Pese a las reformas, hay factores que pueden truncar las expectativas que se tienen sobre México para ser la próxima potencia económica.   El pasado 23 de febrero, el periodista estadounidense tres veces ganador del Premio Pulitzer, Thomas Friedman, se preguntaba en su columna publicada en el New York Times quién sería la próxima potencia mundial que dominaría el Siglo XXI. No es China ni la India, sino México, aseguró. La razón: que a pesar de los problemas de corrupción e inseguridad por los que atraviesa el país, cuenta con un potencial de innovación y de exportación que pocos pueden presumir. Además de los recursos humanos que puede generar, concluyó tras su visita por varios días en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey, escuela a la que se refirió como el “MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) de México”. Esta perspectiva tan favorable se ha ido reproduciendo en la prensa internacional, hasta el grado de llamar a México como “El nuevo tigre”, término que recuerda a los “Cuatro tigres asiáticos” (Hong Kong, Singapur, Taiwán y Corea del Sur), que a finales del siglo XX despuntaron en su crecimiento cuando se industrializaron sus economías. Pero a pesar de los buenos deseos, la realidad económica se ha impuesto demasiado rápido. Las cifras de crecimiento y de ingresos en el primer trimestre fueron menores a lo esperado, el gobierno espera un año “insatisfactorio” con respecto al PIB y la inflación no cede, por lo que se han tenido que liberar de aranceles las importaciones de varios alimentos para bajar sus precios. Con este panorama nada favorable, las cartas fuertes del gobierno de Enrique Peña Nieto son las reformas en sectores clave que se prevén se aprueben en su mayoría este año. Fitch Ratings subió la calificación de México el pasado 9 de mayo basado en la fortaleza macroeconómica del país y en el compromiso del gobierno federal por aprobar estas reformas. Pero la realización de estos cambios no tendrá efectos en el corto plazo y tampoco garantiza que se obtengan los resultados deseados, indican especialistas. A pesar de los nubarrones, ¿México puede seguir llamándose el nuevo tigre?   Ruge, pero no impresiona Las expectativas sobre el crecimiento de México para convertirse en la nueva economía emergente de moda, después de China y Brasil, comenzaron a crecer desde 2011. Jim O’ Neill, economista de Goldman Sachs, famoso por acuñar la marca BRIC que engloba a los países con mayor potencial (Brasil,Rusia,India y China), creó otro término: ‘MIST’, que encabeza México por delante de Indonesia, Corea del Sur y Turquía, como los nuevos jugadores importantes para la próxima década. Paradójicamente, las esperanzas sobre México ya no se ven tan claras, como si un banco de niebla (mist, en inglés), cayera sobre el camino del país. En el primer trimestre de 2013, el PIB de México creció 0.8%, menor a la esperada por el gobierno y mucho más baja que en el mismo periodo de 2012, de 4.9% y de 2011, de 4.3%. Esto llevó al gobierno a reducir su expectativa de crecimiento desde 3.5% a 3.1%. Aunque especialistas del sector privado prevén que en este año México crezca sólo 2.9%, de acuerdo con la encuesta publicada ayer por el Banco de México (Banxico). La semana pasada, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, dijo que el crecimiento está “quedando a deber”, aunque también aclaró que el menor ejercicio del gasto público en el primer trimestre se debió a que, por haber transición de poderes, la calendarización del mismo se hizo hasta febrero y no en diciembre, como se hace habitualmente. De acuerdo con el informe de finanzas públicas de la SHCP, el gasto programable en el primer trimestre fue de 653,503 millones de pesos (mdp), 11% menos que en el mismo periodo del año pasado. Aunque los inicios de sexenio suelen ser tradicionalmente de bajo crecimiento, los indicadores ponen al gobierno de Peña Nieto en una posición más desfavorable que en el inicio de la administración de Felipe Calderón. En el primer trimestre de 2007, el PIB creció 2.6%; la inflación en abril anualizada de ese año fue de 3.99%, mientras que en el mismo mes de 2013 fue de 4.65%, por arriba de la meta de Banxico. En empleo, aunque la tasa de desocupación en el primer trimestre de este año es menor que en el mismo periodo de 2007, hay más personas desempleadas (2.5 millones) que hace seis años (1.1 millones), y hay más gente trabajando en la informalidad: 28.2 millones en el primer trimestre de 2013 por 11 millones en el mismo periodo de 2007, de acuerdo con el Inegi. Al término de 2007, México tenía a 44.7 millones de personas en situación de pobreza, mientras que al finalizar 2012 aumentaron a 52 millones, de acuerdo con cifras de la Comisión Nacional de  Evaluación de la Política de desarrollo Social (Coneval).   Las reformas no bastan Con este panorama tan adverso, ¿México podrá cumplir con los augurios y ser la potencia económica que el mundo espera? Benjamín Núñez Zavala, profesor de la Facultad de Negocios  de la Universidad Anáhuac México Sur, indica que el país tiene la capacidad de crecer a tasas de 6%, pero mencionó que hay cinco factores que pueden limitarlo:
  1. El problema de inseguridad
  2. Bajo nivel de respeto al Estado de Derecho
  3. La crisis internacional
  4. Baja distribución del ingreso
  5. Límites en productividad, desarrollo tecnológico y calificación de mano de obra.
Pero hay otro factor que, probablemente, es el que menos se desea: que las reformas estructurales agendadas por el gobierno no se traduzcan necesariamente en mejor desempeño. “La teoría dice que vamos por el camino correcto, pero falta ver si esto se cumplirá”, agrega Benjamín Núñez. Nada garantiza que las reformas tengan el efecto deseado. Inclusive, la calificadora Moody’s indicó el 21 de mayo que la reforma en telecomunicaciones, aprobada por el poder Legislativo y los congresos locales y que aún no se promulga, no terminará con los monopolios en los segmentos de televisión y telefonía. Y con este panorama de desaceleración, los resultados podrían tardar más en llegar, como en el caso de la reforma laboral, promulgada por Calderón en noviembre de 2012. José Luis de la Cruz, director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tec de Monterrey, campus Estado de México, considera que esta reforma, en el corto plazo, no ha mostrado los resultados que se esperaban. “Se sigue observando que los salarios y las prestaciones no crecen o van retroceso, al menos en el sector de las manufacturas”, agrega el académico. Precisamente en el sector secundario, que incluye al industria manufacturera y construcción, es donde se está viendo menor dinamismo, derivado de la crisis global y la lenta recuperación de Estados Unidos, indica Benjamín Núñez, de la Universidad Anáhuac del Sur. “Los sectores primario y terciario se están mostrando más dinámicos. Hay un rompimiento de procesos y la crisis puede limitar el crecimiento”, comenta el catedrático. Los fundamentales macroeconómicos y la batería de reformas en diversos sectores que propone el gobierno federal siguen siendo las cartas fuertes de México para crecer a las tasas deseadas. Pero también se debe avanzar en materia de seguridad pública y Estado de Derecho, considera Núñez Zavala, y aunque indica que el gobierno también está atendiendo estos aspectos, si no se resuelven, no importa cuántas reformas se aprueben. “Los asuntos de seguridad pueden retrasar decisiones de inversión y en los procesos se crecimiento se le da mucha importancia al Estado de Derecho. Sin esto, por más reformas que se hagan, no tendrán impacto”, concluye.  

 

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