A pesar de contar con un patrimonio neto de 1,300 millones de dólares  y después de haber acertado al invertir en lo que muchos consideraron sólo ’emprendimientos estudiantiles’, David Cheriton aun trabaja entre 10 y 12 horas y además, corta su propio cabello.   Por Ryan Mac Un profesor de Stanford logró convertir 50 millones de dólares (mdd) en más de 17  firmas exitosas diferentes, su visión como inversionista es una asignatura que no se imparte en ninguna universidad, ahora detenta más de 1,000 mdd en acciones de Google y aún le quedan proyectos a los cuales apostar. David Cheriton se encuentra en su oficina en la Universidad de Stanford un fresco día de enero, esperando a que empiece su junta de investigación semanal. Los últimos destellos de sol se filtran a través de las ventanas, iluminando, una  revista de yates que Cheriton hojea sin interés. Curiosea algunas páginas más y con desdén la tira al piso. “No sé por qué siguen enviándome estas cosas”. Burgess, la editorial de la revista de yates, sabe con exactitud el porqué: Cheriton es rico. Lo suficientemente rico como para comprar cualquier yate de su catálogo: como el April Fool, valorado en 60 millones de dólares; o el Ulysses, con un precio estimado de                                                                                                                                                                                                                                                                                                        49 mdd. O ambos. Con un patrimonio neto de 1,300 mdd, Cheriton es con seguridad el académico de tiempo completo más rico del mundo. Pero los yates y el derroche no son lo suyo. Cuando se le presiona para que recuerde su último “lujo” – su acto de pensar está marcado con frecuencia por el clic de tres bolígrafos de diferentes que rota entre sus dedos -, la mejor respuesta con la que sale es una Honda Odyssey 2012 (“para los niños”). ¿La pasión costosa que sí persigue? Las “nuevas empresas”. Las dos primeras compañías que fundó Cheriton se vendieron a Cisco Systems y Microsystems, respectivamente, por cientos de millones de dólares. En total ha gastado más de 50 mdd de su propio bolsillo, invirtiendo en 17 firmas diferentes, que van desde VMware hasta la última, Arista Networks. Sin embargo, la máxima inversión fue un cheque de 100,000 dólares que le firmó a un par de estudiantes de doctorado de Stanford llamados Larry y Sergey. Ese cheque solo vale ahora más de 1,000 mdd en acciones de Google. Cheriton, de 61 años, mantiene un perfil bajo. Los buscadores de Google de su nombre encuentran páginas web primitivas, de ningún modo aparece el perfil de Facebook o LinkedIn; ni siquiera twittea. Esa es la manera como lo prefiere Cheriton. Todavía conduce el mismo Volkswagen Vanagon de 1986 que tenía antes de hacer su dinero, ha vivido los últimos 30 años en la misma casa de Palo Alto y emplea al mismo peluquero: él mismo. Para un hombre que trabaja de 10 a 12 horas al día, el tiempo lo es todo. Cheriton ha estado diseñando las entrañas del sistema operativo de Arista Networks desde 2004, cuando la compañía se fundó. Fabrica un conmutador de datos que reduce los retrasos entre servidores, permitiendo que se transfieran bits en menos de 500 nanosegundos, casi dos veces tan rápido como el conmutador más veloz de Cisco y el mejor de Juniper Network. Arista, con sede en Santa Clara, California, adquiere por lo menos un cliente al día. La compañía dice que está operando a un ritmo anual de ingresos de 200 mdd. Tercero de seis niños de dos ingenieros canadienses que crecieron durante la Gran Depresión. Cheriton adulto recuerda a un niño “autosuficiente” e independiente a quien no le gustaban los deportes en equipo. Su padre recuerda a un hijo talentoso que decidió no ingresar al bachillerato Eastglen de Edmonton en el onceavo grado porque pensaba que el programa era demasiado lento. Cheriton tenía amplios intereses: desde guitarra clásica y artes escénicas, hasta matemáticas y más tarde la informática. Terminó sus estudios universitarios en la Universidad de Columbia Británica y posteriormente obtuvo una maestría y un doctorado en la Universidad de Waterloo. En 1981, en busca de financiamiento para investigación, Cheriton llegó a Stanford. Fue donde conoció a Andy Bechtolsheim, un estudiante brillante de doctorado. Cuando buscaba a alguien que desarrollara software para la estación de trabajo, Bechtolsheim recurrió a Cheriton, a quien había conocido en el departamento de informática. El profesor adjunto