Algunos críticos han proclamado que James Wan está reinventando el género con su nueva cinta. Al contrario, abraza cada uno de los clichés que hemos visto una y otra vez. A lo largo de su carrera James Wan ha dejado algo claro: le gusta el cine de horror. Su película más reciente sigue esa línea de homenaje/fanatismo a uno de los géneros más vilipendiados y populares del séptimo arte. En esta ocasión al horror que se hacía en Estados Unidos a finales de los 70 y principios de los 80 tomando como base un caso poco conocido de dos populares expertos en fenómenos paranormales. En El conjuro (The Conjuring, 2013), los cinco integrantes de la familia Perron parecen haber encontrado el hogar perfecto en el campo a las afueras de la ciudad. Siguiendo uno de los clichés más socorridos del género, la paz inicial se convertirá en pesadilla cuando un ente comience a manifestarse. Primero manifestándose de manera sencilla –cierre de puertas, jalar piernas a las niñas dormidas, olor putrefacto, etc.– para seguir con el acoso corporal y psicológico. Por su parte, Ed y Lorraine Warren (Patrick Wilson y Vera Farmiga) son un par de famosos investigadores paranormales. Ella es vidente y él es un demonólogo reconocido por el Vaticano. Juntos han resuelto decenas de casos, tantos que tienen un cuarto de su hogar lleno de objetos usados en ritos o poseídos por fuerzas malignas. Un gran ambiente para educar a un niño, sin duda. Después de una de sus conferencias, Carolyn Perron (Lili Taylor) se acerca a los Warren para implorar auxilio. Renuentes de inicio, nuestros cazafantasmas aceptan el encargo y harán todo lo que esté en su poder por liberar a los Perron de la congoja en que viven. Se agradece que Wan se haya tomado el tiempo de crear una historia original –más o menos– y no haya optado por el camino fácil de hacer un remake o reboot de material preexistente. El conjuro es una cinta llena de referencias a clásicos en especial a The Amityville Horror (1979) –no es casualidad que se haga referencia a un nuevo caso en Long Island–  y, en menor medida, The Entity (1982), Poltergeist (1982) o El exorcista (The Exorcist, 1973). En esencia, es todo lo que El último exorcismo: Parte II (The Last Exorcism Part II, 2013) quería ser. Algunos críticos gringos se fueron con la finta y han proclamado que Wan está reinventando el género con The Conjuring. Al contrario. El director abraza cada uno de los clichés que hemos visto una y otra vez, no los evita ni busca ofrecer algo novedoso, pero los ejecuta con presteza. En palpable el amor que le procesa al género en cada encuadre, Wan lo conoce y dibuja su filme dentro de los margenes previamente establecidos. Como apunta Ty Burr, de The Boston Globe: “El conjuro no excava nuevo territorio –de hecho, parece casi orgullosa de sus antiguas influencias canónicas– pero ara el terreno con una habilidad que se siente con mucho afecto. El fantasma que realmente inquieta en esta película es la nostalgia.” Parcialmente culpable del boom del torture porn gracias a su Juego macabro (Saw, 2004) y sus populares secuelas. Wan opta por mostrar la menor cantidad posible de sangre en pantalla, como hizo anteriormente en La noche del demonio (Insidious, 2010). Las emociones en El conjuro se crean a partir de las pequeñas cosas, como esa escena en que una de las niñas Perron apunta al vacío asegurando que alguien se esconde tras la puerta. De igual manera, mediante contrapuntos musicales cortesía de la partitura creada por Joseph Bishara o con juegos de cámara apoyados en el trabajo del cinefotógrafo John R. Leonetti. El universo de El conjuro es uno eminentemente femenino. Son las madres de cada familia las que cargan con el peso de los hechos, los maridos son más bien comparsas o un apoyo, los Perron tienen cinco hijas y el fantasma que los acosa es el de una mujer. Un planteamiento que recuerda a las cintas de terror de Carlos Enrique Taboada. El duelo de actuaciones entre Vera Farmiga y Lili Taylor es uno de los puntos más altos de la película. No son un par de mujeres que se sentarán a gritar a la espera de sucumbir a su destino, van a caer combatiendo. No son Ripley de Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979) pero tienen un espíritu similar. A veces, el susto más efectivo es aquel que se produce cuando rechina la puerta y el subconsciente nos traiciona… El conjuro se estrena el próximo 23 de agosto. [youtube id=”k7PeCmoUU38″ width=”620″ height=”360″] Contacto: @pazespa http://pazespa.tumblr.com/ http://butacaancha.com/

 

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