En las próximas décadas, todas las latitudes del mundo experimentarán una acelerada transición demográfica que augura que el siglo XXI sea recordado como el siglo del tsunami gris o el siglo del envejecimiento poblacional, ya que la población a nivel mundial experimentará un proceso inédito de envejecimiento.   Este cambio estructural generará grandes retos para las políticas públicas; en particular, tendrá gran impacto sobre los sistemas de pensiones, los cuales se verán sometidos a grandes presiones financieras en las próximas décadas.   Causas del envejecimiento poblacional El envejecimiento poblacional a nivel global se explica principalmente por dos factores: disminución en la tasa de fecundidad a nivel mundial y un aumento sin precedente en la esperanza de vida.   1. Disminución en la tasa global de fecundidad La tasa global de fecundidad (TGF) a nivel mundial ha disminuido considerablemente[1]: de 4.96 hijos por mujer en 1950-1955 a 2.51 hijos en 2010-2015; en este contexto, México no ha sido la excepción, donde se ha reducido de 6.75 hijos por mujer a 2.29 en el mismo periodo. Adicionalmente, las proyecciones indican que para 2050 la TGF a nivel mundial disminuirá y se estabilizará ligeramente debajo del nivel necesario para lograr el reemplazo poblacional (2.1 hijos por mujer); México se ubicará en niveles ligeramente menores (véase gráfica siguiente)[2]. img1_tsunamiLa disminución en el número de nacimientos por mujer se puede explicar por diferentes razones, entre las que destacan:
  • Cambios en las preferencias personales. Actualmente, las parejas, y particularmente las mujeres, prefieren acumular más años de educación y participar en el mercado laboral; ambas actividades favorecen tener menos hijos y retrasar la edad del embarazo.
  • Intensificación de programas de planificación familiar. Durante las últimas décadas, los gobiernos han fomentado que las parejas disminuyan el número de hijos a través de distintas medidas de planeación/prevención
  • Migración a las ciudades. Cada vez más, se ha presentado un fenómeno de migración de las ciudades a las zonas rurales. Esto ha aumentado las oportunidades laborales y mejorado la calidad de vida de las personas, postergando y reduciendo el número de hijos.
  2. Aumento en la esperanza de vida Durante las últimas décadas se ha registrado en todo el mundo un aumento en la esperanza de vida producto de, entre otros factores, cambios tecnológicos en la medicina, avances en los cuidados de la salud y en la toma de conciencia de factores negativos como fumar, una alimentación desbalanceada y la obesidad, los cuales se han traducido en políticas públicas para combatirlas. Como se observa en la siguiente gráfica, en el quinquenio 1950-1955 la esperanza de vida al nacimiento en el mundo era de 48.3 años para las mujeres y 45.4 para los hombres, mientras que en el periodo 2010-2015 se espera que sea de 72.7 años para las mujeres y 68.3 para los hombres; por su parte, para el quinquenio 2050-2055 las proyecciones muestran que el indicador llegará a 79.8 años para las mujeres y 75.9 para los hombres. En México, las proyecciones son aún más elevadas, aunque menores a las de los países desarrollados. img2_tsunamiEn síntesis, la transición demográfica supone que las nuevas generaciones serán menos numerosas con respecto a las generaciones previas (disminución en la TGF) al disminuir el número de hijos por pareja, además de que las personas, una vez que lleguen a la vejez, vivirán durante más años (aumento en la esperanza de vida). Estos dos factores generan el envejecimiento de la población.   Tendencias del envejecimiento poblacional En 1970 la edad promedio de la población a nivel mundial fue de 21 años mientras que para el 2015 aumentó a 30 años; en el caso de México, la edad promedio más baja se presentó en 1965 con 17 años, llegando a 27 años en 2015. Sin embargo, la edad promedio en el mundo será de 36 años en 2050 hasta llegar a 42 años en 2100, mientras que México tendrá un envejecimiento más abrupto llegando a 41 años en 2050 y a 51 años en 2100. img3_tsunamiOtra forma de apreciar el envejecimiento poblacional es analizando el número de las personas mayores como proporción de la población total. En 2015, 12.3% de la población mundial tiene 60 años o más (en México este porcentaje es ligeramente menor, 9.6%); sin embargo, para 2050 la proporción aumentará a 21.5% en el mundo (24.7% en México) y para 2100 llegará a 28.3% a nivel mundial (39.8% en México). img4_tsunamiLa tendencia al envejecimiento ha comenzado en momentos y ritmos distintos dependiendo el contexto de cada país. De acuerdo al siguiente