Por Ruth Mata  Las recientes reformas estructurales, la apertura del sector energético y de telecomunicaciones, y la disminución de la burocracia para abrir empresas, son tan sólo algunas de las características que han puesto a México bajo la lupa de grandes inversionistas. Sin embargo, esto no es suficiente para convertirse en una economía del conocimiento. Para Peter Schechter, director del Centro Adrienne Arsht para América Latina, México es un creador de emprendedores innovadores que van más allá de la producción de aplicaciones telefónicas. Ahora, opina, la clase emprendedora está cada vez más interesada en el campo de la ciencia, medicina, tecnología y biotecnología, entre otras áreas del conocimiento.   Pero ¿cómo impulsar a esta clase emprendedora? “Hay que fortalecer la capacidad de inversión en la infraestructura científica y tecnológica del país y se debe combinar ese fortalecimiento con una mejor coordinación con el sector privado, para que el sector público haga trabajos de investigación en temas que son comercialmente viables. No es suficiente que la academia haga investigación y desarrollo, sino que hay que tener un vínculo cercano e instancias de coordinación entre el mundo empresarial, el mundo universitario y de investigación”, dice. Otro de los aspectos que deben mejorarse, explica, es la capacidad de financiamiento para hacer crecer a las empresas. El apoyo se ha volcado en la creación de empresas y el crédito para crecer no es suficiente: “Hay que movilizar nuevas formas de financiamiento, a través de venture capital (por ejemplo)… y atraer mayor capacidad para crecer a las pequeñas pero muy dinámicas empresas que se han creado”, asegura. El Centro para América Latina Adrienne Arsht, que es un programa dentro del Atlantic Council tiene el objetivo de promover la expansión del conocimiento de América Latina en diversas comunidades de influencia. Esto para posicionar a la región como un socio estratégico y económico en la comunidad transatlántica. Este organismo emitió una serie de recomendaciones políticas y prácticas que impulsarían la inventiva del país hacia la creación de innovaciones genuinas y de alto impacto:
  • La investigación pública debe tener un propósito y estar mejor alineada con las necesidades empresariales. A pesar de ser la décima cuarta economía más grande del mundo, México todavía produce menos del 1% de la investigación científica a nivel global. En este sentido, las instituciones de investigación mexicanas deben multiplicar por mucho la cantidad y calidad de sus publicaciones, y ampliar su alcance a través de la investigación aplicada.
  • Se debe mejorar la coordinación entre las distintas fuentes de financiamiento de investigación y desarrollo. La finalidad del país no debe ser solamente la de aumentar el gasto interno bruto en investigación y desarrollo como porcentaje del PIB (debería ser como mínimo del 1.5%), sino también catalizar y combinar de manera más efectiva las inversiones existentes. Se podría incluso formar una coalición de presidentes universitarios y ejecutivos de corporaciones, y reunirse regularmente para discutir la innovación, la evolución de las demandas educativas del sector privado y estructurar programas en torno a las mismas.
  • Los sistemas educativos y de capacitación deben enseñar y enfatizar más efectivamente el rango de habilidades requeridas para los distintos tipos de innovación. Los sectores educativos y sociales deberán avanzar más allá del emprendimiento puro y fomentar una cultura de innovación inculcando habilidades y actitudes requeridas para una empresa creativa.
  • Tanto el sector privado como los inversionistas deben encontrar nuevas formas de movilizar el financiamiento privado para la innovación e incrementar la generación de patentes. Los sectores empresariales y de inversión deben jugar un papel importante en el fortalecimiento de las capacidades de innovación en México. Lo ideal sería que las grandes corporaciones fomentaran una cultura de adopción saludable de riesgos, abriéndose más a colaborar con start-ups innovadoras y de alto nivel de crecimiento.
  • Como ha enfatizado la OCDE, se debe desarrollar un modelo de tecnología más eficiente para explotar las oportunidades de negocios derivadas de la investigación científica y desarrollos tecnológicos locales. Se requiere crear una política y un entorno normativo adecuados que permitan el desarrollo responsable de tecnologías y su convergencia, con esto se logrará mayor competitividad en los sectores del conocimiento.

 

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