Hace unos días, el representante de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), Antonio Mazzitelli, declaró en una reunión en el Senado mexicano que “la guerra contra las drogas se ha acabado o se debe de acabar”, y que los gobiernos del mundo deben de cambiar su política pública para enfrentar en el nuevo siglo esta guerra que empezó en el hemisferio hace 35 años. Y así será, ya que en la próxima Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que se llevará a cabo en abril en la ciudad de Nueva York, 200 países votarán una iniciativa que México propuso junto con otros 95 países. Esta propuesta es un cambio de paradigma total en la lucha contra el narcotráfico; la orientación cambia radicalmente, ya que a partir de la votación, en Nueva York, los gobiernos, a nivel mundial, deberán ver las drogas como un problema de salud pública, lo que implica un cambio radical. El enfoque actual es una guerra en contra de las drogas, lo que implica enfrentamientos y persecución de cárteles, narcotraficantes, narcomenudistas y todas las redes de protección, corrupción e impunidad que se generan alrededor de esta guerra, y que ha dado como consecuencia víctimas mortales. Y ahí no se puede dejar de lado a las otras víctimas que ni siquiera eran tomadas en cuenta: las mujeres, hombres y niños enfermos por el consumo de drogas; sí, enfermos, pero que no se les veía de esa manera, en el sistema de salud no se les veía ni oía y menos se les atendía. A partir de dicha asamblea de la ONU serán reconocidos como enfermos, por lo que el protocolo de salud va a cambiar. También cambia el eje de la lucha contra los cárteles: ahora se les deberá combatir con inteligencia y siguiendo la ruta del dinero. Esto implica que, como en Estados Unidos, se deberá ir liberando poco a poco, y en ciertos niveles controlados, el consumo médico y hasta recreativo personal de ciertas drogas como la marihuana. Este cambio es verdaderamente esencial en la vida social, política y económica del hemisferio. Los estadounidenses ya tomaron la primera parte con las desregulación; Uruguay va por el mismo camino, y ahora, con el apoyo de Guatemala y Colombia, México impulsa su cambio, lo que de alguna manera repercutirá en toda la región. El cambio será muy lento. Estamos hablando de cambiar las políticas públicas en temas legales, de justicia, de seguridad penal, de salud y comerciales, entre otros. También cambiará el enfrentamiento frontal con los narcos, y en algún momento hasta bajará el número de muertos. Esto no quiere decir que dejará de ser delito, pero ya no se combatirá de frente. La sociedad podrá llevar a una clínica a sus familiares con problemas de esta naturaleza, y no serán vistos más como delincuentes, sino como enfermos. Un cambio radical, que tardará varios años en dar verdaderos resultados, pero había que empezar en algún momento. Es interesante cómo México sigue cambiando y proponiendo cosas interesantes en el concierto internacional. Ahora viene lo difícil: cambiar una práctica de 35 años en todos los ámbitos de las políticas públicas. Deberán verlo como un tema multifactorial en todos sus ámbitos legales y normativos; en las prácticas de las autoridades, de la delincuencia y, obviamente, de la sociedad, que al final del día es la que lidia a diario con el delito, la enfermedad y las consecuencias de toda esta línea delincuencial. Aunque a largo plazo, esto da esperanza a las próximas generaciones de una nueva forma de enfrentar un añejo problema.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @Marcovherrera YouTube: El Marco del Poder Google+: Marco V. Herrera Berenguer Blog: Marco V. Herrera / El Marco del Poder   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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