En el futuro hay dos escenarios posibles para el precio del petróleo: o muy barato o muy caro. Ambos ofrecen un incentivo claro para invertir en fuentes renovables.   Post invitado de Wal van Lierop* Como inversionista en startups, siempre estoy poniendo a prueba mis suposiciones y actualizándome en el estatus actual del sector energético y tratando de prever la dirección que tomará en el futuro. Algunas preguntas clave que me hago para este año dinámico: ¿La actual crisis del petróleo marcará un cambio hacia una industria de energía más limpia o simplemente es una repetición de la historia? Aunque el precio del petróleo de hoy –de 45 a 50 dólares por barril– es probablemente demasiado bajo para ser considerado como el nuevo estándar, ¿qué podemos esperar en el futuro? Una cosa es segura: el cambio se avecina. Aunque la demanda de petróleo y gas continuará durante décadas, disminuirá a medida que las fuentes de energía renovables repunten gradualmente. Muchas cosas pueden pasar entre entonces y ahora. La Agencia Internacional de Energía (AIE) y muchas otras partes con gran credibilidad siguen pronosticado que nuestra creciente población mundial actual de 7,000 millones de personas alcanzará los 9,000 millones para el 2050 y necesitará mucha más energía, particularmente porque la mayoría de esas personas aspirarán a un nivel de vida como el que se goza en América del Norte. Así que no es de extrañar que Abdalla El-Badri, secretario general de la OPEP haya dicho recientemente que si los productores no invierten en nuevos suministros de petróleo y gas, podríamos ver al barril de petróleo dispararse a 200 dólares por barril. Por otro lado tenemos a Bob Dudley, CEO de BP, quien cree que no veremos un barril de 100 dólares “durante mucho tiempo”. La innovación en la industria del petróleo, sobre todo la revolución del fracking en Norteamérica, ha cambiado drásticamente el suministro de petróleo. Con proyectos más pequeños y flexibles que requieren menos capital y ofrecen tiempos de entrega más cortos, el fracking ha permitido una mayor capacidad de adaptación a las volátiles condiciones del mercado. Las perspectivas para el petróleo y gas de esquisto podrían ser igual de fuertes en muchos lugares del mundo. Aunque el auge de shale resulta difícil de replicar (debido a factores como las diferencias regionales en la geología, las regulaciones y los incentivos para los propietarios de las tierras), en muchos casos, llevar nuevas tecnologías a campos maduros ayudarán a mantener la oferta y frenar el aumento de los precios del petróleo. La débil demanda es otro factor importante para evitar que los precios del petróleo suban. No sólo dado el crecimiento decepcionante en China, sino también en América del Norte. El número de propietarios de automóviles privados en el mundo occidental ha comenzado a caer en la última década, especialmente entre los jóvenes. Basándonos en el éxito inicial de Tesla y la llegada de empresas de autos compartidos como Car2Go y Uber, y la entrada de de Apple y Google en el juego de los coches autónomos, hay razones para prever un futuro en el que no todo el mundo tenga a su disposición un vehículo con motor de combustión interna de su propiedad. Sin embargo, el cambio es lento: un camión o autobús y muchos autos a gasolina vendidos hoy en día seguirán circulando en algún lugar en el mundo durante los próximos 30 a 40 años. Por lo tanto, parte de la demanda de hidrocarburos continuará. El sector financiero es un tercer factor que inhibe el aumento de los precios del petróleo. Aunque ya vemos a muchas instituciones financieras diversificándose de las existencias de hidrocarburos por una suma de 2,600 millones de dólares (mdd) debido a la presión social y ambiental, el reciente discurso del gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, influirá en la voluntad de las grandes instituciones financieras para seguir invirtiendo en proyectos de hidrocarburos tradicionales en el futuro. Uno de los riesgos más significativos en los que se enfocó Carney durante su discurso es el costo transitorio, el costo de las amortizaciones de los activos de hidrocarburos tradicionales que debe ser absorbido por los países si toman en serio sus esfuerzos por alejarse gradualmente de los hidrocarburos. Incluso a pesar de que la fecha límite para una sociedad 100% libre de carbono sea hasta el año 2100, esperamos que las políticas empiecen a tener implicaciones significativas en las próximas décadas. El mensaje es que “innovación sustentable” pueda volverse clave para el financiamiento energético futuro y que las compañías petroleras y gas tendrán que innovar mucho más de lo que hacen hoy con el fin de sobrevivir como grandes compañías productoras de energía en las próximas décadas. ¿Y qué hay de las arenas petrolíferas de Canadá, que históricamente han sido desarrolladas por grandes megaproyectos con largos plazos de entrega, CAPEX altísimos y fuertes economías de escala? Con el panorama del precio actual del petróleo a 55 dólares por barril en 2016 y 65 por barril en 2017, y el hecho de que la producción de arenas bituminosas tiene el reto de reducir su impacto en el medio ambiente, muchos dudan de que se pongan en marcha nuevos proyectos de arenas petrolíferas en los próximos 5 a 10 años. La reducción de costos y la innovación incremental de la eficiencia probablemente se asegurarán de que los proyectos existentes serán rentables a los bajos precios actuales, pero de carecer de algunas innovaciones espectaculares, a un plazo más largo la mayoría de las reservas de arenas petrolíferas canadienses probablemente permanecerán sin desarrollar. Lo que las arenas petrolíferas necesitan es innovación sustentable, rentable, modular y escalable que implique un gasto de capital más bajo y desarrollos más rápidos que aseguren una mayor flexibilidad. Para que esto sea una realidad, sería necesario multiplicar la inversión actual en innovación en los próximos años para la implementación de nuevos proyectos innovadores de 5 a 10 años a partir de ahora, y hacerlo a la mayor brevedad. Realmente es un caso de innovar o morir. Estamos en una enorme transición con implicaciones radicales para las instituciones financieras mundiales: demanda, suministro y regulación energética. Pero, ¿alguien se preocupa de verdad? ¿COP21 será un catalizador para el cambio significativo? Esperemos que estas preguntas se aclaren en París el próximo diciembre, con compromisos firmes que fuercen una aceleración del cambio impulsada por la innovación, que es, con grandes probabilidades, la única carta para jugar.   *Wal van Lierop, CEO de Chrysalix Energy Venture Capital. Desde que cofundó Chrysalix en 2001, Wal ha invertido en numerosas startups enfocadas en crear innovaciones en petróleo y gas, generación de energía, minería, productos químicos y manufactura.

 

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