Ernesto de Lucas Hopkins renunció a la dirección general de ProMéxico. Forbes México platicó con él.   El 10 de diciembre, minutos después de que Ernesto de Lucas asumiera el cargo público más importante de su vida, el teléfono rojo de su despacho –a través del cual el Presidente de la República se comunica con sus subordinados– sonó. No era su jefe, Enrique Peña Nieto, quien le hablaba, sino Eugenio Ímaz Gispert, responsable del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), quien se ponía a sus órdenes dada la difícil encomienda que Ernesto tenía que desempeñar. A partir de ese día, El Pato, como se le conoce, era el funcionario responsable de dirigir ProMéxico, la agencia gubernamental promotora de inversiones; la institución que tiene que presumir que en México están puestas todas las condiciones para invertir, a pesar de los golpes del crimen organizado. El pasado 20 de abril, Ernesto de Lucas renunció al cargo para atender, según se consignó en un comunicado, proyectos personales. Forbes México sostuvo una conversación con él semanas antes de que esto ocurriera y en la que reconocía que su salida podía ocurrir en cualquier momento. ¿No todos los días sales de casa pensando que éste es tu último día de trabajo? Desde mi primer día de servidor público, en septiembre de 2000, y más hoy en día con las exigencias del actual Presidente de la República. Tengo 13 años pensándolo. Ahora, lo tengo más claro. Si en la iniciativa privada uno está sujeto a resultados, hoy en día quienes tenemos esta formación institucional sabemos que éste puede ser nuestro último día de trabajo. Su último día de trabajo en ese despacho tuvo el lugar el pasado 20 de abril. Meses antes, este joven de 36 años, de carácter amable y franco, había asumido la dirección de ProMéxico. Ciertamente, Ernesto de Lucas, desde el primer momento en el que pisó las oficinas de ProMéxico, al sur de la capital del país, se envolvió en un contexto donde los vientos soplaban en su contra. Por varios años, el despacho que encabezaba había sido rodeado por varios demonios: la inseguridad, el burocratismo, los egos entre funcionarios. ¿Qué fue lo primero que le vino a la cabeza en el momento en el que supo que su misión era salir a vender el país con todos los demonios que traía adentro? Ernesto respondía así: “Lo primero que hicimos fue entender cuál era la mentalidad del personal de Proméxico. Así, la primera instrucción fue inculcar la cultura de que aquí no hay horarios de trabajo. La segunda tarea fue definir cómo nos complementaríamos con otras áreas que también tienen la función de promocionar al país (como las Embajadas). En tercer lugar, entablar una sana relación con nuestros principales clientes: los empresarios”. Eso ya no ocurrió. Ernesto presentó su renuncia al presidente Enrique Peña Nieto el sábado pasado a través de un comunicado, motivado por “proyectos personales”. De Lucas Hopkins nació el 5 septiembre de 1976 en Magdalena de Kino, Sonora, y es abogado por  la Universidad del Noreste de esta entidad; cursó la maestría en Leyes y Gobierno en el Washington College of Law (American University). Después de su salida, ProMéxico informó que seguirá con la atención y cumplimiento de sus objetivos y actividades institucionales para atraer la inversión extranjera directa al país, impulsar la exportación de productos y servicios mexicanos, y apoyar la internacionalización de las empresas nacionales. Conclusión: el personaje que tenía la encomienda de promover los capitales mexicanos en el extranjero, y atraer cuantiosas inversiones al país, bajó los brazos, renunció a su misión. Lea la entrevista completa en la edición 05 de Forbes México.  

 

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