La falta de educación financiera no es privativa de los sectores populares, sino una carencia de la sociedad en general.     En anteriores entregas hemos expresado cómo la inclusión financiera es un detonante del desarrollo de los países. Pero más allá del servicio que llevan las instituciones, es importante hacer una pausa y reflexionar sobre uno de los factores fundamentales de esta inclusión: la educación financiera. Sin duda hay mucho camino que recorrer en este tema, pero es un error pensar que quienes más retraso presentan son quienes forman los sectores populares. Nada más erróneo, puesto que esta carencia afecta a toda la sociedad. Es común encontrarse con servicios financieros sofisticados de los que los usuarios entienden poco o nada sobre qué son, cómo pueden utilizarlos, cuáles son los riesgos inherentes a los mismos, etcétera. Para ello es necesario implementar de manera formal temas de educación en los productos financieros, ya que en el momento que alguien empieza a experimentar con un producto financiero, de alguna manera está aprendiendo; sin embargo, hace falta un esfuerzo más explícito para ayudarle al cliente a entender de una forma más conceptual o teórica en qué consiste el producto que adquiere y cómo le puede sacar mejor provecho. Además de los beneficios de formalizar esta educación, no podemos dejar de lado que ésta es una de las principales defensas para el sobreendeudamiento. Clientes más informados y educados son mejores clientes y contribuyen a un sistema financiero más saludable. Ahora bien, en la base de la pirámide existen otros factores que dificultan su implementación y que van de la mano con proveer el servicio. El principal es la dispersión geográfica de la población. Las instituciones de microfinanzas han hallado metodologías para proveer el servicio y educar a sus clientes de una manera práctica y escalable, muchos de los cuales conocen el sistema financiero a través de productos como los microcréditos. Tres son las grandes ventajas de la educación financiera:
  • Fomenta una cultura de ahorro y previsión a través de los servicios financieros.
  • Promueve una conciencia de la capacidad de pago para evitar el sobreendeudamiento.
  • Difunde información de utilidad para comparar diferentes opciones de productos y servicios financieros.
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