- El desarrollo de tecnologías terapéuticas y de diagnóstico, la creación de fármacos selectivos y el conocimiento más preciso de los procesos del cuerpo humano, han llevado a entender mejor las enfermedades, permitiendo optimizar los tratamientos y logrando limitar el daño o prolongando el tiempo en que las complicaciones asociadas a la enfermedad causen la muerte.
- Como consecuencia de estos avances y asociado a intervenciones de salud pública, la expectativa de vida se ha incrementado en el país. Más personas viven más años. Muchos de ellos viviendo con enfermedades crónicas.
- Por otro lado, la dinámica en los hogares ha ido cambiando ante la presión económica que obliga a buscar uno o más empleos para los padres, esto impacta en la figura de autoridad, en la disponibilidad de tiempo para la convivencia de los miembros de la familia y disminuye los vínculos afectivos formados dentro del núcleo familiar. El resultado final es una disminución de la cohesión y soporte tradicionalmente encontrado. Las familias pues tienden a tener lazos menos sólidos.
- Sumemos a esto la constante campaña publicitaria en todos los medios, resaltando la juventud como el ideal a perseguir, la condición idónea para todos, señalando el proceso de envejecimiento como algo poco aceptado. Ahora queremos vivir más, ser jóvenes por más tiempo. Naturalmente la muerte la asociamos con el envejecimiento: mientras más lo retrasamos, más alejamos esta posibilidad. La industria del embellecimiento y bienestar se sustenta en esta premisa.
Decisiones al final de la vida
¿Qué decidir hacer con un enfermo terminal en la familia? ¿Hasta dónde seguir o detener el tratamiento? ¿Cómo lograr una decisión más humana y más apegadas a los deseos y creencias del enfermo?
Hace 100 años las personas fallecían en sus domicilios, en su propia cama, rodeados de sus seres queridos y bajo el cuidado de un médico de la familia, quien conocía a todos los miembros de manera regular. Actualmente, la situación ha cambiado y la mayoría de las personas mueren en unidades hospitalarias bajo el cuidado del personal de salud, con quien no han tenido oportunidad de desarrollar una relación de trato prolongado, y la muerte llega generalmente después de múltiples intervenciones de manejo que varían en su complejidad y costo, bajo una atención que puede ser esmerada y de calidad, pero no necesariamente personalizada.
Para darnos una idea de los costos, consideremos la operación de una unidad de cuidados intensivos, en ella los gastos llegan a ser tan altos como un tercio del presupuesto total de la institución y, a pesar de esta gran inversión, una de cada tres personas ingresadas muy probablemente no sobreviva a su hospitalización.
¿Pero por qué este cambio? Y ¿Qué implicaciones se derivan de ello?
Este fenómeno es multifactorial y no se ha dado de manera espontánea, sino a lo largo del tiempo. Algunas de las condiciones que han favorecido esto se mencionan a continuación: