Cuidado con los efectos negativos de la emisión de billetes. La mejor forma de hacer un relajante y espumoso baño de burbujas: seguir imprimiendo dinero. Las políticas de los bancos centrales del mundo han logrado evitar la caída al abismo de las principales economías del mundo, y también con ello han generado una fuerte percepción de la completa inexistencia de riesgos. Esto, desafortunadamente, ha causado efectos colaterales no necesariamente benignos. Ya se generaron problemas de fondo, como:  
  • La mayor disparidad de ingresos a nivel global
  • La asignación de recursos a activos de poca productividad
  • El aumento de los costos de producción, dada la inflación de las materias primas (por nombrar sólo algunos).
  El peor y quizás más notable problema ha sido el recrudecimiento de lo que ha sido denominado como “la guerra de divisas”, que consiste en una competencia por parte de los bancos centrales (principalmente de Estados Unidos y Japón) en emitir la mayor cantidad de dinero posible para re-inflar todos los activos, generando con ello un “efecto riqueza” el cual debería re-incentivar la inversión y, con ello, el empleo. El efecto no deseado de aquellas políticas ha sido la generación de aberraciones (burbujas) en diversos mercados:  
  • grafico1Acciones: La relación precio-utilidad del S&P 500, medida por Schiller, se encuentra a 23.51, cuando el promedio histórico es de 16.47 veces, uno de los más altos históricos en periodos de bajo crecimiento. Si esto no fuera insuficiente, las utilidades del S&P están creciendo cada vez menos.
   
  • grafico2Bonos: El rendimiento de los bonos junk o chatarra (bonos de empresas con altos costos de endeudamiento) se encuentra en sus mínimos históricos, incluso considerando que en épocas de bajo crecimiento se debería exigir un premio por riesgo. Le cuesta hoy lo mismo endeudarse a una empresa con bajos recursos, a lo que le costaba al gobierno de Estados Unidos hacerlo hace menos de una década.
   
  • grafico3Oro: El valor del oro ha subido, primero con la excusa que protege contra la inflación, y especulando que podría utilizarse como reserva que suplante al papel moneda. Ha subido 388% en la última década.
  En conclusión, la mejor forma de hacer un relajante y espumoso baño de burbujas: seguir imprimiendo dinero.

 

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