La hija del magnate mostró temple y decisión y consiguió cerrar el trato con el que su familia se hizo de un hotel de 700 habitaciones y cuatro campos de golf en una ubicación sin par en Miami.   Por Monte Burke   Tiger Woods, Rory McIlroy y el resto de los mejores golfistas del mundo se midieron en el Cadillac Championship, en el campo Blue Monster del hotel Doral, en Miami. El Cadillac, parte del World Golf Championships, tiene una de las bolsas más atractivas del Tour, con una acumulado de 8.75 millones de dólares. Sucede que hace poco jugué el Blue Monster —uno de los campos emblemáticos del Tour— con uno de sus nuevos propietarios: Ivanka Trump. Actualmente escribo la historia de portada sobre la madre de 31 años edad, magnate de bienes raíces, ex modelo e hija de Donald para el próximo número de la revista ForbesLife, que saldrá en unas cuantas semanas. Durante el proceso de preparación, desenterré la historia de cómo Ivanka consiguió la compra del Doral (de 700 habitaciones) y cuatro de sus cinco campos por el casi increíble precio de 150 millones de dólares. El acuerdo es en muchos aspectos emblemático de cómo su carrera ha ascendido en los últimos años. Publicaré el artículo de portada en su totalidad en este espacio cuando esté publicado, pero por ahora, he aquí la historia de cómo Ivanka consiguió el Doral: ** En los últimos años la Organización Trump ha aumentado su colección de hoteles de lujo y campos de golf. La empresa cuenta ya con nueve hoteles y abrirá otros cuatro en los próximos tres años. Hace seis años, los Trump eran dueños de tres campos de golf, ahora poseen 14. El Doral Resort & Spa ofrece no sólo una combinación de ambos, sino algo completamente único: un hotel y campos de golf que se encuentran literalmente a la mitad de Miami (el Doral está a cinco kilómetros del Aeropuerto Internacional de Miami). “Es un lugar increíble”, dice Ivanka. “Normalmente, para llegar a un lugar como éste, tienes que volar a una ciudad y luego conducir durante dos horas. Esto ya no se ve.” En 1959, un  desarrollador de Nueva York llamado Alfred Kaskel compró 2,400 hectáreas de pantanos en Miami y lo bautizó como “Doral” (una combinación abreviada del nombre de su esposa, Doris, y el suyo). Ochocientas de esas hectáreas se convirtieron en el Resort & Spa. (Donald acostumbraba llevar a su familia de vacaciones allí.) El complejo ha pasado por un puñado de propietarios. KSL Recreation lo compró en 1994. El complejo fue adquirido por Morgan Stanley por 500 millones de dólares en 2007. Luego, en 2011, sumido en la deuda de la crisis inmobiliaria, fue comprado por un grupo que incluía a John Paulson, inversionista de fondos de riesgo, y la Fundación Winthrop Realty. Pero ellos tampoco fueron capaces de resolver los problemas de la deuda. Fue entonces que Ivanka saltó a la escena y consiguió el trato de su vida. El grupo Paulson / Winthrop puso la cartera inmobiliaria que incluye al Doral en bancarrota en 2011. Los Trumps se interesaron de inmediato en la propiedad. Ivanka fue la principal negociadora de la familia. “Era su trato”, dice Donald. Hubo, sin embargo, una ligera complicación: Ivanka estaba embarazada durante las conversaciones iniciales, a mediados de 2011. En el noveno mes de su embarazo, los vendedores llamaron para decirle que estaban aceptando otra oferta, una más alta. “Pensé que el trato estaba muerto”, dice Ivanka. Entonces, sólo unos días después de que diera a luz a Arabella ese julio, Ivanka recibió otra llamada: El trato estaba de nuevo en pie. Los Trump asumieron la posición de “stalking horse bidders”, una figura que les da derecho de igualar cualquier oferta posterior. El único problema: Ivanka tuvo que volar desde Nueva York a Miami para echar un último vistazo a la propiedad, sólo para asegurarse, por lo que tuvo que dejar a su bebé de una semana. “Odié salir sin ella, pero tuve que hacerlo”, dice Ivanka. Cinco días después, el contrato fue firmado. Ivanka había trabajado para lograr un acuerdo, que finalmente se cerró el pasado verano, por el cual pagaba la ganga de 150 millones  de dólares (los Trump se quedaron con cuatro de los cinco campos). El terreno por sí solo podría valer cerca de 1,000 millones. Michael Ashner, el director ejecutivo de Winthrop, quedó impresionado con las habilidades de negociación de Ivanka. “Es una de las personas más inteligentes con las que he trabajado”, afirma. “Tiene un temperamento uniforme, es elocuente, inflexible, tiene una gran diligencia y comprensión del negocio.” A pesar del precio, los Trump todavía tienen que trabajar duro por lo que ahora se conoce como el Trump Doral Golf Club and Resort. Con los años, la localidad ha perdido mucho de su brillo, su elegancia se ha convertido en desaliño. La señalización, las fuentes y las habitaciones parecen atrapadas en una era Disco-Kitsch de Miami. Los Trump dicen que gastarán 200 millones en los próximos dos años para renovar todo el complejo. Después del Campeonato Cadillac, el Blue Monster se cerrará durante seis a ocho meses para una renovación liderada por el arquitecto de campos de golf, Gil Hanse, el hombre elegido para diseñar el campo de los Olímpicos de 2016, en Río de Janeiro. Si se hace bien, el Doral podría convertirse fácilmente en la joya de la corona de la cartera cada vez más amplia de campos de golf de la familia Trump.

 

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