Es necesario recordar lo que debería ser obvio para cualquiera con el conocimiento  básico de matemáticas: Grecia no sufre de un problema de sobreendeudamiento tanto como de un mediocre crecimiento económico.   Por John Tammy Con Grecia una vez más en problemas para pagar su deuda pública, los mercados tienen diferentes grados de respuesta confusa. La pregunta obvia es si el pánico está sustentado en algo real de lo cual preocuparse. En realidad no. Como es siempre el caso, los temores del mercado son creación de un error del gobierno, no una preocupación por una entidad económica muy menor. Para ver por qué, primero es necesario recordar que una moratoria griega no sería nada nuevo. Como señalaron Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff en su muy mencionado libro de 2009 This Time is Different, Grecia ha estado al borde del default más o menos la mitad de su existencia moderna. Que sus acreedores podrían sufrir un “recorte” en lo que se les debe dista mucho de ser algo sorprendente. La única razón por la que un incumplimiento sería noticia tendría que ver con quiénes son los tenedores de la deuda del país. Como lo evidencian las acciones de los bancos alemanes y franceses en los últimos años, cada vez que se pone sobre la mesa el tema del default, una moratoria griega afecta a bancos que no tienen dirección en Atenas. En resumen, los problemas de deuda de Grecia tienen poco que ver con un país históricamente libertino y todo que ver con los bancos que se consideran erróneamente demasiado importantes como para que se les permita padecer sus errores. Es importante destacar que si a los bancos se les permitiera quebrar adecuadamente al igual que cualquier otra empresa privada, no habría nada que comentar con respecto a la exposición bancaria a Grecia. Mejor aún: los bancos probablemente no tendrían exposición a Grecia en primer lugar debido a su pésimo historial. En resumen, la participación del gobierno en lo que deberían ser hechos particulares de la economía privada ha creado una “crisis” que no existiría de no haber un deseo de los políticos para insertarse en una economía global que sería mucho más saludable sin injerencia política. “Saludable” es la palabra clave aquí, porque, no lo olvidemos, la falta de salud económica explica por qué Grecia se ha involucrado tan a menudo en defaults a lo largo de su historia moderna. Lo que no se discute lo suficiente es que Grecia tiene una economía que es aproximadamente del tamaño de Dallas, y que, como porcentaje de la economía de la eurozona en general, asciende a aproximadamente 3.2%. Que una parte tan pequeña de la economía europea tenga a los inversionistas en pie de guerra es una prueba más de que esto se trata de la exposición de los grandes bancos a Grecia, no sobre el posible default griego. El país en sí, sencillamente, no importa mucho desde un punto de vista global o europeo. ¿El contagio? ¡Qué risa! ¿Alguien piensa en serio que Suiza sufrirá “contagio” con relación a la deuda griega? Seamos serios. Es necesario afirmar lo que debería ser obvio para cualquiera con el conocimiento más básico de habilidades matemáticas: Grecia no sufre de un problema de sobreendeudamiento tanto como de un mediocre crecimiento económico. Si la economía crece, la deuda es fácil de pagar. Es por eso que los países ricos pueden tener grandes déficit, mientras que los países pobres tienen más dificultades para elevar su deuda. Si la economía de Grecia estuviera en auge no se enfrentaría a un posible incumplimiento de pago. Hay muchos responsables de esta debilidad: el euro débil (en términos de oro) ha sido durante los últimos 14 años el conductor oculto de un crecimiento más lento debido a la inhibición de la inversión que provoca. Pero el punto principal aquí es que si Grecia estaría en buen estado económico si hubiera disfrutado de menores tasas impositivas  (esto incluye un gasto menor por parte del gobierno, que es, por definición, un impuesto, independientemente de si está en “déficit” o “excedente”) y de un euro estable. Es muy probable que el default de la deuda pública no sería parte de la discusión. El único problema es que las buenas políticas no son actualmente la norma en Grecia. No sólo el euro se encuentra  débil e inestable, sino que, además, las entidades mundiales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), están pidiendo aumentos de impuestos para ayudar al país a pagar su deuda. Ignoran que las subidas de impuestos penalizan el trabajo y, en general, funcionan en contra del crecimiento económico real. Grecia tendría mucho menos probabilidades de caer en default si las políticas de sus vigilantes externos y de los socialistas en su interior se enfocaran en la reducción de la carga que representa el gobierno para la economía. ¿Qué pasa con el euro? ¿Es la moneda común el problema y, de ser así, sería prudente que Grecia la abandonara? La pregunta es el equivalente cómicamente obtuso de preguntar si Mississippi y Virginia Occidental deberían dejar el dólar a favor del peso mexicano. Las empresas y los puestos de trabajo son uno de los resultados de la inversión, así que imaginen cuán empobrecidos estarían esos estados si el dólar dejara de ser la moneda en uso. Grecia no es diferente. Si sale del euro, será mucho más difícil para un país cada vez más aislado atraer inversores deseosos de mantener las fuentes de ingresos que pagar el dracma. Por supuesto, lo anterior explica por qué Grecia no abandonará el euro, incluso si sale de la zona euro. La realidad es que la deuda del país está denominada en euros, por no hablar de que sus mejores empresas sólo podrán lograr financiamiento en la moneda del bloque. Ningún inversionista razonable invertirá en la deuda que pague en dracmas, y esto pone de relieve una vez más por qué Grecia no abandonará la moneda, incluso si vuelve al dracma como moneda nacional. ¿Qué pasa con los bancos en problemas en Grecia? Lo que no puede olvidarse es que los negocios nunca se quedan sin dinero en efectivo. Nunca. Los bancos griegos son víctimas de un gobierno sin visión que no para de minar su credibilidad; no obstante, los problemas por los que pasan sus bancos presumiblemente hablan de por qué Grecia no saldrá del euro. Finalmente, hasta los socialistas son golpeados por la realidad. Como hemos dejado claro, todo se trata de los bancos. Siempre es así. No tenemos nada en contra de ellos, pero seguro sería bueno si a un par de los grandes se les permitiera quebrar en función de su exposición a la deuda griega. No sólo ese fracaso sería saludable en última instancia, sino que esas implosiones servirían como un recordatorio de que la “inversión” en la deuda pública no es una calle de un solo sentido. Este fracaso sería enorme para la economía global.

 

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