Si tuviéramos que identificar el lugar que representa la sastrería más icónica, más aspiracional, más innovadora: ése es Nápoles. Es allí donde a lo largo de la historia los caballeros del mundo han recurrido cuando han querido huir de las rigideces de la confección inglesa de Savile Row Bespoke y han buscado el confort. Nápoles no es sólo la ciudad más barroca de Italia y donde se originó la pizza; también es la cuna de la artesanía del buen vestir para el hombre. Encontramos marcas de sastrería de referencia internacional como Kiton y de las corbatas más buscadas Marinella. En Nápoles se han gestado también otras, no por menos conocidas menos exquisitas, como las camiserías Barba o Finamore 1925, la marroquinería de Tramontano o los guantes de Mario Portolano. En Nápoles se demuestra que, como en otros sectores, son los pequeños los que innovan y los grandes los que les siguen. Asistimos hoy a un renovado interés por la sastrería. A pesar de la “casualización” de la moda y de que los nuevos uniformes de los protagonistas de la revolución digital como Steve Jobs o Mark Zuckenberg sean las camisetas y los jeans, un traje bien cortado es algo aspiracional. A la vez que nos relajamos en la forma de vestir, somos parte de una cultura en la que se revalora lo hecho a mano, lo artesanal y la personalización. Cesare Attolini o Isaia de la cercana localidad de Casalnuovo (donde la mitad de la población está dedicada a la costura) o Kiton son fieles al buen hacer de sastrería napolitana, que tuvo que innovar para que sus chaquetas fueran cómodas incluso en los meses de más calor: casi sin forro, ligeras, con apenas hombreras, solapa ancha y algo fruncidas en el hombro. En este contexto de vuelta a las raíces se han producido cambios interesantes en las casas de sastrería más renombradas, con un enfoque puesto en la búsqueda de la innovación, pero manteniendo las tradiciones. Zegna ha reclutado a Alessandro Sartori, quien ocupa la posición de director artístico de sus marcas. Viene de la francesa Berlutti, donde ha lanzado la línea de prêt-àporter de la marca zapatera. Zegna, con 500 tiendas y ventas de 1,200 millones de euros, es la marca de moda de hombre de lujo más grande. Más recientemente ha sido la romana Brioni, con casi 50 tiendas y propiedad del Grupo Kering desde 2012, la que ha reclutado como director creativo a Justin O´Shea. El paradigma del estilo hipster con su barba tupida y los tatuajes que asoman por debajo de la camisa, además de sus 79,000 seguidores en Instagram, el ex director de MyTheresa, el e-tailer de lujo basado en Múnich y adquirido por Neiman Marcus en 2014, seguro que trae nueva vida a la marca centenaria. En una economía en la que todo nos es cercano e inmediato gracias a la revolución digital, son los sastres los que se acercan a los clientes. Kiton entrena un ejército de sastres que se mueven por el mundo para estar cerca de sus clientes. Los llaman “travelling tailors” y se han convertido en embajadores de la artesanía y la buena costura napolitana. Parafraseando al personaje Tancredi Falconeri, quien declara a su tío Don Fabrizio Corbera en El gatopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (obra llevada al cine por Luchino Visconti en 1963), “todo tiene que cambiar para que todo siga igual”.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @MARIAGIRON Página web: Observatorio del Mercado Premium IE Página personal: María Eugenia Girón   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

Siguientes artículos

Qué hace exitosa a una firma de Alta Gama
Por

¿Por qué están invirtiendo más marcas globales en México? ¿Cómo es el consumidor mexicano? ¿Cuáles son los retos de las...