Por Ismael Jiménez  e Israel Pantaleón Durante los últimos 10 años, Juan Antonio Hernández ha invertido más de 600 millones de dólares (mdd) en Acapulco, y, con su nuevo proyecto Grupo Mundo Imperial, estima desembolsar otros 1,000 mdd en esa región de Guerrero. La primera parte de ese dinero fue para construir los cimientos del nuevo proyecto, llamado a ser el mayor desarrollo inmobiliario de Acapulco, que hace medio siglo era el destino turístico más importante de México, pero que quedó en el olvido para los inversionistas, pero no para Hernández, pues, recientemente, adquirió los hoteles Princess y Pierre Marques por 200 mdd. Formado en los negocios en la venta de autos y tras un paso poco afortunado como empresario del futbol, Juan Antonio decidió hace una década darle un giro a su actividad. Puso el foco en el turismo de Acapulco, un sitio con infraestructura envejecida y asolado por la violencia, pero que se mantiene como la opción de playa para millones de mexicanos de clase media y media baja, sobre todo en momentos en que el dólar vuelve inalcanzables otros destinos. Originario de Guanajuato y de profesión contador público, Hernández confía en que se puede recobrar la confianza en Acapulco. “Mi tarea no es únicamente como inversionista, estoy invitando a otros empresarios a que se sumen a mi proyecto, a que inviertan, si yo confío, puedo convencer a otros a que hagan los mismo”, expresa. La segunda etapa de Mundo Imperial totalizará 2,300 habitaciones, dos campos de golf, un hospital, una Universidad de turismo, un hotel boutique (con marca por definir) y un hotel con suites de lujo. El plan maestro contempla también áreas residenciales, un Eco Parque de diversiones, un área de Canopy de más de 1,800 m2 y un centro comercial, entre otros proyectos que estarán ubicados en un terreno de 42,000 metros cuadrados. Este mega proyecto iniciará su construcción este año y deberá estar concluido en una primera fase en 2022. Hernández también planea un proyecto inmobiliario al sur de la Ciudad de México, donde hoy están sus oficinas, que serán reubicadas. El proyecto comprende, según el empresario, un centro comercial, oficinas y departamentos de lujo. Pero, antes de más detalles sobre su portafolio empresarial, un recorrido por la historia de este hombre de negocios que quiere recuperar la gloria que vestía a Acapulco.   ¿Quién es JA Hernández? Avecindado desde muy pequeño en la capital de Hidalgo, Hernández hizo sus estudios en el Tecnológico de Pachuca y luego emigró a la Ciudad de México en 1964. Trabajó en la concesionaria Volkswagen Interamericana, primero en el área administrativa y después saltó al área comercial, donde encontró su vocación como vendedor de autos. Más tarde se cambió a Grupo Cresta, en el que se convirtió en el vendedor número uno de la compañía. “En varias ocasiones me ofrecían el siguiente nivel (en el organigrama de la empresa) y no lo aceptaba pues comparaba los ingresos que percibía como vendedor de automóviles y eran muchísimo más altos”, cuenta el empresario. Tiempo después Hernández renunció a la agencia con la idea de independizarse. Reunió sus ahorros y su liquidación y se inició como empresario en 1978, al lado de dos socios, con quienes formó la primera empresa de autofinanciamiento en México, Grupo Autofin. La firma es un conglomerado de 26 empresas que funcionan como negocios familiares y que incluye venta y financiamiento de autos, gasolineras, blindaje automotriz, bienes raíces, servicios funerarios y una ensambladora de autobuses, y emplea a 10,000 personas. Sus asociados se retiraron del negocio y a partir de 1981 Hernández se quedó como único propietario. Para 1994, Autofin lideraba la venta de autos en México, con 32,000 unidades colocadas mediante autofinanciamiento, la única opción al alcance de la población con menos recursos y que no eran sujetas de crédito por los bancos. El autofinanciamiento es un mecanismo de compra de un número determinado de vehículos, que