La innovación y la flexibilidad de utilizar herramientas y aplicaciones con las que los empleados se sientan cómodos no deben bloquearse en nombre de la seguridad. ¿Cómo cuidar la seguridad sin limitar la libertad tecnológica?       Por: Humberto Bortoni, Blue Coat   Comentábamos en nuestra entrega anterior que nada puede hacerle frente al agua, que nada puede alterarla, que –en su estado líquido– siempre se adapta a las circunstancias. Lo mismo –decíamos–sucede en los negocios: deben tener la flexibilidad para, sin alterarse, adaptarse a un entorno siempre cambiante, en perpetua evolución. Dos aspectos demandan esta capacidad de las empresas: la movilidad y la explosión de aplicaciones (móviles en gran medida). El boom de las aplicaciones, que bien podría compararse con una pandemia si no se tienen los recursos para sacar el mayor provecho de ella, es una realidad innegable. Utilizamos aplicaciones y tiendas de aplicaciones para casi todo. Incluso, cuando alguien pretende acceder desde su dispositivo móvil a un buscador o a un sitio web, el sitio sugiere el uso de la aplicación. Más de 1.2 mil millones de personas utilizaban aplicaciones móviles a finales de 2012 y se estima que este número se elevará a 4.4 mil millones de usuarios para 2017. El asunto se vuelve más complejo cuando empresas como Facebook, Google y Yahoo reportan que estos usuarios móviles permanecen más tiempo conectados de lo que lo hace el usuario tradicional que navega a través del sitio web. Es decir, permanecen más tiempo conectado a la red a través de alguna de las más de un millón500,000 aplicaciones móviles que existen sólo para iOS y Android, sistemas operativos en los que se ha centrado el desarrollo de aplicaciones. Se estima que durante este año se realizarán 52,000 millones de descargas de aplicaciones móviles y para el 2017 ese numero se elevará a 200,000 millones de descargas. Estas aplicaciones pueden ser aprovechadas de forma corporativa o pueden ser utilizadas de modo individual por aquellos empleados de mente independiente. Pueden potenciar el negocio al hacerlo más ágil o pueden ser un lastre para la eficiencia. El 33% de las aplicaciones que se descargan son juegos, la segunda categoría más popular son las aplicaciones de mensajería y, formando parte de un bajo 4% de descargas, se encuentran las aplicaciones que contribuyen a la productividad del usuario. A nadie sorprende que la Ciudad de México forme parte del top 20 de las ciudades más tuiteras del mundo, con el evidente impacto que esto tiene el la productividad de los usuarios. Sin los controles necesarios para poder administrar la descarga y uso de aplicaciones, resulta imposible tener la flexibilidad que nos permita sacar el mayor beneficio de este sinfín de caminos que se abren para llegar a un mismo lugar, para resolver los problemas que el negocio o las empresas enfrentan a diario. Para ello, hace falta tener la posibilidad de establecer políticas para la descarga y uso de aplicaciones móviles dentro de la red de la empresa, políticas que le permitan al usuario explotar el potencial de aquellas aplicaciones que contribuyen a que haga mejor su trabajo, sin que se distraiga con aplicaciones que disminuyen su efectividad y tiran al suelo la productividad de la empresa. Hace falta garantizar que los recursos se están utilizando de forma que beneficien al negocio y no de forma que lo entorpezcan. Si a esto sumamos las vulnerabilidades que se abren con las aplicaciones móviles, es evidente que nadie estaría dispuesto a permitir que sus empleados recurran a este tipo de herramientas. Pensemos en Google: para la mayoría de nosotros, Google es una aplicación segura, confiable. Sin embargo, el uso de la aplicación del buscador de Google expone a los usuarios a un envenenamiento de motores de búsqueda (la principal fuente de ataques de malware), infectando el teléfono o la red de la empresa con el sólo click de un vinculo envenenado. Dropbox es otro ejemplo popular: el grueso de las compañías permite su uso, pues es una alternativa sencilla para el envío de grandes archivos vía correo electrónico. Pero Dropbox también puede utilizarse para que un usuario, sin pretenderlo, descargue un virus en la red de la empresa. Necesitamos tener la seguridad de no poner en riesgo ni al negocio ni a la empresa en nombre de los cuales buscamos ser flexibles. Necesitamos una solución que niegue el acceso a vínculos maliciosos, que prevenga la propagación de infecciones a través de los dispositivos móviles de la misma manera que sucede en las lap tops o en las computadoras de escritorio. Necesitamos tener la libertad de elegir aplicaciones públicas que contribuyan a la productividad y a mejorar el servicio a los clientes sin que ello comprometa la seguridad de la empresa. La innovación y la flexibilidad de utilizar herramientas con las que los empleados se sientan cómodos no deben bloquearse en nombre de la seguridad, como se bloquea el trafico de una carretera cuando se implanta un reten en ella. De lo contrario, el agua terminará por encontrar su camino, con la posibilidad de que desborde su cause e inunde todo, afectando esa productividad y arrasando con ese potencial del que queremos sacar provecho.     Contacto: [email protected] Twitter: @BlueCoat   *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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