La delincuencia física la puedes ver, sin embargo, cuando hablamos de un terreno virtual ésta puede llegar de cualquier sitio; por lo tanto, proteger tus datos y comprender cada aviso en internet sobre tu privacidad es tan importante como cuidar esas 500 copias físicas llenas de información personal.   En tus manos tienes 500 copias de tu credencial de elector, un comprobante de domicilio y tu estado bancario. ¿Las tirarías por la calle? ¿En cualquier lugar? Seguramente no. Pero eso es lo que haces en el mundo virtual, cada vez que dejas huella de tus datos personales para ingresar una aplicación o completar un trámite. La delincuencia física la puedes ver, sin embargo, cuando hablamos de un terreno virtual ésta puede llegar de cualquier sitio; por lo tanto, proteger tus datos y comprender cada aviso en internet sobre tu privacidad es tan importante como cuidar esas 500 copias físicas llenas de información personal. Y así como sucede a nivel personal, también ocurre en las empresas, que han visto incrementar exponencialmente los ataques en su contra y que cada vez urgen de protocolos de seguridad más estrictos, pues —aunque parezca ilógico— la mayor cantidad de ataques en un negocio provienen del interior y algunos otros permitidos por la ignorancia en el manejo del sistema de los mismos empleados. Federico Polakoff, CEO de Silent Circle Latinoamérica, recalcó en el Foro Forbes la relevancia para que las empresas tengan una cultura de seguridad y privacidad de información, pues el riesgo de una empresa nace en el uso cotidiano de la tecnolo­gía por sus propios miembros. José María Zas, presidente y director general de American Express México, lan­zó una alerta a las empresas: “Seis meses después, las empresas que recibieron un ataque cibernético salieron del sistema”; es decir, un ataque virtual a tu organiza­ción puede significar el fin. En el Foro Forbes, los expertos se­ñalaron que la educación digital deberá reforzarse en el corto plazo, no sólo para los integrantes de una compañía, sino para los consumidores, de tal forma que entiendan que una mala acción puede po­ner en riesgo su integridad y hasta la del negocio más millonario del mundo.

 

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