El plan consiste en inyectar 1.4 billones de dólares en menos de dos años, duplicando así la base monetaria del país.   Reuters TOKIO.- El Banco de Japón (BOJ) sorprendió a los mercados el jueves con una revisión radical de sus políticas, luego de prometer inyectar cerca de 1.4 billones de dólares (bdd) en la economía en menos de dos años, una apuesta radical que hizo tambalear el yen y llevó los rendimientos de los bonos a mínimos históricos. El nuevo gobernador del banco central, Haruhiko Kuroda, se comprometió a que el Banco de Japón realice una compra de activos de final abierto, y dijo que la base monetaria casi se duplicaría a 270 billones de yenes (2.9 bdd) a fines del 2014, en una terapia de choque que busca poner fin a dos décadas de estancamiento. La Reserva Federal quizás compre más deuda en el marco de su alivio cuantitativo, pero como la economía japonesa es alrededor de un tercio del tamaño de la de Estados Unidos, el alcance del “alivio monetario cuantitativo y cualitativo” de Kuroda es inigualable. “Este es un grado sin precedentes de alivio monetario”, dijo un sonriente Kuroda en una conferencia de prensa después de su primera reunión de política monetaria al mando del banco central japonés. “Hemos tomado todas las medidas posibles que se puedan imaginar. Estoy seguro de que todas las medidas necesarias para lograr una inflación del 2% en dos años se tomaron hoy (jueves)”, agregó. Una de esas medidas fue abandonar la meta de las tasas de interés y convertirse en el único banco central importante en apuntar principalmente a la base monetaria: la cantidad de efectivo que la entidad bombea hacia fuera para la economía. También adoptó una política similar en el periodo 2001-2006, pero no en esta escala. La medida de Kuroda, y el hecho de asegurarla con el apoyo unánime del consejo, hizo caer bruscamente el yen, llevó el rendimiento de los bonos a 10 años a un mínimo histórico y generó que los precios de las acciones de Tokio se sitúen apenas por debajo de un cierre máximo en cuatro años y medio. “El resultado es nada menos que un cambio de régimen”, dijo el economista de HSBC en Japón Izumi Devalier en un informe. “El Banco de Japón ha hecho un compromiso mucho más firme para lograr su meta de inflación de un 2%, y ha demostrado que no hará nada menos que una compra de bonos extranjeros para alcanzar este objetivo”, agregó. El alcance de los cambios impulsados por Kuroda ofrece un alivio inmediato a los mercados japoneses, pero conlleva grandes riesgos. La medida podría dejar al banco central japonés muy expuesto a la deuda pública y potencialmente generar enormes pérdidas si no aviva la inflación y si los inversionistas pierden la fe en sus esfuerzos para que reviva la economía. También podría desencadenar una guerra de divisas debido a que otros exportadores asiáticos podrían buscar mantener su competitividad con un yen más débil. “Es como si hubiéramos vuelto al alivio cuantitativo de la década del 2000”, dijo Hiroaki Muto, economista de Sumitomo Mitsui Asset Management en Tokio. “Atacar la base monetaria dará lugar a un gran aumento de las balanzas de cuenta corriente que los bancos comerciales mantienen en el Banco de Japón, pero todavía no estoy seguro de si este dinero se moverá a través de la economía”, agregó. La base monetaria, o el dinero en efectivo y reservas en el Banco de Japón, ya alcanzó un récord en marzo, pero no ha logrado poner fin a la deflación o aumentar los salarios. Respuesta perfecta La primera reunión de política monetaria de Kuroda desde que asumió el cargo el 20 de marzo fue vista como una gran prueba de su capacidad para conducir el Banco de Japón con medidas poco ortodoxas, que permitan cumplir con la meta de inflación que adoptó en enero. Y a los mercados les gustó lo que vieron. Los futuros de la deuda pública se dispararon y los bonos a 10 años registraron un rendimiento del 0.425%, su nivel más bajo de la historia. El yen, que había subido en el período previo a la reunión, se desplomó. La decisión del BOJ hizo subir el dólar más de un 2% frente a la moneda nipona, a cerca de 95.25 yenes desde los 92.90 yenes previos a la decisión. El índice Nikkei de la bolsa de Tokio borró pérdidas de más de un 2% para terminar con un avance de un 2.2 por ciento, apenas por debajo de un máximo de cuatro años y medio alcanzado el mes pasado.

 

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