¿Por qué nos espanta tanto la depreciación? Una primera opción es la memoria histórica. Otra explicación es su vinculación a la inflación. Veamos si hay razón para temer.   El peso se depreció por una razón: están entrando menos dólares a México. Al haber escasez de dólares, tenemos que pagar más pesos por cada dólar. Visto así, el problema no es una depreciación del peso, sino una falta de dólares. De hecho, en este escenario, es bueno que el peso se deprecie porque ayuda a que entren más dólares y salgan menos pesos. Vamos por partes: Primero: ¿Por qué están entrando menos dólares a México? Existen dos razones. La primera es la disminución de dólares derivados de la venta de petróleo, mientras que la segunda es que dólares que antes llegaban a México ahora se están quedando en (o se están yendo a) Estados Unidos. Segundo: ¿Por qué se cayeron las ventas de petróleo al extranjero? Debido a la caída en la producción y a que los precios internacionales del petróleo se desplomaron. Lo segundo se ha dado, por lo menos en parte, por la incertidumbre respecto a la desaceleración en el crecimiento de China. Finalmente, ¿por qué se están yendo dólares a Estados Unidos? Porque después de muchos años en terapia intensiva y luego en proceso de recuperación, la economía de Estados Unidos parece finalmente haber mejorado. De hecho, el crecimiento de Estados Unidos se ve bastante bien respecto al crecimiento global. Tanto es así que su Banco Central, la Fed, está buscando subir su tasa de interés objetivo, ya que su economía parece no necesitar tanta medicina. En consecuencia, una economía más fuerte que las demás atrae los dólares de los inversionistas. Más aún, hay que considerar que si la Fed sube la tasa de interés habrá mayor rendimiento para los inversionistas quienes ya no buscarán esas ganancias en países con más riesgo como México, Brasil, China y otros mercados emergentes. Por lo tanto, una parte de la depreciación del peso es en realidad reflejo del fortalecimiento del dólar. Si el dólar se fortalece, necesitamos más pesos para comprar un dólar (y los brasileños más reales, los colombianos más pesos colombianos, los chinos más yuanes, los sudafricanos más rands… etcétera). En este contexto en el que están entrando menos dólares a México, algo que ayuda mucho es que el tipo de cambio inmediatamente refleja la escasez de dólares y eso nos ayuda a todos (mexicanos y extranjeros) a tomar las mejores decisiones, enfrentando el precio correcto. Con esta depreciación entrarán más dólares a México y saldrán menos dólares del país. ¿Por qué? En primer lugar, los extranjeros verán a México más barato y vendrán más turistas a nuestro país. Mientras tanto, los mexicanos ahora vemos el extranjero más caro y consumiremos más turismo nacional. Los mexicanos también veremos los artículos importados más caros y consumiremos más bienes nacionales. Por otro lado, los costos de producir en México son menores en dólares y eso atraerá más inversiones, sobre todo en el sector manufacturero (y sobre todo para exportar a Estados Unidos, ahora que crece más). Finalmente, si los inversionistas extranjeros creen que el peso ya no se depreciará más y, por el contrario, esperan que se fortalezca, entonces buscarán comprar más activos mexicanos, como bonos y acciones. Además del rendimiento que ofrece cada activo, el tipo de cambio les generará mayores ganancias. Si los mexicanos pensamos lo mismo, mantendremos nuestras inversiones en pesos y no las pasaremos a dólares. Entonces ¿por qué nos espanta tanto la depreciación? Una primera opción es la memoria histórica. En los 80s parte del problema era que cuando entraban menos dólares, el tipo de cambio no lo reflejaba ya que las autoridades lo mantenían fijo artificialmente. Hasta que un buen día esa situación era insostenible y el peso se devaluaba de golpe, cuando ya todos habíamos tomado decisiones basadas en precios incorrectos. Además, las acciones emprendidas por el gobierno para mantener el peso fijo artificialmente, como restringir la cantidad de dinero en circulación, tenían consecuencias negativas para la economía. Eso ya no pasa ahora porque el tipo de cambio es flexible y cambia para reflejar las nuevas condiciones de manera inmediata. Otra explicación para el miedo a la depreciación es su vinculación con la inflación. Aunque por lo pronto no ha pasado gracias a nuestro banco central. Y aun cuando en los siguientes meses la inflación aumente, el problema no será grave siempre y cuando este cambio se dé solamente en precios de bienes importados (o que usen insumos importados) y no sea un aumento sostenido y generalizado de precios. Es decir, si sólo se da un sano cambio en precios relativos que refleje la escasez de dólares. Ahora bien, si lo que queremos es que el peso se aprecie, para poder comprar más bienes importados y realizar más viajes al extranjero, necesitamos lograr que entren más dólares a México. Ya quedamos que la depreciación, por lo pronto, nos ayuda en este terreno. Aunque en realidad lo ideal sería que entren más dólares debido a que los extranjeros ven mejores oportunidades de inversión en México que en otros mercados. Para eso sólo hay una fórmula: tenemos que ser más productivos. Si producimos más petróleo, entrarán más dólares. Si producimos más autos para exportación, entrarán más dólares. Si producimos más servicios turísticos, entrarán más dólares. Esto además hará que los mexicanos veamos mejores oportunidades en México que en el extranjero y decidamos mantener nuestros pesos aquí. Por supuesto, el proceso de reformas emprendido recientemente va en este sentido, pese a que es necesaria una mejor y más rápida implementación por parte del gobierno y por parte de cada uno de nosotros. En efecto, esto no solo es un trabajo del gobierno; cada uno de nosotros debemos prepararnos más, y mejor, para ser más productivos.   Contacto: Twitter: @BofAML Facebook: Bank of America Página: Bank of America Merrill Lynch   Printed by permission. Copyright © 2015 Merrill Lynch, Pierce, Fenner & Smith Incorporated.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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