Puede que Vivek Ramaswamy tenga apenas 30 años, pero ya se ha consolidado como una leyenda de la biotecnología rescatando varios fármacos olvidados y convirtiéndolos en éxitos comerciales.   Por Matthew Herper y Nathan Vardi En junio, Vivek Ramaswamy, un ex socio de un fondo de cobertura de 29 años de edad, canceló sus planes de luna de miel por los Alpes franceses y suizos, y en su lugar llevó a su nueva novia a la Bolsa de Valores de Nueva York, en donde él dio el campanazo que puso en marcha la mayor oferta pública inicial en la historia de la industria biotecnológica estadounidense. ¿Qué podría ser más romántico que unos pocos cientos de millones de dólares (mdd) en ganancias en un solo día? La empresa de Ramaswamy,  Axovant Sciences, con sede en Bermudas, había sido fundada apenas ocho meses antes, pero ahí estaba, levantando 360 millones de dólares (mdd) para desarrollar un fármaco contra el Alzheimer que había sido prácticamente abandonado por el gigante de la industria farmacéutica GlaxoSmithKline. En el primer día de cotización, las acciones prácticamente duplicaron su valor, dando a Axovant una capitalización de mercado de casi 3,000 mdd. Teniendo en cuenta que Ramaswamy había persuadido a Glaxo de cederle el medicamento por simples 5 mdd de adelanto, los recién casados tenían razones para sentirse extasiados. Sin embargo, así como empezó la luna de miel, terminó. ¿Por qué Glaxo habría vendido un fármaco tan prometedor por tan poco?, preguntaron los críticos. ¿Y cómo podría una empresa con 10 empleados, dos de los cuales eran la madre y el hermano de Ramaswamy, valer tanto? Los expertos, analistas y la blogosfera se arremolinaron rápidamente en torno a esas dudas, y las acciones de Axovant entraron en caída libre. A principios de septiembre cotizaban 12% por debajo del precio de salida a bolsa. Los detractores han posicionado a Ramaswamy, un  hombre joven, guapo y encantador, como el rostro de la burbuja de la biotecnología. Eso no es algo difícil cuando el iShares, el índice biotecnológico del Nasdaq ha aumentado 300% en cinco años, en comparación con una ganancia de 100% para el índice Nasdaq y 70% para el S&P 500. Los números son atemorizantes, a pesar de una gran cantidad de avances reales, incluyendo el desarrollo de medicamentos para reducir tumores cancerígenos, de la cura para la hepatitis C y de tratamientos que sustituyen a los genes defectuosos. Y serían absolutamente aterradores si el gobierno estadounidense dejara de aprobar o pagar altos precios por muchos fármacos. Pero este miedo ignora el alcance de lo que Ramaswamy persigue: el rescate de fármacos olvidados por la industria farmacéutica. Independientemente de si el Axovant es eficaz, la salida a bolsa, según Ramaswamy, es sólo “un primer paso en una misión más grande” para liberar fármacos abandonados o que dejan de ser prioridad rutinariamente en los planes de las compañías farmacéuticas, sin llegar nunca a los pacientes o a los bolsillos de los inversionistas. “Es un problema ético de una magnitud poco apreciada”, dice Ramaswamy. “Así que muchos de los medicamentos que habrían sido de utilidad para la sociedad han sido dejados de lado. Ciertos medicamentos han sido eliminados por razones que no tienen nada que ver con sus méritos de fondo.” Apoyándose en su conocimiento de Wall Street y armado con un fondo de 400 mdd, Ramaswamy construye una cartera no de acciones, sino de fármacos que ha comprado por “centavos”. Usando un conglomerado farmacéutico que formó el año pasado, Roivant Sciences, Ramaswamy espera salvar decenas de empresas, como lo hizo con Axovant. “Éste será el mayor esfuerzo de retorno de inversión realizado en la historia de la industria farmacéutica”, presume. “Será una cartera de productos tan profunda y diversa como la empresa farmacéutica más prometedora en el mundo, pero con una eficiencia de capital sin precedentes.” Hay un precedente. Lipitor, el medicamento más vendido en la historia, estaba casi abandonado, y Imbruvica, el fármaco detrás de la compra de 21,000 mdd de Pharmacyclics por parte de Abbvie en mayo, fue comprado en 2006 como parte de un acuerdo de 7 mdd. Al menos una docena de empresas de éxito se han construido en torno a la compra de un medicamento olvidado. Y Ramaswamy ha establecido rápidamente una trayectoria récord: 76% de su participación en Roivant Sciences y su píldora contra el Alzheimer, cuyo nombre clave es RVT-101, ha producido un retorno en papel de 20,000% desde su inversión inicial de 5 mdd. Antes de eso, Ramaswamy convirtió una compra de 8 mdd de varios medicamentos para tratar el virus de la hepatitis B en una participación de 110 mdd en Arbutus BioPharma, con un retorno en papel de 1,275%. En mayo, Roivant compró un medicamento para la psicosis por 4 mdd a Arena Pharmaceuticals. También se asoció recientemente con un grupo de la Universidad de Duke con una trayectoria de invención de medicamentos contra enfermedades raras. Un torbellino de acuerdos similares ha hecho de Ramaswamy un miembro de la lista Forbes 30 Under 30, el CEO más joven de la industria biofarmacéutica. Puede que pronto será su billionaire más joven. Forbes estima que Roivant tiene un valor de 3,500 mdd, dejando a su fundador millennial una fortuna con un valor de unos 700 mdd. Ramaswamy, que acaba de cumplir 30, tiene aspiraciones más grandes. Roivant, dice, se convertirá en el “Berkshire Hathaway del desarrollo de medicamentos”. farmacos_olvidados  

 

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