El gasoducto entre México y Centroamérica tiene entre los beneficiados a los sectores eléctricos y manufactureros. El alcance regional del proyecto tiene grandes expectativas, pero ¿puede extenderse al sur de Latinoamérica?    Por Hugo Arce Barrueta El nuevo ga­soducto que partirá de México y llegará a Honduras traerá diversos beneficios para el país cen­troamericano y sus vecinos, como el impulso a sus industrias, generación de empleos y, sobre todo, el empode­ramiento de su sector eléctrico, que no sólo generará ganancias para los gobiernos, sino también para la población. El gasoducto, que transportará gas natural, permitirá exportar el hidrocarburo a los países del Trián­gulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras). En julio pasado se reunieron representantes de esos países en México para avanzar en la construcción de esta obra, que se prevé inicie en 2016, para comenzar a operar en 2019. Se trata de un proyecto que comenzó a gestarse a finales de la década de los años noventa y es hasta este momento que por fin se está concretando. Aunque recientemente Guate­mala pasó por una crisis política, se espera que el cambio de presidente no afecte los planes del proyecto. “Podría retrasarse porque puede haber autorizaciones y compromisos presidenciales que necesiten ser retomados por el nuevo mandata­rio. Pero el proyecto no tiene por qué ser cancelado”, opina Miriam Grunstein, académica asociada al México Center de la Rice University de Houston. En marzo de este año, el enton­ces presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, firmó el acuerdo del gasoducto con el presidente de México, Enrique Peña Nieto, estando también presente Juan Orlando Hernández, presidente de Honduras. Para la reunión de julio, acudió José Miguel de la Vega Izeppi, Ministro de Energía y Minas de Guatemala. “La derrama de beneficios que traerá el gasoducto para los países centroamericanos es gigante, ya que puede originar industria, electrifica­ción en zonas rurales, bajas tarifas de luz, generación de empleos e incluso combate a la pobreza y a los daños a la salud, porque en países pobres la gente usa la leña como energético. El gas natural se usa para construir plantas de ciclo combinado, con las cuales se pueden extender las redes de electrificación en zonas rurales y la electrificación funciona también para combatir problemas de inseguridad pública”, explica la académica. Esta idea es apoyada por Jo­nathán Pinzón, director de Ope­raciones de GreenMomentum y experto en temas de energía. “El principal sector beneficiado será el eléctrico, sobre todo en Guatemala, ya que 20% de sus importaciones son combustibles; aun cuando es productor de crudo, es un país alta­mente dependiente de los productos refinados del petróleo incluyendo gas lp, coque, combustóleo, diésel y gasolina”, dice el experto. Del total de la capacidad instalada de la matriz energética de Guatema­la, 40% es termoeléctricas, señala Pinzón, seguido por hidroeléctricas con 31%. Y hablando específicamen­te de los combustibles fósiles que se usan para la generación de energía eléctrica, 18% es mediante carbón y 13% por combustóleo. Estos son el tipo de combustibles que pueden sustituirse por el gas natural, un hi­drocarburo mucho menos contami­nante y más barato. En Honduras sucede algo simi­lar, ya que ahí 43% de su energía proviene de termoeléctricas (que son a combustóleo y diésel, princi­palmente). Ese país no es productor de ningún combustible y le sería mucho más barato importar un carburante como el gas natural por un gasoducto que por barco, lo cual podría contribuir en la disminución de tarifas eléctricas. En el caso de El Salvador, es una nación que tampoco produce combustibles, es importador, y aunque su red eléctrica es peque­ña, el gasoducto le traería muchos beneficios. “Tener una oferta de gas natural permitiría a nuestra industria modificar sus calderas, hornos y generadores de energía, los cuales actualmente utilizan búnker, diésel y gas propano. El gas natural es más limpio, más eficiente y más económico, lo que nos permitiría ser más competitivos”, comenta Javier Siman, presidente de la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI). Además, “la disponibilidad de gas natural en Centroamérica permitiría abatir las emisiones a la atmósfera (partículas suspendidas, SO, NOx, HC, CO y CO2), entre ellos los peli­gros de los Gases de Efecto Inver­nadero (GEI) que son los causantes del cambio climático”, expone Hugo Beteta, director de la Sede Subregio­nal en México de la Cepal. Y agrega: “el proyecto permitiría el suministro de gas natural a un precio competitivo. Esto sería la base