Del dicho al voto hay mucho trecho. Las próximas elecciones, programadas para este 5 de junio, enviarán señales sobre la dirección de nuestro sistema de partidos en México, hasta ahora uno de los más estables en Latinoamérica, pero también uno de los más desprestigiados. En toda la región, sólo México y Chile guardan un esquema estable de partidos tradicionales. En el resto de la zona, el sistema partidista ha sucumbido o se encuentra en proceso de derrumbe. Los ciudadanos desencantados por el rumbo de sus países, corrupción de los gobernantes, pugnas internas en los partidos, candidatos mediocres y un estilo de campañas que ha privilegiado el espectáculo sobre las propuestas y los compromisos, fueron sin duda motivos suficientes para eliminarlos, ¿serán las próximas elecciones el verdadero inicio del fin del sistema partidista de México o habrá un cambio de señales? México enfrenta un nuevo proceso electoral en 13 entidades. En ellas serán electos 12 gobernadores, 388 diputados locales de 12 estados y 548 ayuntamientos de 11 entidades (en Oaxaca se elegirán solamente 153 por régimen de partidos y 417 por usos y costumbre). Adicionalmente, la Ciudad de México realizará la elección de 60 de los 100 diputados que conformarán la Asamblea Constituyente que elaborará la Carta Magna capitalina. En estas elecciones, aproximadamente 30 millones de mexicanos tendrán oportunidad de ejercer su derecho al voto, lo que representa el 36% de la lista nacional del padrón electoral con que cuenta el Instituto Nacional Electoral (INE). Las elecciones se darán en un contexto que tiene tres dudas a responder:

― La primera es si sigue la tendencia hacia una mayor fragmentación del voto. Mientras en el año 2000 los tres grandes partidos concentraban el 94 % del voto, en 2015 sólo agrupan el 60 %.

― La segunda es ver si continúa la “ola de antipartidos” y el éxito de algunos candidatos independientes. En este proceso electoral, contenderán 30 candidatos independientes (cuatro son mujeres). Es más del triple de quienes se presentaron en el 2015 (9) y únicamente 12 de los aspirantes no han tenido experiencia política alguna o de gobierno.

― La tercera es la impunidad. Cada vez es más notoria una exigencia ciudadana para que sean castigados los actos corruptos. Parte de eso se explica con los estados de Nuevo León y Sonora, donde los gobernadores en turno fueron acusados de corrupción y los candidatos opositores al gobierno capitalizaron el hartazgo social.

  ¿La misma estrategia? El PRI es el partido que ha designado al mayor número de precandidatos a gubernaturas —salvo el caso de Quintana Roo—, por lo que después de la elección, el Partido Revolucionario Institucional podría terminar gobernando 22 estados de nuestro país. Las coaliciones electorales se siguen dando y habría que ver en qué forma se combinan el agua con el aceite. Sin embargo, hay dos elementos centrales que serán básicos para darle forma a esta elección:
  1. Cuáles serán las ofertas, cuál será el contenido y el compromiso y cómo cumplirán los aspirantes lo que ofrecieron.
  2. Nos va a costar a los ciudadanos, pues para el 2016 el Consejo General del INE aprobó un presupuesto mayor a los 4,000 millones de pesos para los partidos políticos.
Para darnos una idea, el costo del voto a favor del PAN se mantuvo en el promedio de 158.42 pesos. El del PRI fue de 131 pesos y el del PRD de 228 pesos. Los partidos medianos gastaron por arriba del promedio, cerca de 300 pesos por voto. Como se ve, tenemos una democracia adolescente y costosa, algo que debe ser cambiado lo más pronto posible. Por otra parte, serán muchas las fuerzas que retomarán los eventos negativos que han pasado en el país y los usarán como bandera para atacar a la base institucional y democrática de las elecciones, e incluso hacer llamamientos a la cancelación de las mismas o al abstencionismo, aprovechando las observaciones domésticas e internacionales a las que estarán sometidos los comicios. No se puede permitir esto, ni mucho menos hacer eco de esos llamamientos. Las elecciones de junio deben manifestar la apuesta de la ciudadanía hacia los proyectos de gobierno que ésta crea convenientes; se trata de una jornada que debe permitir construir y avanzar, no destruir y retroceder.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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