La organización debe trabajar para el negocio y no el negocio para la organización.     En mis años de experiencia trabajando con compañías que han pasado de ser medianas a grandes, e incluso hasta reconocidas multinacionales, he identificado que para llegar a ser un buen líder hay una clave que parecería muy obvia pero que muchos parecen dejar a un lado después de un tiempo: un ejecutivo debe tener en la mira, independientemente de su puesto actual, la orientación del negocio de la empresa, es decir, ¿qué es lo que realmente genera rentabilidad para la empresa?, y ¿cómo podemos hacer que siga creciendo?   Organización vs. negocio Además de velar por la organización se debe ver por el negocio. Muchas veces, un ejecutivo puede crear una burocracia que vela por sus propios intereses, dejando en segundo plano la contribución al objetivo global de la empresa. Hasta se llegan a crear esquemas organizacionales que dañan este objetivo. La organización debe trabajar para el negocio y no el negocio para la organización. Cuando sucede lo segundo estamos creando una burocracia que destruye valor. La meta siempre debe ser sacar el negocio adelante. Si éste crece, la organización lo seguirá, pero difícilmente este proceso sucederá al revés.   Preactividad vs. proactividad Un ejecutivo debe entender su función en términos de cómo está aportando al negocio y de la posición de la empresa en el mercado. Con base en esto debe descifrar qué tipo de ventajas competitivas puede agregar e identificar lo que otros no estén haciendo o que no hagan eficientemente. La mayoría de la gente en la empresa está enfocada en sus acciones; casi nadie en lo que sucede en el exterior. Buscar esa información, traerla a la empresa, identificando tendencias, mejores prácticas, etcétera, es una de las principales aportaciones que debe hacer un director general. Esta actitud traerá a la mesa constante información de la empresa frente al mercado y sus competidores, convirtiendo al ejecutivo en un recurso clave en la organización al fomentar la propensión al cambio, a la innovación y al desarrollo de mejoras constantes en la empresa.   Mejoras locales vs. mejoras globales Un director de negocio entiende la realidad de una organización, en donde la mejora real de la empresa no se limita al punto de vista local de cada área. De hecho, hay acciones que pueden ser vistas como ineficientes por un área, pero que tienen un impacto positivo en el objetivo global de la empresa. En otras palabras, la optimización local no asegura el éxito global, y por esto existe una disposición a subordinarse o suboptimizarse. ¡Cuidado con esto! La visión siempre debe ir más arriba.   Autoridad vs. influencia Un excelente director basa su labor en el entendimiento del negocio y de su función, en movilizar a su personal para contribuir aprovechando al máximo sus habilidades y conocimientos con otras áreas a través de la persuasión y la negociación. Un buen líder ejerce una influencia positiva; no impone su autoridad. El ejecutivo, emprendedor, mentor o cualquier rol que juegue en una organización debe recordar que una empresa no es un agregado de individuos actuando en forma separada, sino un conjunto de personas trabajando por un mismo fin, en que la calidad de su interdependencia, y no tanto la ejecución de cada tarea en forma aislada, es determinante en el objetivo al que todos queremos llegar.     Contacto: Twitter: @Sintec_ Página web: Sintec.     Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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