El comercio entre México y Estados Unidos alcanza un valor de más de 500,000 millones de dólares al año; abandonar este binomio pone en riesgo sectores estraté­gicos como el automotriz, la manufactura y turismo, entre otros generadores de em­pleos que representan importantes flujos de inversión en ambos lados de la frontera. En la agenda global dominan posturas nacionalistas radicales, extremismo, pro­teccionismo, bajo crecimiento y migración. La tecnología ha derribado barreras y muros, los negocios con base en la innova­ción y el avance tecnológico son los líderes mundiales: Google, Apple, Facebook, entre otros, están llevando al mundo a otros paradigmas, generan ganancias, son res­ponsables socialmente y provocan mejorías productivas. Al igual que estas empresas, los gobiernos también deben modernizarse y asumir la responsabilidad. México tendrá que enfrentar un escena­rio restrictivo, las calificadoras Standard & Poor’s y Moody’s han ubicado su perspec­tiva del país a negativa, el peso de la deuda se ha convertido en un losa importante y en 2016 puede superar el 50% del PIB. Por ello, el gobierno busca un superávit para 2017 por primera vez desde 2008, con menor gasto principal­mente en inversión de infraestructura, turismo y en agricultura. Ade­más, al mismo tiempo se busca mantener la esta­bilidad macroeconómica y generar el crecimiento de la economía. Lograr mejores resultados con recursos limitados es un reto que involucra a todos, la burocracia debe estar dispuesta a ser más eficiente con menor presupuesto, las insti­tuciones deben mostrar su fortaleza, vigilar los recursos y dejar de ser vulnerables ante los hechos de malos manejos. El siguiente año será complicado para el crecimiento y la generación de em­pleos, debido al menor presupuesto. El sector público envió el mensaje de que se comprometerá a mantener la estabilidad macroeconómica y las condiciones para la inversión. A los empresarios les corres­ponde mostrar su compromiso elevando la inversión. En general todos los actores deben contribuir a que prevalezca el Es­tado de Derecho, pero es un compromiso que empieza desde el plano individual en la responsabilidad que implica para cada ciudadano.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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