Los extremos del capitalismo salvaje y el ambientalismo no son viables. Y ante el inicio (según expertos) de la cuenta regresiva para la especie humana, urge equilibrar la balanza.   Por Andrés Arell-Báez ¿Es posible que lleguemos a habitar un mundo desértico en su mayor parte del territorio, similar al representado por George Miller en su última entrega de la saga Mad Max? Según los académicos Billy Nye y Neil DeGrasse Tyson, aceptando que para llegar a ese destino debe haber una concatenación de hechos muy grandes, la desafortunada respuesta es positiva. Las palabras de ambos científicos tienen resonancia profunda en nuestra coyuntura, puesto que California se encuentra en un acelerado proceso de desertificación que ha obligado a sus ciudadanos a vivir con desesperantes racionamientos de agua, situación a la que, al parecer, está abocada a futuro la enorme ciudad de Sao Paulo, en Brasil. Andrés2“Desde hace aproximadamente una década se está hablando, cada vez con más profundidad y seriedad, del concepto de ‘desarrollo sostenible’. Producto de esos debates y naciente conciencia, en los diferentes países del mundo se han consolidado diferentes reglamentaciones que buscan encontrar un equilibrio entre las necesidades del crecimiento económico y la protección ambiental. Hoy, el paso a seguir es hacer respetar al máximo esa institucionalidad.” Las palabras son de Andrés Henao y Yovany Elorza, fundadores de consulMAC (Consultoría – Medio Ambiente – Construcción), consultora ambiental aliada de grandes proyectos de infraestructura vial que se encuentran en ejecución en Colombia. “Nuestra operación tiene como objetivo hacer viables los proyectos, a partir de cuatro puntos básicos: la mitigación, el control, la compensación y la prevención de los impactos ambientales generados.” La mitigación se logra estructurando los proyectos de manera que el impacto de la actividad sobre los ecosistemas se disminuya. “En muchos de los procesos o actividades concernientes a la ejecución de estos proyectos se generan aguas residuales, y su vertimiento sin previo tratamiento sobre las cuencas deteriora los ecosistemas. La instalación de un par de plantas de tratamiento para aguas domésticas e industriales disminuye de forma considerable el grado de afectación del recurso.” El control tiene como objetivo mantener los procesos productivos en los niveles de contaminación que permitan un deterioro del medio ambiente acorde a los estándares preestablecidos. “Cuando se trabaja en pozos petroleros, se construyen y adecuan vías sin pavimentar por las que transitan constantemente vehículos para el transporte de personal, equipos, materiales y productos. Esta acción genera cantidades alarmantes de material particulado que podría afectar principalmente las vías respiratorias de humanos y animales; este impacto puede ser controlado con un simple sistema de riego que mantenga húmeda la vía en época de menores precipitaciones.” La compensación busca retornarle al medio ambiente, muchas veces con creces, el impacto generado por el desarrollo del proyecto. “Si para construir una vía se requirió el aprovechamiento forestal de una hectárea de alguna especie forestal, se busca un espacio, dentro del mismo ecosistema, donde se pueda reforestar con al menos el doble de las hectáreas aprovechadas, de manera que el daño ejecutado sea reparado.” En marzo de este año, según la Agencia Estadounidense Oceánica y Atmosférica (NOAA), la concentración mensual de CO2 en la atmósfera superó las 400 partes por millón, una cifra pasmosa y, según muchos científicos, apocalíptica. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático había anunciado, en la presentación de su último reporte, que alcanzar esa cifra era el inicio de la cuenta regresiva para la especie humana. Para estos empresarios, Andrés y Yovany, comprometidos con el mejoramiento de las condiciones ambientales a escala mundial y que en poco tiempo han logrado posicionar a su empresa consulMAC como una de las más importante del área ambiental, “la verdad, es imposible obviar el daño ecológico. Igual de imposible es parar el crecimiento económico. Los extremos del capitalismo salvaje y el ambientalismo no son viables. Un punto medio es la evolución que necesitamos, lo que hoy conocemos como ‘desarrollo sostenible’. Hacia eso debemos apuntar”. Continúa Andrés diciendo que “una de las grandes metas, frente a lo que queremos y podemos llegar a hacer, es un proyecto que esperamos concretar en el segundo semestre de este año, un invento patentado con el que podremos generar cambios en el saneamiento básico a partir de la reutilización de las aguas grises generadas en las viviendas, de manera que el consumo del agua potable en los hogares disminuya considerablemente, lo cual se reflejaría no sólo en la disminución de la demanda del recurso, sino en un ahorro económico en los hogares por el pago del servicio. Una iniciativa con este alcance, a nivel masivo, global, podría estar solucionando el problema del agua potable en muchas partes del planeta, y mantener el statu quo en la sociedad”. Más allá de los deseos de ambos, la situación global está cambiando. En diciembre de este año se espera que en el marco de la Cumbre del Clima en París, donde tendrán asiento los principales líderes del mundo, se tomen decisiones en que por primera vez el medio ambiente sea el elemento de más peso, imponiendo sus necesidades a las de la economía. “La valorización de un proyecto medioambiental debe tener la capacidad de frenar aquellos que sus costos ambientales superen a sus beneficios económicos. Eso es lo que dice la ley, y lo que nosotros hacemos es hacer cumplir la ley en temas ambientales.” El gran aliado, entonces, del desarrollo sostenible es un Estado comprometido con el medio ambiente. “Claramente, la protección ambiental tiene el peso que la ley y el Estado le den. Es cierto que muchas empresas actúan ya con conciencia del impacto en el medio ambiente, pero es el gobierno, a través de las distintas ramas del poder, el que nos da la fuerza necesaria para protegerlo, imponiendo sanciones, multas o impedimentos.” Así que en países democráticos la protección de la naturaleza se da según las personas que el pueblo vote, haciéndolo una clara responsabilidad ciudadana. Durante décadas, las externalidades negativas han sido asumidas por todos, a través del deterioro de nuestro patrimonio ecológico. Es hora de ajustar la balanza, siendo –sin duda alguna– la consultoría ambiental el paso más acertado en este momento, apoyando su ejercicio en la consolidación de marcos regulatorios sólidos en temas ambientales.   Andrés Arell-Báez es escritor, productor y director de cine. CEO de GOW Filmes.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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