para la transición, de una matriz eléctrica que hoy depende (entre un 40% y 60% en los países del Trián­gulo Norte) de los derivados del petróleo y carbón, a una matriz no sólo más limpia, sino que posibilite la reducción de los precios de la energía eléctrica tanto a la industria, como al sector servicios y a los hogares”. Jonathán Pinzón considera que la región de Centroamérica encuentra atractivo el gasoducto porque podría tener acceso al gas natural a un precio similar al que se consigue en México. Algunas estimaciones para la importación vía marítima con plantas regasificadoras probable­mente pondrían el precio en merca­dos centroamericanos en 15 dólares/MMBTU. En Centroamérica el costo del combustóleo está alrededor de 25 dólares/MMBTU. “Además, para combustibles fósi­les las plantas con mejor eficiencia térmica son las de ciclo combinado a gas natural (eficiencia del 50%) contra una carboeléctrica que sólo tiene una eficiencia de 34%. El otro punto es que se pueden usar distin­tos combustibles para una misma tecnología de generación, de tal forma que el gas natural puede sus­tituir al combustóleo en una planta de vapor y al diésel en una planta de turbogas, con una reducción impor­tante en emisiones de CO2”, explica el especialista. Miriam Grunstein considera que hoy es un momento propicio para desarrollar ese mercado por el superávit de gas que está viviendo Estados Unidos. A través del sistema Los Ramones (que está en su fase 2 de construcción), México importará 2,500 millones de pies cúbicos de gas natural desde el sur de EU hasta el centro del país, donde existe la inter­conexión con las regiones petroleras del sur mexicano, pero es importante mencionar que no todo el gas vendrá de EU, también se importa de Asia y otras regiones. El nuevo gasoducto partirá de Salina Cruz, Oaxaca, y se extenderá hasta el departamento de Escuintla, Guatemala. Desde 2014, la Secretaría de Ener­gía (Sener) había explicado que el Programa Nacional de Infraestructura 2014-2018 preveía la construcción del gasoducto por parte de Pemex en el lado mexicano desde Salina Cruz hasta Tapachula, en una primera fase. En su Tercer Informe de Gobier­no, el presidente Enrique Peña Nieto anunció 10 acciones para el fortalecimiento del crecimiento económico de México en los próximos tres años. Dos de ellos tienen que ver con el impulso a proyectos industriales en el sur del país: Creación de Zonas Económicas Especiales en zonas de alta marginación que brinden incen­tivos a empresas que se establezcan allí y creen empleos de valor agre­gado. Y el otro punto dice “Apoyos económicos y de asesoría a peque­ños productores y empresarios en zonas de alta marginación”. También el tercer informe habla en su apartado 4.6.1 sobre asegu­rar el abastecimiento del petróleo crudo, gas natural y petrolíferos que demanda el país. Dice que entre septiembre de 2014 y junio de 2015, la producción de gas natural prome­dió 6,482 millones de pies cúbicos diarios, cantidad 0.1% mayor al nivel obtenido en el mismo periodo de los años precedentes. “En estos primeros años de gobierno, se han invertido más de 2,400 mdd en infraestructura de gasoductos y actualmente se desa­rrollan otros seis: Gasoducto More­los, Sásabe-Guaymas, Guaymas-El Oro, El Oro-Mazatlán, El Encino-To­polobampo y Los Ramones Fase II. Proyectos que requerirán una inversión total de 5,131 millones de dólares y aportarán una longitud de 2,473 kilómetros al Sistema Nacional de Gasoductos”, expone el informe. Por otro lado, hay otros países de la región que están apostando por el gas natural, como Panamá, en donde a inicios de 2016 se comenzará la construcción de una planta genera­dora de energía de 381 MW a base de gas natural, que se importará de Estados Unidos. Gas Natural Atlántico, filial de AES Corporation, realizará la obra con una inversión de 900 millo­nes de dólares (mdd) y se espera que entre en operación en 2018. El proyecto generará 2,000 empleos directos e indirectos en el periodo de construcción y cerca de 250 pla­zas durante su operación. AES dijo que una vez que la planta comience a trabajar, los consumidores deben sentir el impacto de una baja en los precios de las tarifas eléctricas. AES también está construyendo una planta de ciclo combinado de 316 MW con gas natural en Repú­blica Dominicana que estará en operación a principios de 2017. reuters_gas El otro ganador Además del sector eléctrico, la manufactura y algunas ramas de producción se verían beneficiadas con el gas natural. “Además de construir nuevas instalaciones para producción de electricidad gracias al gas natural, la reconversión industrial también será posible, en