- Tenía una razón para que ser descargado: filtros geniales que, a diferencia de la competencia, eran gratuitos.
- Una formidable experiencia de usuario: intercambio instantáneo en las redes sociales, sin saltar a través de las galerías de imágenes (en especial con iOS).
- Tenía las semillas de algo mucho más grande que una aplicación de edición de fotos: era, desde el principio, una red social en sí misma; como lo describe Chris Dixon, “Venga por la herramienta, quédese por la red”.
Instagram: ¿Somos un producto o emociones?
Compartir a mi grupo social de manera rápida, y el deseo de compartir fotos de lugares. Eso fue lo que fundó Instagram y era un producto a la venta.
Quien fuera nombrado empresario del año en 2016 ahora es probablemente una de las figuras de Silicon Valley más criticadas por la forma en la que permitió a la democracia desvanecerse del ecuador y moverse hacia los polos. Muchos periodistas y gente de tecnología que lo admiraba por lo que había creado se dieron cuenta de que no cuestionaron el uso final de su producto, las implicaciones respecto a la diseminación de la información basada en las subjetividades de “tu círculo cercano y sus círculos cercanos” sin un solo filtro de “posturas contrarias”. Si la tecnología sirve para algo, es para ayudarnos como sociedad y eso también debería de incluir la capacidad de darnos información de manera que nos vuelva personas críticas y no únicamente seguidores.
Facebook destruyó los modelos de negocios de las compañías de medios lo suficientemente estúpidos como para pensar que su futuro consistía en entregar su contenido a Facebook. Compañías que pagan sueldos a periodistas y editores que cuentan con una formación para informar y cuestionar información, ayudándonos a crear cierta capacidad crítica, definir líneas sin casarnos con ideas. Facebook no mejora a la humanidad con esta capacidad humana que muy difícilmente podrá ser replicada por la inteligencia artificial. La humanidad se nutre de cosas que hacemos como humanos y que analizamos como humanos con poética, semiótica y lingüística; pero que principalmente tenemos que vivir como emoción y saborear como arte.
Ben Thompson, analista de tecnología en Stratechery y parte del podcast Exponent, es una persona que se toma su tiempo para analizar situaciones de empresas de tecnología. En este caso de Facebook y el abandono de los fundadores de Instagram llegó rápidamente al punto. Argumenta, de manera precisa, a mi parecer, que los líderes de Instagram son personas de productos, no verdaderos ejecutivos de negocios. Así, mientras eran importantes, dejaron de estar a cargo en el momento en que la compañía de Zuckerberg los compró. Eso es negocio y eso es vida.
Es así que en el entendido que la vida es negocio nos olvidamos de que la vida es sensaciones y emociones; compartimos con nuestras personas queridas los lugares que nos llenan y hacemos historias (que todavía no logran monetizar como quisieran, ni han logrado que IGTV compita con YouTube, o internamente con Facebook video).
Como un producto para humanos, todas las piezas estaban ahí: