Fundación Thyssen-Bornemisza de Arte Contemporáneo

Los compararíamos con los Médici de la época actual. Los nuevos grandes mecenas del arte contemporáneo “dan cabida a los proyectos más locos permitiendo una forma de expresión a los artistas que, de otra manera, no tendrían”, explica Igor Ramírez.       Igor Ramírez es la persona al frente de los proyectos internacionales de la Fundación Thyssen-Bornemisza de Arte Contemporáneo (TBA21). También colabora con Expo Chicago, es un apasionado de la fotografía y la escritura. Vive en Milán y pasa mucho tiempo en el aire, con un promedio de 120 vuelos anuales. Entrevistamos a Igor días después de la inauguración de la primera exposición de TBA21 en América Latina, en colaboración con el Museo de Arte en Zapopan (MAZ), con la curaduría de Viviana Kuri (MAZ) y Daniela Zyman (TBA21). El título que da nombre a esta exposición es Atopía. Migración, legado y ausencia de lugar. ¿Cuál es la historia de la Fundación Thyssen-Bornemisza de Arte Contemporáneo? Francesca de Habsburgo fundó TBA21 en Viena en el 2002, siguiendo la tradición de coleccionismo de su padre, el Barón Thyssen y de la familia Habsburgo, desde luego  Es una colección que se diferencia de las demás por el proceso de adquisición de las obras. En la mayoría de los casos se trata de comisiones a artistas, es decir, trabajamos directamente con ellos en la realización de nuevas piezas, como fue el caso de Abraham Cruzvillegas, que creó dos nuevas esculturas para Atopia, la exposición que actualmente se exhibe en el Museo de Arte de Zapopan, y que forman ya parte de la colección. Otro punto importante es el carácter vanguardista de la fundación, tanto en la selección de los artistas y sus obras, como en las iniciativas que TBA21 apoya alrededor del mundo. A lo largo de la última década, Francesca de Habsburgo y Daniela Zyman, la curadora en jefe, han sabido escoger y respaldar proyectos que se alejan de las disciplinas tradiciones, impulsando así a los artistas a realizar algunas de sus obras más importantes.   ¿Cuáles han sido los retos que se han planteado en la primera exposición de TBA21 en América Latina? En retrospectiva, quizás el reto más grande fue encontrar nuestro primer socio. Yo estuve viajando durante más de un año a varios países de América Latina para visitar un gran número de instituciones. Afortunadamente, muchos museos en la región están pasando por un momento importante y tienen una agenda saturada. Las instituciones europeas y norteamericanas quieren colaborar con sus contrapartes latinoamericanas, cuadrar fechas no es fácil, pero lo logramos. El siguiente paso fue adecuar el contenido. Para TBA21 era importante concebir la exposición de manera conjunta con el MAZ y creo que es algo que logramos muy bien. Es una exposición pensada para América Latina. Tengo que decir que hemos sido muy afortunados. El respaldo institucional del MAZ ha sido fundamental. Estamos abriendo camino para varios proyectos que tenemos en México y en América Latina en los próximos dos o tres años y nos complace mucho que la puerta de entrada haya sido Zapopan. El museo tiene una arquitectura extraordinaria que luce mucho con esta exposición. Viviana Kuri, Directora del MAZ y co-curadora de la exposición es una gran aliada y así culmina una ardua labor diaria. ¿Qué podemos decir del panorama del arte mexicano actual? El arte contemporáneo mexicano goza de una madurez que ha alcanzado gracias a la labor incansable de tantos colegas. Creo que tiene todos los componentes necesarios: artistas reconocidos internacionalmente y nuevas propuestas sólidas; una feria de arte; galerías establecidas que le han abierto camino a galerías jóvenes; coleccionistas que tienen un approach profesional e instituciones públicas y privadas con programas ambiciosos gracias a la mente inquieta de sus curadores. México tiende ha ser muy centralizado, en todo. Es importante contrarrestar esa fuerza. Guadalajara está haciendo una labor importante en ese sentido: Travesía Cuatro, la galería madrileña que recientemente inauguró un espacio en esa ciudad es un elemento importante con todos sus artistas y, por supuesto, José Noe Suro, un catalizador en el arte y un aliado estratégico en el proyecto que realizamos.   ¿Qué discursos están latentes hoy en día en el arte contemporáneo y en la exposición Atopía? El sin-lugar. La ausencia de una determinación geográfica en el mundo actual. Lo vemos con tantos artistas. Yo mismo lo siento: soy mexicano, trabajo en Viena y Chicago, vivo en Milán. Parte del concepto curatorial tiene que ver con eso: la invención de una nueva identidad que no necesariamente tiene que ver con tu lugar de origen o, si acaso o lo tiene, nos centramos en como se distorsiona en un contexto global. Es una exposición fuerte, con piezas que tienen un diálogo directo con la arquitectura del MAZ: la marquesina de Mónica Bonvicini, los brazaletes de Rivane Neuenschwander, el muro de Los Carpinteros…   ¿Cuáles son los ingredientes que te llaman la atención a la hora de fijarte en la obra de un artista? Es un paquete. Está la parte estética que es la más evidente. Pero hay más que eso. La estética puede cansar. Lo más interesante es cuando tienes un artista completo, que esa estética tiene un sustento. Un buen ejemplo para ilustrar esto es la obra de Ragnar Kjartansson, uno de los artistas de la colección y con quien tenemos planes importantes para México. Ragnar tiene una habilidad extraordinaria para plasmar y transmitir belleza. Pero eso es solamente la superficie. Detrás hay un trabajo profundo: texto, música, investigación. Su obra es accesible sin ser banal, lo mismo le puede atraer a una persona que va una o dos veces al año a ver una exposición que a un insider del mundo del arte. También, en una nota muy personal, un tema que me interesa, que me atrae es el sentido del humor y la ironía. El último proyecto de Ragnar Kjartansson está en Viena y cuenta con la participación de otros 18 artistas islandeses. http://vimeo.com/92315697 http://www.tba21.org   Contacto