Existen pocos destinos que desde el primer vistazo revelan su esencia. Vancouver es uno de ellos. No existe un lugar en el mundo que empate de una forma tan perfecta la belleza natural con una ciudad completamente cosmopolita y funcional.   El orden es una de las principales cualidades de Vancouver, una ciudad que te obliga constantemente a recordar que estás en Canadá y no en una urbe inglesa, asiática o perdido en una montaña alpina. Su riqueza étnica es lo que le da ese toque tan especial que la convierte en un destino que tiene como principal atractivo la calle, pues ahí es donde puedes apreciar lo que para muchos parece imposible: la convivencia armónica entre personas aparentemente distintas, con mucho en común. La ciudad cumple las expectativas de todo tipo de viajero. Si quieres realizar una expedición gastronómica, estás en el lugar indicado, pero si tu intención es disfrutar de imponentes paisajes naturales, prepara tus ojos para ver una panorámica excepcional desde la cumbre de Grouse Mountain o para detenerte justo a medio camino en el Puente Capilano, y si levantas la vista verás el cielo mucho más cerca de lo que pensaste que podrías estar. 2   Primero lo primero… ¡tiendas! No hay viaje ideal sin compras, y afortunadamente las principales marcas están asentadas en esta ciudad. Sin temor a exagerar, se puede afirmar que aquí encuentras todo, desde el shopping tradicional hasta esos artículos que al verlos te convencen de que no podrás encontrarlos en otro lugar. Tú primera escala obligada en este maratón de compras tiene que ser Granville Island. Si decides ir por la mañana, no dejes de visitar el mercado y prueba su exquisito pan recién horneado, así como una taza de café en cualquiera de sus puntos de venta. Seguramente te toparás con un expendio que venda miel de maple, y aunque te resistas te advertimos que terminarás comprando una botella, ya sea porque el diseño de su envase te ganó o simplemente porque no hay nada más rico o típico en la zona. Después de esa primera escala puedes dar un paseo por la isla, donde encontrarás curiosas tiendas. Una buena forma de describir el tipo de mercancía que predomina en Granville es que aquí se venden cosas tan inesperadas que hasta el momento en que las veas entenderás que te habían hecho falta. Bolsas, carteras, zapatos, abrigos, accesorios, libros antiguos, plumas, etc., son el tipo de cosas que puedes encontrar, y aunque sea reiterativo, con la seguridad de que no encontrarás nada similar en otra parte del mundo. 3Antes de terminar con tu expedición en la zona, entra al Kids Market, un pequeño centro comercial para niños donde, aunque no tengas la intención de comprar, quedarás deslumbrada por las creaciones hechas para los pequeños. Una vez terminada la caminata por Granville puedes tomar el típico Aquabus (un pequeño taxi acuático) para disfrutar de un minitour por el río, que terminará en Yaletown, otro lugar excepcional para continuar con las compras. Mientras estés a bordo del Aquabus, a lo lejos verás restaurantes, entusiastas deportistas pasarán a tu lado mientras reman en sus kayaks, pintorescas casas flotantes e incluso hay afortunados que han podido ver ballenas durante el recorrido. Estando en Yaletown llega el momento de comprar en serio. Prepárate a deslumbrarte con aparadores y encontrar tiendas convencionales, sin dejar atrás la costumbre recién adquirida en Granville de entrar a pequeños locales con cosas únicas. Esta zona es comparada por locales y turistas como un pequeño Soho. Aquí se respira un aire de estilo que no está directamente relacionado con el precio de lo que puedes encontrar. Entre tienda y tienda puedes darte un breve descanso y visitar sus galerías de arte y librerías. Una vez explorado Yaletown es indispensable que te dirijas a Robson Street, conocida como el corredor comercial más exclusivo de la ciudad. Recórrela de extremo a extremo y concreta la expedición en Pacific Centre, el centro comercial que no puedes dejar de visitar, y para concluir ve a Gastown, uno de los lugares de más vida de la ciudad, donde encontrarás pubs, restaurantes y clubes para que tu día termine de la mejor manera.   Placer al paladar La gastronomía en Vancouver no es un tema que pase inadvertido. Una gran ventaja de esta ciudad es que además de que puedes encontrar cualquier tipo de comida, puedes estar seguro de que ésta fue cocinada por nativos del lugar que elijas. No habrá un solo lugar en el que no quedes satisfecho, pero definitivamente, si estás aquí y te gusta el pescado y el marisco, sentirás que llegaste al paraíso. El platillo que se debe probar por excelencia, aunque sea una vez, es el salmón en cualquiera de sus presentaciones, y éste resulta aún mejor si lo acompañas de un “Caesars” (bebida con jitomate, vodka y salsa tabasco). Una de las premisas irrompibles en sus restaurantes es la de preparar los alimentos con productos sembrados en pequeñas huertas ubicadas dentro de la ciudad. Podría decirse que todos los restaurantes se autoabastecen de lo que ellos mismos cosechan, y esto es tan notorio en el sabor de los platillos que incluso da la sensación de que estás probando ingredientes a los que no habías tenido acceso antes. Si quieres darle un giro a tu experiencia y hacer algo distinto, visita The Dirty Apron Cooking School, un exquisito restaurante con productos de primera que tiene una característica que lo hace diferente de cualquier otro lugar: comerás lo que tú cocines, plan que puede resultar aterrador para muchos inexpertos. Te aseguramos que por la divertida forma en la que prepararás tu comida, la experiencia vale la pena y el resultado final te hará pensar que quizá tu futuro está en el arte de la gastronomía. 