se pagan con las mensualidades de un número igual de personas, las cuales reciben su unidad por turnos. En 2015, el grupo facturó poco más del equivalente ese año a 1,400 MDD, según cifras hechas públicas por la propia compañía, y tenía activos con valor superior a 1,300 MDD. Banco Autofin, el único de sus negocios que reporta cifras a instancias oficiales, registró al tercer trimestre de 2016 activos con valor a 5,283 millones de pesos, según la Comisión Bancaria y de Valores (CNBV). Gracias a ese modelo de venta, Autofin abrió sus propias concesionarias. Más tarde, con el fin de posicionar la marca, Hernández adquirió el entonces popular equipo de futbol profesional Toros Neza. El logo de Autofin en el uniforme de los jugadores posicionó la marca masivamente vía la transmisión de los partidos por televisión, pero también trajo problemas, pues Hernández recuerda que descuidó su negocio por estar atento a los reflectores que le daba el futbol. “Mi inclinación por ese deporte fue mi pecado de juventud, sin embargo, me ayudó mucho, fue la herramienta publicitaria que necesitaba para distinguir a mi empresa Autofin, y a mí como empresario”, reconoce. En 2002 Hernández vendió el Toros Neza, que ya estaba en segunda división y mudó su sede a Nuevo Laredo, Tamaulipas, donde jugó con el nombre de Los gavilanes de Nuevo Laredo.   Del futbol al turismo Pasaron 10 años antes de que Hernández volviera a la palestra, pero esta vez con una apuesta distinta: el turismo. En 2005, sin más anunció la construcción del complejo Mundo Imperial, un proyecto ambicioso en el que la inversión inicial rondó los 400 mdd. Contra lo que pueda parecer, no fue una decisión intempestiva. Dos años antes, en 2003, Hernández comenzó a comprar terrenos en la zona de Punta Diamante, en Acapulco, convencido de que tenía que diversificarse. Los primeros trazos del plan comenzaron, como ya es típico, en una hoja de papel, según cuenta Hernández. Un día un amigo, cuyo nombre omite, ofreció venderle unos terrenos en Punta Diamante. Él no estaba convencido de adquirirlos, pero el plan de negocios y el potencial de crecimiento que planteó su interlocutor lo convencieron, no solo de comprarlos, sino de iniciarse en el turismo y la hotelería. “No estaba muy convencido (de invertir en este sector), pero el negocio del autofinanciamiento ya se venía agotando y comenzábamos a tener excedente de liquidez, así que debíamos buscar dónde invertir el capital”, relata. La entrada de Juan Antonio Hernández al sector turístico coincide con el proyecto que el gobernador de Guerrero, René Juárez Cisneros (actual subsecretario de Gobernación), impulsó para reactivar Punta Diamante en 2003, y al cual invitó expresamente a invertir al dueño de Autofin. Pasaron 10 años para que la primera etapa de Mundo Imperial concluyera. Ésta contemplaba un auditorio, hotel resort y un centro de exposiciones. El siguiente paso fue la compra de los hoteles Princess y Pierre Marqués en marzo de 2015, los cuales se suman al plan maestro iniciado en 2005.   Destino de discordia e inseguridad Punta Diamante nació en 1988 bajo la administración del entonces gobernador José Francisco Ruiz Massieu; quien expropió grandes cantidades de tierra entre la bahía de Puerto Marqués y la desembocadura del río Papagayo. En aquel entonces la zona era prácticamente inhóspita y sólo era conocida por sus famosas playas del revolcadero y barra vieja, además de estar en la ruta hacia el aeropuerto internacional de Acapulco. El surgimiento de Punta Diamante no sólo dividió físicamente en dos a Acapulco, también lo hizo socialmente, y fue la antesala de diversos conflictos legales por la disputa de la tenencia de la tierra y abusos de despojos. Sin inversión, la infraestructura hotelera envejeció y muchos visitantes comenzaron a ver a Acapulco como un lugar para ir a consumir drogas y buscar lugares de prostitución, señala Arturo Álvarez, un taxista de más de 60 años que ha vivido toda su vida