especial en aquellas industrias que utilizan calderas para producción de calor, entre ellas las industrias de alimentos, cerámica, vidrios, textiles, etcétera. El principal beneficio para estos sectores proviene de los mejores precios de la electricidad. Otros beneficios para la industria y para el país de la integración de una cadena ener­gética moderna del gas natural pro­vendrían de una mayor integración del comercio regional de energía para fomentar el crecimiento económico, aumentar la competi­tividad de los países y combatir la pobreza”, dijo Hugo Beteta. El director de la Sede Subregio­nal en México de la Cepal comenta que es difícil saber cuánta energía actualmente consume una empresa como una vidriera, por ejemplo. Sin embargo, lo que sí se sabe es que en el año 2013 la factura petrolera de los seis países centroamericanos fue de alrededor de 13,000 mdd (una cifra semejante se esperaría en 2014 y una cifra menor, en 2015). “El 30% de esa factura va dedicada al sector industrial, ya sea en forma directa o por medio de compra de energía de origen térmico. A grosso modo, bajo las condiciones actuales de precios de los energéticos, el gas natural permitiría la reducción de la factura energética industrial en una cifra del orden de los 1,000 mdd”, dijo Beteta. Yara Argueta, empresaria indus­trial de Guatemala, comenta que tiene mucho interés en la construc­ción del gasoducto, ya que esta obra se extenderá hasta su planta de pro­ducción de pintura, y por esa razón participó como panelista en un foro latinoamericano de infraestructura con el tema de gas natural. “Mi empresa tendría dos gran­des beneficios con el gas natural. El primero en costos y el segundo en impacto ambiental. En el primero, el precio de energía térmica se redu­ciría cerca del 50%, esto haría que el costo de ener­gía del mercado mayorista también baje. En cuanto al impacto ambiental, pri­mero lograríamos menos emisiones de gases de efecto invernadero, lo cual nos ayuda con el financia­miento que tenemos con el Banco Mundial debido a las condiciones del acuerdo; y, adicionalmente, el gas natural hace que el ambiente sea menos corrosi­vo, lo cual reduce costos de mante­nimiento de equipos e infraestruc­tura”, explica la empresaria. Yara Argueta considera que hoy en día las empresas de manufactura de Guatemala no se encuentran preparadas para reconvertir sus procesos a gas natural porque se requiere de inversiones importantes para contar con las instalaciones adecuadas, sin embargo, afirma que el retorno de inversión se podría dar en 12 meses. Aunado a lo anterior, el especia­lista de la Cepal asegura que para los países del Triángulo Norte los desafíos que vienen serán dos. Uno, el desarrollo de una legislación re­gional moderna, que permita e incentive las inversiones regionales en gasoductos, terminales de recepción de GNL y plantas de generación eléctrica regional. Y dos, un esquema que permita la conformación de una empresa multinacional (una alianza público privada, quizás siguiendo el modelo de la EPR del SIEPAC, con inversiones de los cuatro países involucrados) para el desarrollo del primer gasoducto regional de América Latina. Las inversiones de estas obras en los países del Triangulo Norte serían del orden de 500 mdd.   Límites para la red Los especialistas ven difícil que el gasoducto exporte gas natural al sur de Latinoamérica en un futuro. Grunstein opina que por la lejanía los costos de construcción de un gasoducto a otros países serían muy altos y que quizá convenga a esas naciones importar el hidro­carburo de Asia. Jonathán Pinzón lo ve aún más complicado: “Más hacia el sur está Panamá, que colinda con Colombia y Venezuela, naciones productoras importantes de petróleo. Perú es un productor importante de gas natural. Y también tenemos a Costa Rica, que tiene una industria hidroeléctrica muy importante y que en este año generó casi toda su producción a partir de energías renovables”, explica el experto. En julio de este año, el Centro Nacional de Control de Energía (Cense), del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), expuso que durante el primer semestre de 2015, el país consiguió producir 98.5% de la electricidad con fuentes renova­bles, como agua, viento, sol, biomasa y geotermia; es decir, sólo 1.5% de la electricidad consumida fue produ­cida por centrales que funcionan a base de hidrocarburos. Aun así, el directivo de GreenMo­mentum cree que el gas natural es un combustible de transición muy importante con un camino largo todavía por recorrer, antes de hablar de una industria de energías renova­bles sólida.

 

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