Ser líder de un equipo donde hay personalidades difíciles, como el rebelde que no presta atención a las reglas o a las jerarquías, el que le gusta hablar fuerte y hacerse notar, el tímido que no habla o  el opuesto parlanchín que le encanta interrumpir, puede convertirse en un reto mayúsculo.     El manejar a un equipo de trabajo significa ser capaz de usar las habilidades de cada colaborador para alcanzar – y al mismo tiempo superar – los objetivos de una empresa. Pero cuando ese equipo tiene personalidades difíciles que puedan llegar a obstaculizar el trabajo colectivo y debilitar los acuerdos entre compañeros, es importante tomar las riendas de la situación y poner manos a la obra. Entre la comunicación y la gestión de conflictos, los gerentes usan y aprovechan diferentes formas para crear un buen ambiente de trabajo y así maximizar los resultados. ¿Cómo lo hacen? ¿Cuáles son los secretos para enmarcar y tomar ventaja de cada colaborador?   Personalidades difíciles de manejar Todas las empresas, e incluso los mismos equipos de trabajo, tienen personalidades difíciles de manejar. Desde el rebelde que no presta atención a las reglas o a las jerarquías, al que le gusta hablar fuerte y hacerse notar, el tímido que no habla o hasta el opuesto parlanchín que le encanta interrumpir… La gestión de estas diferentes figuras debe manejarse de forma inteligente. El objetivo no es cambiar a un colaborador, sino saber manejar su personalidad en particular y ayudar en su desarrollo profesional para que sus cualidades se conviertan en una fuerza para el equipo.   Un equipo difícil de construir en el individualismo de masas Debido a que no abordamos de la misma manera a una persona tímida y reservada que a una extrovertida y que se expresa en voz alta, identificar a cada personalidad y su impacto en el equipo es el primer paso para una gestión exitosa.  Durante la revisión anual de desempeño, se debe reconocer los puntos fuertes y débiles de cada colaborador, así como su comportamiento laboral; sabiendo que el equipo puede emplear el individualismo de masas. En otras palabras, los métodos de comunicación y gestión dependen del perfil del colaborador. El gerente, a su vez, debe aprender a mantener su posición de liderazgo, saber cuándo dar un paso atrás, dar prioridad a los conflictos y crear un ambiente de trabajo tranquilo y productivo.   La organización y la participación como clave del éxito De acuerdo a sus capacidades y a las necesidades relacionadas con la actividad de la empresa, un gerente puede llegar a reorganizar sus funciones. El rol de los diferentes miembros del equipo evoluciona con el tiempo, optimizando la calidad del trabajo mientras se destacan los puntos fuertes de cada uno. Las tareas pueden ser subcontratadas para tener pares de colaboradores cuidadosamente seleccionados: Podría ser el rebelde trabajando mano a mano con el tímido para complementar sus fortalezas y debilidades individuales. Es posible valerse también de otras estrategias como reuniones de intercambio de ideas que le permitan a los colaboradores a expresarse y a los gerentes proporcionar retroalimentación sobre el trabajo del otro y también del equipo. Se puede establecer una hora constante durante la jornada laboral. Por último, el gerente debe actuar rápidamente y ser proactivo. El conflicto debe ser enmarcado, identificando rápidamente las causas. Cada persona debe tener la oportunidad de comentar sobre los motivos del conflicto y también proponer soluciones.     Contacto: Facebook: Michael Page México Twitter: MichaelPageMX Página: http://www.michaelpage.com.mx/

 

Siguientes artículos

Infraestructura energética: responsabilidad compartida
Por

La reforma energética es la oportunidad para convertir a Pemex y a la CFE en empresas productivas. El factor clave será...