Una vez procesados los datos y convertidos en información, hay que convertir ésta en conocimiento. Ahí está la clave del éxito de la inteligencia empresarial.   En las revoluciones digital y tecnológica, las distintas organizaciones se están viendo obligadas a renovarse o morir. Pero no sólo se trata de adoptar la tecnología e intentar hablar un idioma virtual. El reto está en entender cómo funcionan, para qué sirven y, hasta cierto punto, saber cómo sacarles el máximo provecho a nivel empresarial. Se trata de hacerlas más redituables. A raíz de la imparable velocidad de la tecnología, hoy es más común escuchar (y usar) términos como “SMART” o “Comunicación 3.0”, sin embargo, volvemos una vez más al punto en el que no basta con familiarizarnos con los nuevos conceptos o con las principales tendencias. Hay que entenderlas para saber cómo aplicarlas. Y es justo a partir del término SMART o, mejor aún, del concepto inteligente. Es por eso que comparto mi punto de vista desde otro ángulo: inteligencia empresarial. Para conocer (y entender) este concepto resulta imprescindible reparar en que el futuro nos está pisando los talones, es decir, cuando hablamos del futuro ya no podemos imaginar el mundo dentro de 20 o 30 años, pues en realidad nos estaremos refiriendo a un lapso entre cinco o máximo 10 años. Y justo por esa velocidad es que debemos estar listos para dar respuestas a las nuevas necesidades de las marcas: necesitamos una inteligencia empresarial. Pero ¿qué es, cómo funciona o de qué nos sirve esta famosa inteligencia empresarial? Bueno, pues empecemos por aclarar que se trata de una tendencia que funciona incorporando estrategias y herramientas que no sólo solucionen un problema, sino que ofrezcan un valor agregado que las diferencie de entre su competencia. Y en este caso nos referimos específicamente a las grandes áreas de oportunidad que existen en materia de comunicación prácticamente en cualquier sector. Imaginemos a una persona que está enferma y decide visitar al médico. Si lo que desea este paciente (empresa) es evolucionar hacia la tendencia de ser una empresa inteligente, lo primero que hay que hacer es un diagnóstico descriptivo, específico y puntual, de tal manera que el propio paciente sepa porqué le duele esto o porqué no ha evolucionado en aquello. Y el diferenciador viene en dos sentidos. El médico –que en esta analogía podría ser un consultor o un especialista– ahondará en las causas que dieron origen y alimentaron los problemas de una empresa, y, mejor aún, dará un tratamiento puntual que no sólo sanará la enfermedad, sino que dejará clara la ruta que debe seguir para llegar a un objetivo tan claro como la misma salud (inteligencia empresarial). A pesar de que muchas de las grandes organizaciones ya están trabajando este concepto, todavía existen algunas que no tienen tan claro cómo ser marcas inteligentes. Y en buena medida, este problema está basado en la infoxicación, este nuevo síntoma a partir del enorme exceso de datos que nos rodea a cada instante.   La información, el nuevo petróleo En este contexto, la infoxicación –exceso de información– podría ser, por un lado, el principal obstáculo para la inteligencia empresarial, pero, por otro, potencialmente es el diamante en bruto que nos dará la puerta de una nueva era. Si bien los datos así solos sirven prácticamente para nada, cuando se convierten en información útil y valiosa es cuando, efectivamente, hacemos la metáfora del petróleo, y al igual que éste, la información debe ser refinada para ser aún más valiosa (diferenciadora). Una vez procesados los datos y convertidos en información, otro factor diferenciador, de valor agregado, es convertirla en conocimiento. Aquí está la clave del éxito de la inteligencia empresarial, pues el conocimiento es la esencia de esta tendencia. Desarrollada a partir de los datos recopilados, la base del conocimiento permite a las organizaciones tomar decisiones estratégicas y sólidamente asentadas, y una de estas decisiones es saber con qué tipo de contenido, en qué canales de comunicación y con qué tácticas de las diferentes disciplinas de mercadotecnia –redes sociales, marketing digital, relaciones públicas– es más exitoso dirigirnos hacia los stakeholders. Es importante resaltar que la razón de ser de una empresa inteligente también está en el enfoque predictivo, pues tal conocimiento permite adelantar escenarios para evitar errores y proyectar más y mejores expectativas de negocio. Acércate a los expertos en Comunicación, quienes puede ayudarte a gestionar correctamente el conocimiento obtenido, aprovechar al máximo la inteligencia empresarial y crear mensajes poderosos, creíbles, consistentes y coherentes; mensajes que apoyen a que el público se identifique con la marca, pues la clave consiste en que dicho contenido integre la Promesa de la Marca. En materia de comunicación, la inteligencia empresarial supone ser el alma de una organización, pues ya lo decía Dave Thomas, fundador de Wendy, una cadena de hamburguesas: “3 cosas muy sencillas se necesitan para tener éxito en un negocio: conocer tu producto mejor que nadie, conocer a tu cliente y tener un ardiente deseo de triunfar”, así que dale vida a la información de tal manera que como CEO moderno tengas a cargo procesos más funcionales, más inteligentes y, por supuesto, redituables para tu marca.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @HectorMezaC Facebook: Héctor M. Meza LinkedIn: Héctor M. Meza Curiel   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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