CEO mexicanos: un optimismo difícil de explicar
Pese a las amenazas de un nuevo frenón económico mundial, el estancado crecimiento del PIB en décadas y de altos niveles de población en pobreza, los CEO mexicanos son optimistas sobre el futuro.
El optimismo de los directores generales mexicanos está a prueba de fuego. Nada parece hacerle mella: ni los tiempos de incertidumbre en los mercados financieros, ni la amenaza que significan los altos niveles de deuda en Europa, Estados Unidos y Japón, ni el decepcionante crecimiento logrado en México por décadas.
De acuerdo a la más reciente Encuesta Global de CEO de PwC, los directores generales mexicanos están entre los tres más optimistas del mundo, junto con India y Rusia. El 62% de los CEO mexicanos tienen confianza sobre el crecimiento de sus empresas durante los próximos 12 meses, y 61% mantienen esa confianza para los próximos tres años, ambos resultados muy por arriba de la media mundial, de 36% y 46%, respectivamente.
Este optimismo es difícil de explicar, ya que en los primeros 12 años de este siglo, la economía mexicana apenas ha crecido en promedio 1.8% al año, se explica en el estudio de PwC. Además, se mantiene un alto porcentaje de la población en pobreza y un “estancamiento en los proceso de cambio estructural, factores por los que México ha sido excluido con cierta recurrencia del selecto club de países emergentes con alto potencial de crecimiento”.
Para 66% de los CEO rusos, el futuro de sus empresas es optimista para los próximos 12 meses, aunque para los próximos 13 años el optimismo disminuye a 39%. En tanto, en India, 63% de los CEO ven con buena perspectiva el próximo año y lo ven mejor aún en los próximos tres años, pues 85% creen que serán buenos tiempos para sus empresas.
Los especialistas de PwC destacan lo paradójico del optimismo de los CEO mexicanos, pues, señalan, se cierne una nueva amenaza sobre la economía mundial y, en especial sobre la estadounidense, que podría desacelerarse de nuevo, lo cual pondría en aprietos a México, dado que en las últimas dos décadas, la economía local ha basado su crecimiento sólo en un motor: las exportaciones manufactureras hacia el vecino del norte.
