La extensión del hábitat de los jaguares, símbolo del patrimonio natural y cultural de México, se ha reducido en más de 50%. La organización Panthera y el Senado mexicano crearon una alianza para proteger a este felino, emblema de la cultura prehispánica a lo largo de América Latina. En la cultura maya, una de las más representativas de México, el jaguar se conoce como Balaam o Chac. Dice la tradición que el Dios del Sol tomaba forma de jaguar para poder llegar por la noche al mundo de los muertos, de tal forma que la piel moteada representaba las estrellas. Hoy, los jaguares siguen siendo parte importante de la herencia cultural del país; sin embargo, esta bella especie ha perdido más de 50% de la extensión de su hábitat natural. El desarrollo económico en el sur del continente ha traído consigo la depredación de sus presas, y con ello ha puesto en riesgo la prevalencia de esta especie. El pasado 21 de abril, senadores de México y Panthera, una organización dedicada a la conservación de felinos silvestres a nivel mundial, lograron un acuerdo significativo para la protección del jaguar. “Se trata del octavo acuerdo de conservación del jaguar con países latinoamericanos. Nos enorgullecemos de que México sea un participante activo del creciente impulso internacional para proteger al gran felino silvestre de América”, dice Howard Quigley, director del programa Jaguar. El acuerdo implica un plan de trabajo tendente a complementar las actividades para la protección de la especie en el país. Panthera, por su parte, se comprometió a aplicar muchas de las actividades de conservación que actualmente son implementadas en 13 países de América Latina dentro de la Iniciativa del Corredor Jaguar (ICJ). Como primera acción será importante corroborar la distribución actual del jaguar, hasta cierto punto desconocida, así como las áreas de conectividad entre las poblaciones dentro de México, y con las poblaciones transfronterizas de Guatemala y Belice. Las actividades se enfocarán en el desarrollo de un paisaje ecológicamente sostenible y económicamente viable. En gran parte estarán dirigidas a las personas que comparten estos ambientes con jaguares, encaminadas a mitigar el conflicto humano-jaguar, que es una de las principales amenazas a su sobrevivencia. Las acciones se llevarán a cabo mediante la colaboración y contratación de biólogos mexicanos que puedan trabajar en coordinación con agencias como la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), entre otras. El área de distribución del jaguar incluye actualmente 18 países de América Latina, desde México a través de Centro y Suramérica hasta Argentina, y ocasionalmente se le encuentra en Estados Unidos. La Iniciativa del Corredor Jaguar (ICJ) de Panthera comprende casi seis millones de kilómetros cuadrados a través de un mosaico de ambientes de estos países, en busca de conectar y proteger las poblaciones de jaguares. En México, desde el 2008 Panthera ha apoyado con decenas de miles de dólares e investigaciones para determinar la presencia del jaguar en los corredores al sur de la Sierra Madre Oriental, en Sinaloa, y en la Selva Lacandona. Panthera mantiene su alianza con la Universidad Autónoma de Querétaro para mapear el uso del hábitat del jaguar en el Corredor Sonora-Jalisco y contribuir a una estrategia de conservación y desarrollo del territorio para el corredor. Los investigadores de Panthera exploran posibilidades para establecer un estudio a largo plazo en los estados de Guerrero, Michoacán y Colima, a fin de contar con un mapeo más preciso de la distribución de los jaguares y sus presas.

 

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