mapa elaborado por HelpAge International, en 2015 Japón es hoy el único país en el cual la población mayor de 60 años constituye el 30% o más del total de sus habitantes. Para el mismo año, en algunos países europeos como Portugal, Italia, Alemania, Suecia y Finlandia esta proporción es de entre 25% y 29%, mientras que en el resto del mundo la proporción de adultos mayores se ubica por debajo del 24%. Sin embargo, para 2050 serán 64 los países cuya población de adultos mayores represente al 30% o más del total de la población; aunque la mayoría de ellos serán europeos, además de China, Canadá, y Chile. Para 2050, poco más de la cuarta parte de la población en nuestro país tendrá 60 años o más. img5_tsunamiEn otra investigación realizada por la consultoría Moody´s se clasifica a los países en cuatro grupos considerando, de acuerdo al cuadro anexo, el número de adultos mayores como proporción de la población total: no envejecido, envejeciendo, envejecido y súper envejecido[3]. img6_tsunamiLos países superenvejecidos, aquellos cuya población de adultos mayores representa a más del 20% de la población total, se incrementará de 5 en 2015 a 34 en 2030. Países como Alemania, Italia, Japón, Finlandia y Grecia ya pertenecen a la categoría de países súper envejecidos en el año 2015. En tanto que para 2020, ocho países más estarán en este rango: Bulgaria, Croacia, Francia, Malta, Países Bajos, Portugal, Eslovenia y Suecia. Por su parte, 12 países más se unirán a este grupo en el año 2025: Austria, Bélgica, Canadá, República Checa, Dinamarca, Estonia, Hong Kong, Hungría, Polonia, España, Suiza y Reino Unido. En conjunto, los países en vías de desarrollo son más jóvenes que los países desarrollados, pero con la peculiaridad de que envejecerán considerablemente más rápidamente que lo que experimentaron los países desarrollados. Así, la razón de dependencia de los mayores de edad crecerá del 26.5% actual al 51.5% en 2100 para los países desarrollados, y del 9.6% al 34.5% en los países en vías de desarrollo. Actualmente, México es clasificado aún como un país no envejecido, aunque a partir de 2020 ya pertenecerá a la categoría de los países que se encuentran envejeciendo. Esta misma situación también se presenta en otras naciones latinoamericanas como Perú, Colombia, República Dominicana y Ecuador. img7_tsunamiEn América Latina, región que es considerada hoy como “joven”, el proceso de envejecimiento ocurrirá más abruptamente de lo que los países hoy considerados como envejecidos, experimentaron en su momento. Como se aprecia a continuación, el índice de envejecimiento que calcula la Cepal[4] muestra cómo a partir del año 2025 se da un punto de inflexión en nuestra “evolución demográfica” que posteriormente se agudiza de manera significativa hasta el 2050. img8_tsunami  Reducción de la población en edad de trabajar Cuando la población envejece se altera la relación entre el número de trabajadores –quienes son los principales proveedores del sustento de las familias, pagadores de impuestos, y ahorradores– y el número de dependientes económicos –tanto menores de 14 años como adultos mayores–. Este cambio tiene consecuencias relevantes en toda la economía. Los países que durante 2000 al 2015 han sufrido una disminución de su fuerza laboral potencial pertenecen mayoritariamente a Europa del Este, aunque Alemania y Japón pertenecen también a este grupo. Sin embargo, durante los próximos 15 años al menos otros 19 países se unirán al grupo, tal y como se observa en el cuadro siguiente. En este sentido, algunos países serán más afortunados y su población en edad de trabajar seguirá creciendo, aunque a una tasa menor, entre ellos México. Tan solo unos cuantos países en la región del África Sub-Sahariana, tales como Congo, Mozambique, Costa de Marfil, Tanzania, y Somalia, observarán un incremento de su fuerza laboral potencial a tasas de crecimiento mayores a las observadas durante los últimos 15 años. Así, se pueden clasificar a los países dentro de alguno de los siguientes tres grupos: img9Por último, cabe señalar que la población mundial en edad productiva crecerá sólo 13.6% durante el periodo de 2015 a 2030, en comparación con 24.8% en el periodo 2000 a 2015.   