4   Aventura natural Sumado a las ventajas que tiene una ciudad como Vancouver, dedicar días a disfrutar su riqueza natural podría ocupar un viaje entero. Resulta casi anecdótico ver a los que pasean en Stanley Park siendo asediados por enormes mapaches que se acercan a ellos como si fueran humanos para pedirles, de una forma casi educada, que compartan su comida con ellos. En tu recorrido por el parque admira la belleza de los ocho tótems que están ahí vigilando la bahía y dando la bienvenida a los turistas. Así, esta locación se convierte en el obligado punto de inicio del recorrido natural de esta urbe. La segunda parada obligada es el Puente Capilano, un corredor colgante suspendido a 155 metros de altura sobre el río del mismo nombre. Pero cruzar este extenso puente no es suficiente; completa la experiencia visitando ahí mismo Treetops, que consiste en una serie de puentes que van por encima de los árboles y entre sus copas. En total son 8 que te llevarán por encima de las enormes coníferas y que ofrecen las mejores vistas del lugar. Para cerrar con este ciclo de altura visita Grouse Mountain, y si no temes a las alturas sube hasta la cima en su teleférico (con suerte y un día despejado podrás ver toda la ciudad mientras vas ascendiendo), y cuando estés en la cima prepárate (en temporada de verano) a dar un paseo por el bosque, toparte con la fauna del lugar (osos grizzly incluidos) y pasear en sus sillas de ski. Y para concretar el gusto a los sentidos prueba una típica “Beaver tale” (una crepa gigante de sabores variados, como miel de maple, chocolate o queso crema).   Escapada a Victoria El broche de oro en un viaje a Columbia Británica es visitar su capital, Victoria. Si quieres que tu llegada sea espectacular, te sugerimos que pruebes el viaje en hidroplano. Éste dura menos de una hora, tiempo suficiente para que superes el nervio de estar en un avión pequeño en el que caben menos de 20 pasajeros y que aterrizará directo sobre el mar. Una vez acostumbrada al movimiento, aférrate a la ventana: los mejores paisajes están ahí y vale la pena captar una imagen que te acompañará por siempre. Al aterrizar tienes que recordarte constantemente que no estás en Inglaterra. En cuanto veas el Parlamento con la estatua de la reina Victoria en su fachada y construcciones como la del hotel Empress sentirás que hiciste un viaje en el tiempo. Aprovecha tu tiempo en este lugar, que aunque en apariencia es pequeño, ofrece muchas actividades. Puedes empezar con un tour que nadie debe dejar de hacer: el avistamiento de ballenas, actividad que en definitiva es una experiencia de vida. La preparación previa es divertida: tendrás que usar un traje naranja nada favorecedor pero que te brinda toda la protección necesaria, guantes y gorro para protegerte del aire, y así iniciarás una expedición de tres horas en las que –aunque no se asegura que puedas verlas– el ranger que te acompaña hará lo imposible para que lo logres ver a esos mamíferos marinos. Después de esta aventura nada mejor que probar la experiencia del té de la tarde dentro de uno de los salones del Empress. La constante continúa: te inundarán de exquisitos platillos que van desde un irreal pan dulce hasta canapés con el salmón como protagonista. La costumbre de tomar el té por la tarde viene desde que la reina Victoria, quien sufría de jet lag, solicitaba que le prepararan su té favorito por las tardes para sobrellevar el malestar. Ahora, en su honor, cada día se prepara un inmenso banquete con una deliciosa infusión hecha a partir de especias de la India. En una expedición gastronómica te darás cuenta de que la mayoría de los restaurantes tienen su pequeña huerta de producción. Es casi imposible que en otro lugar del mundo encuentres la frescura y calidad de las materias primas que existe aquí. Si quieres experimentar la nostalgia en su máxima expresión, visita la chocolatería Rogers, que abrió sus puertas en 1885 y que aún conserva el mobiliario original de esa época. Si puedes acércate a su gerente (lo ha sido desde hace más de 40 años), además de darte a probar un delicioso chocolate te contará la historia del lugar, así como anécdotas en las que te asegurará que sus fundadores siguen por ahí, haciendo travesuras a los clientes. Termina tu viaje con la “relajante” actividad de comprar. Aquí encontrarás desde antigüedades hechas por los artesanos nativos hasta los productos de los principales diseñadores a nivel global. Te recomendamos un paseo Lower Johnson (Lojo), donde encontrarás moda local, productos naturales y cosméticos hechos ahí.   Datos curiosos El 35% de la población de Vancouver nació en el extranjero, lo cual constituye la cifra más alta de cualquier ciudad importante en el mundo. La hace incluso más multicultural que Nueva York. Es el segundo puerto más grande de Norteamérica (después de Nueva York) y ocupa el cuarto lugar en destino final de crucero en el mundo. Tiene la mayor proporción de asiáticos de cualquier ciudad norteamericana con uno de los barrios chinos más grandes y antiguos de América. Si buscas comida oriental, es el mejor lugar para probarla. Es el tercer centro de producción de películas de Norteamérica. Aquí se han filmado series de televisión como The X-Files y The Net, así como la película City of angels.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @mariagiuseppina   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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