Gabriela Enríquez ha logrado convertirse en la hotelera más joven de San Miguel de Allende con Hacienda Las Amantes, un exclusivo hotel boutique ubicado en un edificio que es Patrimonio de la Humanidad. Un espacio cargado de historia pero, sobre todo, de magia. Por María López En la vida de todo visionario, siempre hay una revelación que viene a trastocar su vida. La epifanía de Gabriela Enríquez se produjo cuando descubrió una antigua casa en el casco histórico de San Miguel de Allende, Guanajuato, que la fascinó. “Abrí la puerta y tuve esa sensación que todos los grandes empresarios tienen: te da una vuelta el estómago, te suda el bigotito y se te paran todos los pelos del cuerpo. Y así fue exactamente como pasó. El espacio era tan mágico que me dije: sí”, relata. Hoy, esa casa es un hotel exquisito, Hacienda Las Amantes, donde cada detalle ha sido cuidado al máximo para representar la categoría más alta del estándar mexicano. La historia parece el comienzo de un cuento del realismo mágico. “Yo era una chamaquita que vino con todos sus sueños. Soy chamana y trabajo mucho con la energía. Llegando a San Miguel nunca se me ocurrió que iba a enamorarme de un edificio del siglo XVIII y a empezar un negocio de este estilo, pero en una de esas limpias encontramos una casa de una dueña que ya era famosa, la fotógrafa de Vogue, Deborah Turbeville, y me enamoré. Mi socia,  que es también mi madre, compró esta casa y cuando empezó este proyecto me dije: ‘esto es también lo que yo quiero hacer’”, recuerda. La semilla quedó y en otra de esas caminatas —“en las que estaba haciendo mi proceso chamánico”— le hablaron de otro inmueble que había pertenecido a unas monjas. “Así fue como descubrí esta hacienda y decidí comprarla, lo que es muy raro, porque este tipo de edificios se suelen vender a extranjeros y es inusual que una mexicana compre uno respetando sus características, su esencia y sus paredes en lugar de tumbarlo”, añade. Sin embargo, lo que ella buscaba era todo lo contrario: crear un espacio que recuperar la esencia del pasado. “A mucha gente le da por quitar lo mexicano y sustituirlo por contemporáneo, que no tiene nada que ver con nuestras raíces. Creo que regresar a la elegancia que es nuestro México, con su artesanía, sus frescos, todos sus sabores y colores, es muy importante. Estamos reeducando a una generación que ha perdido México de su visión y se va a rendir sus respetos a Estados Unidos y otros lados, cuando realmente nuestro país no tiene nada que envidiar a cualquier otro”, explica con orgullo. Para esta hotelier, la más joven de San Miguel de Allende, con sólo 35 años, la idea de crear un hotel le pareció completamente natural, dada su experiencia como chamana de políticos y celebrities, porque a su juicio los espacios con historia también aportan salud para el alma: “Imagina que tienes una joya y quieres darle a la gente la oportunidad de que la conozca para que vengan a México”. Ese lugar es Hacienda Las Amantes, pero también el propio San Miguel de Allende, “un pueblo más que mágico, místico”, según lo define. “Es el lugar donde se casa más gente del mundo y, si te gusta dar servicio, calidad y una experiencia, lógicamente abres tus puertas. No es tan complicado como la gente piensa. Te tiene que gustar servir, atender y, siempre, buscar lo mejor de lo mejor, como la comida orgánica que ofrece nuestra chef, Marcela, que va a salir pronto como una de las mejores de México y va a formar parte del nuevo Top Chef”, explica. Para Gabriela, entender el valor de las tradiciones y la belleza del lugar es clave para subir el nivel de la economía: “Quieres presentar tu pueblo de la mejor manera posible y decirle al resto del mundo: ‘somos mexicanos y estamos orgullosos’”. La inversión para adquirir y rehabilitar la casa ha superado los 3 millones de dólares, pero el esfuerzo ha merecido la pena. “Acuérdate que cuando compras un inmueble que es Patrimonio de la Humanidad es un proceso, el más caro y el más exquisito, en el que sólo los mejores artesanos pueden venir a arreglar esta casa porque el World Heritage lo cuida. Obviamente, los millones que se invierten aquí están bien cuidados; y los que le siguen están justificados, si realmente quieres crear hoteles donde la gente pueda admirar la calidad de nuestra arquitectura tradicional”. No está en el rango de precios más elevado, pero sí en el circuito más exclusivo. “No somos el hotel más caro porque acabamos de empezar, pero es el más bonito. Tenemos que ser ecuánimes porque la competencia debe ser justa: no competimos para matarnos, sino para ayudarnos y subir el estándar de todo. Uno no puede llegar a pisar a los que han estado aquí mucho tiempo, tiene que subir poco a poco y respetar a los vecinos. Hay hoteles muy buenos, de familias muy reconocidas, como el Matilda o L’Ôtel, hay espacio para todos”. las amantes san miguel Recién llegado Hacienda Las Amantes lleva sólo tres meses abierto, pero ya ha conseguido ser reconocido entre los viajeros más sibaritas gracias al boca a boca. “En un pueblo tan pequeño, tienes que pedir permiso y hacerlo todo con mucha clase, para que se haga conocido por el boca-oído”, reconoce Gabriela. El precio de una habitación ronda los 5,000 pesos e incluye lo que ella denomina Experiencia Mercedes: “Vamos por ti a León en Mercedes, y tienes un desayuno mexicano diseñado por nuestra chef; además, las sábanas son de Ralph Lauren y la decoración respeta el estilo original de las haciendas, con su artesanía”. Nada se ha dejado al azar, pero hay algo de lo que esta hotelier se siente especialmente orgullosa: “Tenemos las mejores vistas de San Miguel”. Un paisaje que cura. 7  

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