Envejecimiento de la población y los sistemas de pensiones El envejecimiento poblacional genera grandes retos al momento de implementar políticas públicas. Por ejemplo, conforme pase el tiempo, serán necesarios más y mejores servicios de salud; adicionalmente, los sistemas de pensiones se verán afectados por el mayor número de adultos mayores. Con respeto a este último punto, es pertinente mencionar que prácticamente en todo el mundo los sistemas de pensiones surgieron como parte del “estado benefactor” donde el gobierno y/o las empresas se comprometían a ofrecer pensiones al momento de la vejez. Este régimen se conoce como de beneficio definido o de reparto. Ese sistema se basa en un “acuerdo intergeneracional” mediante el cual las pensiones de los jubilados se pagan con las contribuciones de los trabajadores activos. Es decir, implica una transferencia de recursos entre generaciones donde el financiamiento de las pensiones depende de la proporción que exista entre personas jubiladas y activas. De ahí que los sistemas de beneficio definido enfrentan en todo el mundo retos actuariales muy complejos al disminuirse el número de trabajadores en activo y crecer el número de trabajadores pensionados. Cabe señalar que en 1943, cuando iniciaba el sistema de jubilaciones en México existían 26 trabajadores por jubilado, mientras que para 2035 se llegará a 2 trabajadores por jubilado. En principio, un esquema de cuentas individuales aísla el pago de pensiones de la situación demográfica, pues el beneficio es directamente proporcional al saldo acumulado que a su vez depende de manera importante de la carrera laboral. Sin embargo, aún en los sistemas de contribución definida, los cambios demográficos son relevantes, sobre todo si consideramos que la pensión toma la forma de un pago vitalicio. Al aumentar la esperanza de vida, la pensión puede resultar insuficiente para financiar dignamente los gastos de la vejez. La longevidad tiene un impacto sobre la salud financiera de cualquier plan de pensiones. Se dice que los sistemas de pensión enfrentan un “riesgo de longevidad” definido como el riesgo potencial asociado al aumento de la esperanza de vida de los pensionados y de los que mantienen algún plan de seguro para el retiro (renta vitalicia, pagos programados, etc.). Es decir, depende del aumento de años de vida, de las reglas de beneficios del plan y de la manera en que son retirados los recursos. Ello podría convertirse en pagos mayores a los previstos por los fondos de pensiones y las compañías aseguradoras. Adicionalmente, la preocupación de los gobierno no sólo estriba en asegurar la forma de pagar las pensiones ya prometidas, sino también en generar fuentes de ingreso para los adultos mayores que han trabajado la mayor parte de su vida en el sector informal, y por lo tanto no cuentan o contarán con una pensión asociada a su condición laboral. Lo anterior ha generado que, en las últimas dos décadas, aumenten las pensiones financiadas con impuestos (llamadas pensiones sociales/no contributivas/pilar cero) las cuales se otorgan a los adultos mayores independientemente de que hayan contribuido o no a la seguridad social durante su vida activa. Este sector de la población cada vez más numeroso accederá a una pensión básica, la cual tendrá que estar respaldada financieramente por los gobierno, generando un gran reto para las finanzas públicas.   Conclusiones El envejecimiento poblacional global acarreará grandes retos para todas las naciones. Aquí se enumeran algunas de las acciones que resultan imperativas frente al tsunami demográfico que se avecina. Sector público, privado, sindicatos, medios de comunicación y, por supuesto, ahorradores, deberemos actuar en consecuencia para hacer frente a este fenómeno inédito en la historia social de la humanidad.
  • Diseñar políticas/acciones para elevar la cobertura[5].
  • Incentivar el ahorro voluntario desde temprana edad[6].
  • Evaluar constantemente la conveniencia de las edades de retiro frente al aumento en la esperanza de vida[7].
Evaluar la situación financiera/actuarial de los sistemas de pensiones de reparto y tomar acciones para corregir los desequilibrios inevitables que el envejecimiento poblacional traerá como resultado.
[1]La tasa global de fecundidad se refiere al número promedio de hijos que una cohorte hipotética de mujeres tendría al final de su período reproductivo si estuvieran sujetas durante toda su vida a las tasas de fecundidad de un período determinado y si no estaban sujetos a mortalidad. Se expresa como hijos por mujer. [2]Las proyecciones consideran una fecundidad media. [3]“Population Aging Will Dampen Economic Growth over the Next Two Decades”, Moody´s Investors Service, 6 de agosto 2014. [4]Índice de envejecimiento = (población de 60 y más años/ población de 0 14 años )*100. [5]Véase el blog sobre el tema de cobertura. [6]Véase el blog sobre el tema de mejorar la tasa de reemplazo. [7]Véase el blog sobre el tema de mejorar la tasa de reemplazo.
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