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El debate sobre la calidad de la educación en México se ha centrado en los encargados de impartir la enseñanza. La reforma educativa, de hecho, se basa en la premisa de mejorar la educación a través de mayor capacitación y evaluación docente. Sin embargo, numerosos estudios internacionales apuntan a que el problema de la educación en México va más allá del modelo burocrático del profesorado. El nivel alarmante de jóvenes catalogados como ninis, la falta de habilidades de los estudiantes de primaria y secundaria en áreas básicas para el desarrollo académico, parecen indicar problemas profundos en la educación que no se resolverán del todo con maestros mejor evaluados. Entonces, ¿dónde se encuentra la raíz del problema? ¿El modelo educativo actual afecta la calidad de la educación? ¿El modelo elegido fomenta la adquisición de habilidades?   El modelo educativo mexicano El principal problema del modelo educativo actual es precisamente que no es actual. Los niños mexicanos siguen aprendiendo bajo una premisa educativa que hace 50 años pudo funcionar, pero que hoy es obsoleta. ¿Qué sucede cuando se aprende bajo un modelo diseñado para una realidad estática? Simplemente no se adquieren las herramientas necesarias para adaptarse a un mundo dinámico, global y de interacciones constantes. Hoy día se habla de la alfabetización digital. Aquellos que no tengan los medios de acceder a una educación que los prepare para sacar jugo a los nuevos modelos de trabajo e interacción a través de la tecnología, simplemente no podrán incorporarse al mercado laboral. El modelo educativo mexicano ha pretendido actualizarse incorporando clases de inglés y computación, sin embargo, esto no es suficiente porque la estructura fundamental y la concepción de cómo se aprende, sigue siendo la misma. En el sistema escolar estandarizado el profesor manda, el alumno obedece y hace tareas aburridas sobre temas que nunca le servirán. El miedo a no aprobar es alto y hay una presión para “saber” una fecha determinada: la del examen. Este sistema educativo sirve para aprobar exámenes y no para aprender [1]. Si el aprendizaje no es para el estudiante, se desincentiva la creatividad, la imaginación y las ganas de adquirir conocimiento, ya que éste sólo sirve para verterlo en un examen. Un sistema así no da lugar a pensar diferente, ni da oportunidad para buscar soluciones creativas a problemas tradicionales, ni motiva a crear ideas. ¿Cuántas escuelas en México tienen laboratorios, estudios, talleres o lugares para “hacer” y no para memorizar o repetir? Las escuelas deben dar a los estudiantes la oportunidad de desarrollar habilidades del siglo XXI: colaboración, comunicación, pensamiento crítico y uso de tecnología. Los resultados de las pruebas PISA parecen indicar que la educación en México no crea conocimiento y los alumnos no asimilan lo que se enseña. ¿Qué hacer para resolver este dilema? ¿Cómo romper la concepción de un aprendizaje estático que requiere más memoria que imaginación o curiosidad? Es obvio que la educación pretende un aprendizaje, pero ¿nos hemos preguntado de qué tipo?   Edupunk o educación disruptiva Los estudiantes mexicanos del siglo XXI requieren de una nueva forma de abordar la docencia, la enseñanza y el rol del alumno como aprendiz. Sin embargo, están inmersos en un sistema obsoleto, que se relaciona cada vez menos con su realidad. En su gran mayoría, sus maestros fueron educados en el siglo XX, y muchas veces son ajenos a los nuevos contextos permeados por la tecnología y el internet. Al mismo tiempo, el centro de la estructura conceptual del aprendizaje en México es la evaluación. La obsesión por la calificación crea un sistema de recompensa/castigo en que aprender no es un placer sino una obligación. Ello, sin descontar que en el sistema tradicional el aburrimiento por repetición y la obligación de memorizar destruyen la curiosidad. A todas luces, se requiere un aprendizaje transformador. Un nuevo modelo de aprendizaje-enseñanza que permita al estudiante involucrarse en aquello que aprende y donde este conocimiento lo transforme como persona. A este modelo educativo se le ha llegado a llamar Edupunk o educación disruptiva, y ya es una realidad.   Las 4 tendencias educativas más disruptivas
  1. Gaminificación de la educación: Al fusionar el aprendizaje con la lógica de los videojuegos se favorece la participación de los alumnos, se potencia su motivación y compromiso con el aprendizaje. Puede generar ambientes creativos a través de prácticas, simulaciones y exploraciones.
  2. Aprendizaje en la nube: Uso de plataformas digitales para el aprendizaje. En la enseñanza superior, esto es una realidad gracias a los cursos masivos abiertos en línea o MOOC. América Latina observa un gran crecimiento de la oferta de educación superior en la nube, sin embargo, se requiere ampliar este tipo de cursos a otros niveles de educación como es el básico o secundaria, y medio superior o bachillerato. (Para ver sobre nuevos modelos de capacitación docente y el Informe del Observatorio de Innovación Educativa sobre MOOC.)
  3. Aprendizaje híbrido (Blended): Aquí se combina la educación presencial con modalidades virtuales. Ésta es la tendencia educativa más promisoria, ya que en el futuro cambiará notablemente la forma en que existen y operan las escuelas. Un ejemplo de esta tendencia son las llamadas clases invertidas, que permiten usar videos para aprender en el hogar y dejar la escuela para hacer prácticas dirigidas por docentes-facilitadores que actúan como guías del conocimiento. (Modelo de escuelas híbridas en Estados Unidos.)
  4. Aprendizaje adaptativo: Se trata de plataformas de aprendizaje que utilizan el poder de los datos para personalizar la enseñanza. Un alumno produce una inmensa cantidad de datos: ¡entre 5 y 10 millones al día! Gracias a esto se pueden crear secuencias personalizadas de aprendizaje. (Ver “Las 10 plataformas de aprendizaje adaptativo que viajan al futuro de la educación” y “Conoce a Knewton…”, la mayor plataforma de aprendizaje adaptativo.)
  ¿Y los maestros? El rol del profesor como evaluador o poseedor de la verdad absoluta parece quedarse atrás en el mundo actual. Hacer que los alumnos piensen, cuestionen, investiguen, es el verdadero papel del maestro. Necesitamos al profesor en un rol abierto hacia lo que sucede en el mundo y en la actualidad de los estudiantes. En México, muchos de los profesores viven secuestrados por grupos de interés, nacidos dentro de un sistema político y educativo prehistórico. Las formas de operar de estos grupos se contraponen a la realidad actual. Sin embargo, subsisten amparados bajo esquemas ideológicos también obsoletos pero rentables en términos económicos. El resultado: millones de estudiantes y profesores condenados a padecer lo peor de un sistema educativo arcaico. Mientras esta realidad no sea transformada, poco o nada valdrán los esfuerzos reformadores. Incidir en la realidad educativa implica liderar una transformación que conduzca al estudiante a interesarse por aprender, capaz de conducir una experiencia que abra los ojos hacia mundos diversos. Los niños y jóvenes mexicanos necesitan un tipo de aprendizaje que fomente la búsqueda de soluciones a problemas específicos, que permita aplicar el conocimiento adquirido a la realidad cotidiana y que además incorpore medios no formales de aprendizaje abundantes hoy en día. El aprendizaje en la era de la información puede y debe ocurrir más allá del aula. Hacia allá es hacia donde debe moverse la educación en el país.
[1]Acaso, María, y Manzanares, Paloma, Esto no es una clase: Investigando la educación disruptiva en los contextos educativos formales, Fundación Telefónica, 2015.
Contacto: Twitter: @PaolaVPalma   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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