Documentado desde hace un par de años, el fenómeno de la desaparición de las abejas en el mundo ya alcanzó a México. La miel que degustamos en muchos alimentos es una obra de arte de la naturaleza. La polinización natural intermediada por los insectos, servicio gratuito que nos otorgan las abejas, por desgracia, escasea desde hace algunos años. La producción de este dulce alimento atraviesa una crisis sin precedentes. Nos enfrentamos a la desaparición de miles de colonias de abejas en todo el mundo. ¿Qué lo está probablemente provocando? Destacan factores climáticos y medioambientales, la introducción de especies exóticas de abejas, un inadecuado manejo de colonias, y principalmente el uso indebido de insecticidas en las plantas. México ocupa el quinto lugar con una producción de miel de más de 57 mil toneladas anuales, la apicultura es una actividad del campo de sobra estratégica. El país exporta 30,000 toneladas y genera 130 millones de dólares en divisas en beneficio de 45,000 apicultores en todo el país, quienes explotan 1.9 millones de colmenas. La producción se concentra Yucatán, Campeche, Jalisco, Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Quintana Roo y Michoacán. La miel mexicana se encuentra catalogada entre las más apreciadas en los mercados internacionales debido a sus cualidades aromáticas, sabor y consistencia. De acuerdo con Sagarpa, se clasifica por “cremosa” del Altiplano, cosechada durante el otoño; las mieles de azahar de primavera de las zonas citrícolas de Veracruz y Tamaulipas; miel de campanita de Oaxaca, Puebla y Guerrero; miel aromática de la Península como Haabín, Tzitzilche, Xtabentun y Tajonal, así como la miel de mangle proveniente de las costas mexicanas. Todas estas zonas podrían estar en riesgo si la desaparición global de las abejas continúa. Al ser el principal grupo de polinizadores y jugar un papel esencial en el ciclo biológico, el fenómeno gana relevancia a nivel mundial y en México. Parece ser que la capacidad para resistir enfermedades y parásitos disminuye si las abejas se enfrentan a un pobre estado nutricional y a la exposición a sustancias químicas tóxicas. Algunos plaguicidas parecen debilitar a las abejas melíferas, al hacerlas más sensibles a la infección y los parásitos. En Norteamérica y Europa, la tendencia del número de abejas y otros polinizadores parece ir a la baja. En muchos casos no existen programas y legislaciones destinadas a la vigilancia del estado actual de las colonias. Por ejemplo, en los últimos inviernos, la mortalidad de las colonias de abejas melíferas en Europa ha sido del 20% en promedio, aunque hay países que llegaron a perder el 53% de sus colonias. La agricultura industrial parece que juega un papel fundamental en la devastación de comunidades enteras de insectos polinizadores:
  • Las prácticas intensivas provocan la destrucción del hábitat natural de las abejas.
  • La expansión de los monocultivos y la falta de diversidad inciden directamente en las colonias, limitando la capacidad de anidación.
  • El cambio climático conlleva al aumento de temperaturas, modificaciones de pautas de precipitación y fenómenos meteorológicos extremos. Las abejas lo resienten.
En México, las noticias sobre el colapso de las colmenas comenzaron a preocupar en mayor medida desde 2006. La UNAM, el Ecosur y en la Secretaría de Agricultura fueron alertados por el Gobierno de Estados Unidos. De acuerdo con la investigadora Laura Espinoza, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, la diferencia es la adecuada protección del contexto ambiental. “Aquí los estados de mayor producción de miel son regiones con una gran cubierta vegetal silvestre y gran biodiversidad. Allá existen gigantescas regiones con un solo cultivo y explotación intensiva. Aquí la agricultura se hace en terrenos más pequeños y muchos de los apicultores tienen a la producción de miel como actividad secundaria”, asegura. La clave, pues, es crear un campo más sustentable para proteger a las colonias de abejas que nos aportan su dulce alimento y su protagonismo en el ciclo vital. Cuidar nuestros recursos alimentarios depende de ellas, y en definitiva, de nosotros.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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