Muchos de los inmigrantes que emprenden un negocio en Estados Unidos no tenían inclinación alguna por el mundo empresarial en sus países de origen. ¿Qué los orilla a entrar en ese mundo?   Por Meghan Casserly   De acuerdo con un nuevo estudio publicado este mes, la gloria del emprendedurismo, el Sueño Americano no es la razón por la que los inmigrantes son más propensos que cualquier otro grupo demográfico para poner en marcha un pequeño negocio poco después de poner un pie en suelo estadounidense. En cambio, al menos según un estudio, lo hacen porque una vez que llegan sus empleadores los tratan como basura. Con la esperanza de desacreditar la teoría de que Estados Unidos estaba “robándose” a los mejores y más brillantes empresarios de las naciones menos privilegiadas, los investigadores de Colegio Académico Ono de Israel profundizaron en el impacto de la inmigración sobre el espíritu empresarial a partir de datos ampliamente disponibles en LinkedIn. “Este recurso de redes profesionales en línea está dirigido a ejecutivos de diversas organizaciones de aproximadamente 200 países”, explica Zelekha. “LinkedIn presenta una ‘encuesta’ de más de 120 millones de miembros y casi toda la población de empresarios de Estados Unidos. Se actualiza continuamente por los usuarios y puede dar resultados ‘en tiempo real'”. De acuerdo con el estudio, los datos de LinkedIn se complementaron con la investigación realizada por la Organización para las Naciones Unidas. Es innegable que los inmigrantes de primera generación tienden a ser empresarios. El estudio encontró una relación directa y positiva entre un alto flujo anual de inmigrantes a EU y un aumento en la iniciativa empresarial en los últimos 18 meses. Pero los inmigrantes que recurren a la iniciativa empresarial en su nuevo país no necesariamente tenían una inclinación empresarial en su país de origen. En cambio, el estudio concluye que estos fundadores no fueron motivados por características internas (o necesidad inherente de crear negocios o trabajar de manera independiente), sino que fueron “expulsados” de la iniciativa empresarial en respuesta a las “prácticas de contratación discriminatorias” en su nuevo país. “Esto contradice las afirmaciones realizadas a menudo por los países cuyos emigrantes se conviertan en empresarios exitosos en sus nuevos países”, dice el Prof. Yaron Zelekha, Decano de la Facultad de Administración de Empresas, autor del estudio y de su informe, que próxima mente será publicado en la International Review for Social Sciences, Kyklos. “Estados Unidos y otros países son a veces acusados ​​de “robarse” a empresarios de otros países. Pero este nuevo estudio sugiere que no es necesariamente así. Se descubrió que los inmigrantes que resultaron ser empresarios exitosos entraron en el mundo de los negocios para superar la exclusión y otros obstáculos”, explica. Sin duda, llegar a Estados Unidos es difícil. La semana pasada en Village Voice, la escritora Hannah Palmer Egan narró los desafíos de un inmigrante ecuatoriano que mantiene a su familia vendiendo churros caseros en las plataformas del Metro. Que estos nuevos estadounidenses pudieron haber recurrido a la iniciativa empresarial luego de luchar para conseguir un trabajo, nunca me lo había preguntado. Tiene sentido para mí. Sin embargo, el estudio israelí define el espíritu empresarial como la “creación de una nueva empresa en los sectores de mediana y alta tecnología”, y yo soy menos empático con las luchas de talento tecnológico altamente codiciadas que las de las familias que venden comida horneada. No es de extrañar que la iniciativa empresarial sea el sueño de los migrantes, ya sea que se trate de alta tecnología, baja tecnología o no involucre ningún aspecto tecnológico en absoluto. Un reciente informe de Barclays indica que el 21% de los estadounidenses más ricos hicieron su dinero a través de la iniciativa empresarial —esas tasas son incluso más altas en otras regiones—. África del Sur, América Latina, Asia, e incluso de Europa mostraron tasas considerablemente más altas de riqueza empresarial que EU. (Esto podría explicarse por la larga historia de la riqueza autogenerada en Estados Unidos: el 21% de los empresarios más ricos está bien equilibrado con ese 20% cuyo dinero fue heredado, probablemente de sus antepasados ​​empresariales.)

 

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