canadiense jugó con el aparato, después le pidió que le hiciera cambios al hardware. Bechtolsheim obedeció. Bechtolsheim salió de la universidad para iniciar Sun Microsystems en 1982, pero Cheriton continuó como académico bien entrada la década de 1990. Al contrario de otros colegas, como el millonario Jim Clark, cofundador de Netscape y ex profesor de Stanford. Cuando Bechtolsheim dejó Sun en 1995, comenzó a buscar a alguien que pudiera entender los problemas fundamentales del software detrás de las conexiones Ethernet. Llamó a Cheriton. Entre los dos formaron Granite Systems, una compañía de conmutación Ethernet que fue comprada por Cisco en 220 millones después de 14 meses de existencia. En 2001 probaron una vez más y formaron Kealia, otra compañía de servicios de red, que fue adquirida por Sun en 120 millones. Entre sus nuevas empresas Cheriton y Bechtolsheim realizaron su inversión más sabia: los 100,000 dólares que desembolsaron cada uno para los fundadores de Google. Page y Brin no eran estudiantes de Cheriton, pero se acercaron a él después de escuchar sobre su éxito con Granite, esperando que les pudiera transmitir algo de sabiduría en su búsqueda por comercializar su algoritmo PageRank. Bechtolsheim también estaba ahí ese día. Sólo le tomo unos instantes comprender la elegancia del motor de búsqueda al igual que el plan de los creadores para vender links patrocinados. Mientras que Bechtolsheim se describe a sí mismo y a Cheriton como “inversionistas accidentales”, para Ron Conway, a quien Cheriton le mostró Google para una inversión posterior, “no es de ningún modo accidental”, afirma. “Se debe al medioambiente que construyeron a su alrededor. Son ingenieros tan brillantes y astutos que atrajeron a otros ingenieros para compartir sus ideas con ellos”. Una vez en la oficina de Cheriton, tienes la impresión de que estás en el centro gravitacional del departamento sagrado de informática de Stanford. Tantos estudiantes han venido aquí a lo largo de los años en busca de sabiduría y, si es posible, de dinero. Sam Liang, uno de los ex estudiantes de doctorado de Cheriton, fue uno de ellos. Después de dejar Google en 2010, compartió con su ex profesor una idea para una plataforma para teléfono celular que podría rastrear el paradero y los hábitos de sus usuarios en tiempo real. Desde entonces, ha recibido más de 100,000 dólares de Cheriton para empezar su compañía, Alohar Mobile. Otro ejemplo es el de, Siddharth Batra, una ex estudiante de maestría de Stanford que recibió financiamiento de Cheriton para su compañía en 2009. “Es probable que para los técnicos sea más fácil compartir cosas con David, ya que entenderá mucho más que si vas con un inversor de capital de riesgo quien de algún modo te responderá con una mirada ausente y sin realmente haber entendido la promesa de lo que estás haciendo”, dice Batra. Cheriton afirma que evita perseguir los caprichos del mercado -las redes sociales- y se mantiene enfocado en los descubrimientos que logran mejoras mensurables para la vida humana, tal como Google. Afirma que “cree que si estás proveyendo valor verdadero al mundo y haciéndolo de una manera inteligente, entonces el mercado te recompensará”. Cheriton y Bechtolsheim han puesto juntos 100 mdd en Arista, el 95% de su financiamiento total. Su director general, Jayshree Ullal, no reveló detalles financieros pero afirmó que la compañía es por fin “rentable” después de siete años de existencia. Arista es afortunada de tener fundadores acaudalados. El sector de servicios de red ha sido letal para nuevas empresas similares. Firmas como Woven, que no obtuvo una segunda vuelta de financiamiento y se vino abajo, Force10 Networks, que fue comprada por Dell en agosto después de no poder cronometrar sus productos con el mercado de una manera correcta. “Algunas veces toma un poco más de tiempo posicionarse cuando estás haciendo algo innovador y creativo”, afirma Cheriton. Arista ha duplicado su número total de cabezas en el último año, y los rumores de una oferta pública inicial (OPI) siguen arremolinándose. Se espera que la industria de conmutación de alta velocidad en la cual Arista compite crezca diez veces hasta alcanzar los 2,400 mdd para 2016. Con toda su inteligencia, Cheriton nunca hubiera podido predecir que su vida tomaría este camino. Ha trabajado duro para asegurarse de que permanezca igual de un modo relativo. “Algunas cosas en la vida, como el patrimonio neto, no se planean”, dice. “Algunas inversiones tienen éxito y otras no”.

 

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