en el puerto. Acapulco es clave para Guerrero. Aporta 27% del PIB de un estado en el que los servicios generan 72% de toda la actividad local. Entre hoteles y restaurantes crearon cerca de 146,000 empleos e ingresos por 11,400 MDP, según Data-Tur. Pero la inseguridad le ha dado la puntilla. En el estudio Las 50 ciudades más violentas del mundo 2015 hecho por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal, Acapulco aparece cuarto en esa medición. Y el problema sigue. Hasta noviembre pasado, se reportaban 120 asesinatos al mes en la ciudad, entre baleados, ajusticiados y desaparecidos. La falta de seguridad limita la llegada de inversiones. En 2015 Guerrero captó apenas 0.5% del total de la inversión extranjera directa recibida en México, unos 161 mdd, mientras que a septiembre pasado había captado apenas 89 mdd. Solo la mitad de los acapulqueños tiene empleo formal. “El hecho de que haya en promedio dos muertos diarios en Acapulco es un factor que no anima a invertir, por lo que tienen que bajar esos indicadores”, señaló el pasado mes de octubre el Secretario de Turismo federal, Enrique de la Madrid. Quienes dan vigencia a Acapulco como destino turístico son los paseantes mexicanos. Cerca de 97% de los poco más de cinco millones de turistas que visitan el puerto cada año son nacionales, con una tasa de aumento de 10%, según Data-Tur. La tendencia no parece que cambiará en este 2017. La crisis presupuestal y la fuerte devaluación del peso frente al dólar jugarán a favor de este destino en la agenda vacacional de más mexicanos.   Patrimonio Autofin Hernández no desdeña el problema de la inseguridad. Como parte de Mundo Imperial proyecta la construcción de cuatro torres de seguridad y justicia, que estarán dispuestas a lo largo de la Riviera Diamante y albergarán oficinas de ministerio público, una comandancia de la policía federal, un gimnasio, un área de enfermería, un centro de mando y control de video vigilancia y equipo táctico para el patrullaje y resguardo de la ciudadanía. El empresario asegura que esas instalaciones son una donación que hizo Mundo Imperial al municipio con la idea de contribuir a la seguridad de la zona y los visitantes. Hernández no solo no cambia sus planes por la inseguridad: quiere otros empresarios se le sumen. “No tenemos los recursos para hacerlo solos (el plan maestro de la segunda fase de Mundo Imperial contempla 16 proyectos), por eso estamos buscando socios, que entren a cualquiera de los proyectos que consideren atractivo, proponemos que vayan con participaciones de 30 a 85% de la inversión”, dice. El empresario también inició la construcción de un estacionamiento de gran capacidad como complemento de Mundo Imperial. “La idea es que la gente llegue a ese punto, deje su auto y desde ahí nosotros les brindemos el servicio de traslado hasta nuestros hoteles”, refiere. El estacionamiento estará ubicado en el kilómetro 126 de la autopista México-Acapulco, en el municipio de Puente de Ixtla, y deberá estar terminado a finales de 2018. Tendrá capacidad para 5,000 autos, llevará el nombre de Miteques y contará con gasolinera, un hotel de 800 habitaciones, restaurantes y centros de esparcimiento para los vacacionistas que decidan descansar uno o dos días antes de arribar al puerto. Para aumentar la afluencia al puerto, Hernández dice que está en pláticas con las aerolíneas que operan en el aeropuerto de Toluca para atraer vacacionistas de esa ciudad y que arman paquetes para llevar y traer al visitante desde su casa hasta los hoteles y playas de Mundo Imperial. Recientemente, el gobierno de Guerrero informó la apertura de vuelos a Acapulco desde Monterrey, Guadalajara y San Luis Potosí.   Los negocios de Grupo Autofin
  • 18 concesionarias automotrices multimarca.
  • Banco Autofin.
  • Autofin Bienes Raíces.
  • Memorial Premium.
  • Armadora de autobuses King.
  • Dos gasolineras Pemex.
  • Grupo Mundo Imperial.

 

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