Durante más de cinco décadas, Estados Unidos aplicó un embargo comercial a Cuba, pero el miércoles, Barack Obama, presidente de Estados Unidos, anunció que actuará con rapidez para normalizar las relaciones y flexibilizar algunas restricciones a los viajes, el comercio y la banca.     Reuters   Desde conductores de autobús hasta meseros y bailarines de ballet, muchos cubanos están imaginando desde ya un futuro más próspero después de que Estados Unidos dijo que pondrá fin a 50 años de hostilidades con el Gobierno comunista. La noticia del histórico cambio se propagó rápidamente en las plazas de corte colonial de La Habana Vieja, donde los ritmos cubanos como la tova y el son se escuchan en los cafés al aire libre, una atracción para los turistas extranjeros. En una plaza situada frente a la Iglesia de la Catedral de La Habana, construida en el siglo XVIII, Daniel Guillén, de 53 años, se gana la vida guiando a los turistas a un café cercano y sabe que una avalancha de estadounidenses traería dinero. “Más yumas significan más consumo”, dijo Guillén, usando una palabra del argot popular que identifica a los estadounidenses. “Más consumo significa más dinero. Más dinero genera una vida mejor”, apuntó. La Habana Vieja es un centro que se enfoca en la industria turística y cuenta con hermosos edificios coloniales, algunos exquisitamente restaurados pero otros en mal estado. Es un secreto a voces que los inversionistas y empresarios esperan un día comprar y restaurar algunos de ellos, así como otras casas. A los cubanos se les ha permitido comprar y vender casas sólo desde noviembre de 2011, incentivando a especuladores y cubanos-estadounidenses que buscan regresar, al menos ocasionalmente. Muchos ven un auge futuro del mercado inmobiliario. Milly Díaz, de la inmobiliaria Cuba Home Direct, dijo el jueves que las solicitudes de información han crecido un 4,000% desde que el presidente de Estados Unidos anunció el miércoles que va a normalizar las relaciones con Cuba. “Estamos anticipando una afluencia de muchos más compradores extranjeros porque el dinero inteligente ve a Cuba y La Habana con un enorme potencial”, dijo. A los extranjeros se les sigue prohibiendo tener una propiedad en Cuba, pero han jugado un pequeño rol en el mercado de bienes raíces porque los cubanos-estadounidenses o cónyuges extranjeros de los cubanos son lo que más demandan. Durante más de cinco décadas, Estados Unidos aplicó un embargo comercial a Cuba, la cual sobrevivió como lo hizo tras el colapso de la Unión Soviética. El líder revolucionario Fidel Castro se mantuvo en el poder hasta 2006 y fue reemplazado en la presidencia por su hermano Raúl oficialmente en el 2008. En un cambio dramático en el enfoque hacia la isla, el presidente estadounidense, Barack Obama, anunció que actuará con rapidez para normalizar las relaciones y flexibilizar algunas restricciones a los viajes, el comercio y la banca.   Bailando para disfrutar “No tengo idea de qué es vivir sin estar enemistados con Estados Unidos, pero me lo imagino, algo grandioso”, dijo Carlos Enrique Fernández, de 17 años, tras terminar de ensayar en la Escuela Nacional de Ballet aún sudoroso y exhibiendo sus mallas. Los bailarines cubanos carecen con frecuencia de zapatillas y tutús, que escasean debido a la frágil economía. Eso podría cambiar, así como para los beisbolistas a los que se les dificulta firmar contratos y ganar más dinero en el extranjero. No obstante, aún hay algunas barreras potenciales para un rápido cambio en las relaciones entre Washington y La Habana. Aunque Obama puede usar poderes ejecutivos para aliviar las restricciones sobre el comercio, la banca y los viajes, no puede levantar por completo el embargo económico de más de 50 años sin la aprobación del Congreso de Estados Unidos. Y el liderazgo comunista de Cuba es casi seguro que quiera controlar el ritmo del cambio económico. Raúl Castro ha puesto en marcha un programa de reformas económicas, pero son modestas y de lento movimiento, en un intento por construir lo que él denomina un “socialismo próspero y sostenible”. En las calles de la Habana ya se adelantan a contar una vida muy diferente después del embargo, conocido en la isla como “bloqueo” y siempre citado por los líderes del Gobierno como uno de los obstáculos para el desarrollo económico de Cuba. Los cambios podrían atraer inversión a la construcción, las telecomunicaciones, la agricultura y la infraestructura, pero el primer impacto sería en el turismo y los servicios. “No habría más trabajo para todos”, dijo Modesto Miguel Hoyo, de 50 años, un conductor de autobús que llegó cargado de turistas de América del Sur. El gana 395 pesos cubanos al mes, unos 15 dólares, y vive de las propinas de los turistas. En virtud de los cambios anunciados por Obama se suavizaron las restricciones de viaje a los estadounidenses. De Estados Unidos llega el segundo mayor número de turistas -después de Canadá-, en su mayoría cubano-estadounidenses y otros estadounidenses que viajan con una licencia incluida en el programa “pueblo a pueblo” implementado por Washington. Los viajeros estadounidenses pronto podrán llevarse hasta 400 dólares en bienes, incluyendo 100 dólares de tabacos y alcohol. “Voy a tener que ponerme duro y trabajar fuerte”, dijo Lázaro Pérez, un torcedor de puros a mano de 46 años mientras disfrutaba el aroma de uno de sus propios modelos.   Empresas no estadounidenses Los cambios en las políticas de Obama no sólo afectan el comercio con Estados Unidos. Fuera de ese país, las empresas han sido reacias a hacer negocios en Cuba por las sanciones. Francisco Cerezo, jefe en Miami del negocio latinoamericano de Foley & Lardner, dijo que en su firma de abogados ya habían aumentado las consultas de los bancos latinoamericanos, empresas privadas familiares y grandes empresas. “Ellos quieren entender cómo esto afecta a su estrategia en Cuba. Ellos quieren que caminemos a través de cómo posicionarse a largo plazo”, dijo. El cambio comercial con Estados Unidos significará mejorar la calidad y los servicios. A eso están dispuestos. “Está comenzando una nueva etapa y una futura influencia de norteamericanos aterrizando en La Habana. Tenemos que esforzarnos y dar lo mejor”, dijo Renier Vichot, de 31 años, trabajador de un restaurante privado en Centro Habana.  

 

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