El problema no es si somos o no un país emergente, sino que las empresas deben ser conscientes de que innovar depende en mucho del ecosistema en donde estén insertas. Ingresemos ya a los ecosistemas globales dinámicos para potenciar la innovación en nuestros países.   Las economías emergentes han dejado de ser zonas de baja intensidad tecnológica. Para Javier Santiso (ESADE Business School, PhD Oxford), entre 2010 y 2020 veremos cada vez más multinacionales emergentes presentar sus innovaciones al resto del mundo. Según la ONU, hay aproximadamente 21,500 multinacionales basadas en los mercados emergentes. Algunas de ellas ya son líderes en sus respectivos sectores, como la empresa mexicana de cementos Cemex, la empresa india de contratación externa de servicios de tecnología de la información Infosys o el fabricante chino de baterías BYD. En el sector de las telecomunicaciones ahora hay media docena de multinacionales de mercados emergentes en el top 10 global, como China Mobile, BhartiAirtel de India y NMT de Sudáfrica, por no hablar de los grupos del sudeste asiático, como Signtel o Axiata. El grupo Tata de India vende coches por 3,000 dólares, 75% más barato que sus competidores europeos,  y no precisamente de baja intensidad tecnológica: incorporan no menos de 90 patentes. La africana Safaricom está revolucionando el mercado con su servicio de banca móvil Mpesa. Estas multinacionales emergentes no solo presentan importantes innovaciones, sino que son extremadamente frugales, lo que las convierte en competidores letales. La innovación en América Latina empero, es insuficiente, pobre, y de bajo impacto a nivel mundial (BM, 2013)[1]. Entre las empresas que tienen mayor potencial innovador, tenemos, por un lado, a las subsidiarias de las multinacionales que trabajan en América Latina, que son mucho menos innovadoras que las que se instalan en otros países emergentes. Por otro lado, están las multilatinas, que si bien tienen un potencial innovador mayor a la media de las empresas de la región, son mucho menos innovadoras que las multinacionales que se desarrollan en otros mercados emergentes (Towers Watson, 2013)[2]. Al resto, la gran variedad de empresas medianas y pequeñas de la que se nutren las economías de nuestros países, le es casi imposible desarrollar innovaciones de impacto regional y mucho menos de global (CAF, 2013)[3]. El atraso tecnológico de las empresas de América Latina y El Caribe (ALC) se revela también en la naturaleza de la innovación (BID, 2010). La innovación tecnológica está muy concentrada en innovaciones adaptativas y de incremento gradual. En consecuencia, el grado de novedad de las innovaciones de productos es bajo: suelen ser “nuevas para las empresas” más que “nuevas para el mercado”. Mucho de esta debilidad radica en que, en general, las empresas en ALC basan sus decisiones de innovación principalmente en información proveniente de fuentes del mercado —proveedores, clientes y competidores— más que en la proveniente de instituciones científicas (BID, 2010). Para que las innovaciones empresariales fluyan en los países, el entorno de negocios debe presentar determinados factores críticos. Uno de ellos es la protección de la propiedad intelectual y otro es el acceso al financiamiento de riesgo en tiempo y forma oportuna. También es importante que se incremente la competencia en ciertos mercados de recursos y de servicios, y que se defina una estrategia clara de apertura comercial con el exterior, para lo que la infraestructura es crítica. Además de la lógica disponibilidad de personas capacitadas para desarrollar procesos de investigación e innovación, específicamente tecnológicas. Pero es en el esfuerzo privado donde reside el mayor desafío. Más si se tiene en cuenta que, en los últimos años, las actividades de innovación de las empresas muestran una participación creciente de la adquisición de tecnología incorporada en sus actividades de innovación (la compra de bienes de capital es casi 82% de ellas) a costa de un retroceso equivalente en sus actividades de I+D. En resumen, el problema no es si somos o no un país emergente. Como se destacaba en el informe sobre Ciencia de Unesco (2010), en los mercados emergentes residen 40% de todos los investigadores del mundo. En 2010, 40% de todos los estudiantes universitarios chinos cursaba una carrera científica o de ingeniería, más del doble que en Estados Unidos. Sino que las empresas deben ser conscientes de que mucho de esto de innovar depende del ecosistema en donde estén insertas. Es decir, debemos internalizar que no innovan los países, no innovan los ecosistemas públicos, no innovan las empresas aisladas, innovan los ecosistemas globales dinámicos. En función de ello, ¿cuántas empresas nacionales están insertas en este tipo de ecosistemas? ¿Cómo, y en cuánto tiempo, podemos multiplicar ese número de empresas?     Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @diego_vallarino LinkedIn: diegovallarinonavarro       *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México. [1]http://www.worldbank.org/content/dam/Worldbank/document/LAC/LatinAmericanEntrepreneurs.pdf [2]hhttp://www.towerswatson.com/es-AR/Insights/IC-Types/Survey-Research-Results/2011/01/Multilatinas-capitalizing-regional-strengths [3]http://publicaciones.caf.com/media/33191/red_2013.pdf

 

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