Con el brote de AH1N1, en 2009, el consumo de carne de cerdo mexicano se hundió en el país y en los países a los que vendíamos el alimento. El reciente acuerdo para su exportación a China podría sacarla del bache.     Desde hace años, la carne de cerdo en México ha sido uno de los productos más estigmatizados en el país. Ya sea por las enfermedades en las granjas, por la forma en que se alimenta a los animales o la manera en que los productores trasladan y sacrifican en el rastro, siempre está en el ojo público. El reciente acuerdo firmado entre México y China para la exportación libre de carne de cerdo y tequila, da a los productores del alimento un segundo aire que hace tiempo necesitaban, pues les llevó décadas repuntar el consumo de su producción, que en las últimas tres décadas ha tenido que enfrentar embestidas como la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Estados Unidos y Canadá, así como los brotes de enfermedades como el AH1N1, en 2009, que derrumbó el consumo hasta 90% y puso al sector contra las cuerdas, generando pérdidas de hasta 600 millones de pesos en una semana. Aunque desde el año pasado México ya fue declarado territorio libre de fiebre porcina, el producto aún no se recupera de este golpe que sufrió hace cuatro años.   Dieta en la granja Pocos lo saben, pero a partir de 1980 la carne de cerdo mexicano ha mostrado reducciones del 31% en el contenido de grasa; el 14% en calorías y 10% en colesterol. Por lo tanto, la mayor parte de la grasa que produce el animal no es ingerida por el humano al consumir el alimento. Fomento Mexicano para la Porcicultura hizo una comparación entre el contenido de grasa de la carne de cerdo en la parte muscular y otros cortes comerciales de 180 gramos; el resultado fue que el contenido de grasa de la primera llegó sólo al 3%, “de manera que es posible recomendar su consumo racional sin afectaciones a la salud por aumento de peso”. Las organizaciones de productores han implementado en sus granjas una serie de acciones no sólo para mejorar la dieta del animal, sino también sus condiciones sanitarias. Lamentablemente, el estigma no deja de perseguir a este alimento. Esas mejoras han hecho que esta carne sea atractiva no sólo para China, país que consume el 49% de la producción mundial, sino para otro mercado también exigente: Japón, pero, como dice el dicho, nadie es profeta en su tierra y este producto puede dar cuenta de ello. El reto para los próximos años es reducir las importaciones de carne de cerdo que a la fecha superan las 800,000 toneladas, pero que en cuatro años podrían ser menores en 50% si se fomenta el consumo del producto nacional, según estimaciones de las organizaciones de productores. La forma en que se sacrifica al animal en los rastros es tema de otro post.     Contacto: email: [email protected] Twitter: @julianafregoso

 

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