Hoy por hoy, uno de los grupos más interesantes, musicalmente hablando, en todo el espectro del rock en nuestro país. Hablamos, sí, de música para oídos adultos.   Sentado en una silla giratoria, José Manuel Aguilera se mecía ligeramente de un lado a otro. De pronto se detuvo, y echó su cuerpo para atrás: —¡Uf! —exclamó, y se llevó las manos a su cabeza, pasando sus dedos sobre su cabello. Después se quedó unos segundos en silencio, mirando hacia un punto indeterminado, pensativo. Por unos altavoces, a un volumen considerable, la voz de David Bowie se expandía; sonaba “Space oddity”, uno de sus himnos ya legendarios. —¿Te molesta? —me preguntó José Manuel Aguilera, regresando al presente. —Sí —contesté, ante su sorpresa; aunque me apresuré a corregir—: obviamente no me molesta Bowie, lo que quiero decir es que si le podemos bajar un poco al volumen, porque se va a meter a la grabación. José Manuel se echó a reír. Le bajó al volumen. Era una tarde de finales de abril; estábamos en su pequeño estudio de música que él tiene aledaño a su casa. Aquí y allá, cables e instrumentos decoraban el lugar. (A un lado de nosotros, Ernick y Adolfo, dos de los actuales integrantes de la banda, le cambiaban unos botones a una guitarra. Parecían concentrados, pero, también, divertidos y emocionados.) José Manuel recuperó la pregunta que acababa de plantearle. Le había dicho que 20 años se dicen fácil, con pocas palabras; sin embargo, es obvio que implican un montón de cambios, alegrías, vicisitudes. “Si le pidiera una radiografía de las dos décadas —le dije—, ¿cómo sería ésta? Si le pidiera una síntesis de lo que han sido estos 20 años, ¿cómo sería ésta?” (De ahí el gesto, la expresión de “¡uf!”, que había exclamado minutos atrás.) —En estos 20 años —comenzó diciendo José Manuel— han pasado muchas cosas, es cierto, pero, sobre todo, hemos hecho muchas cosas. Si tú me pides cómo sería una radiografía del grupo, o qué queda de La Barranca, o qué es, para mí es muy difícil describirla en términos, digamos, estéticos, o tratar de definir lo que es La Barranca. Lo que sí te puedo decir es que, para mí, es un cuerpo de trabajo. Es lo que se ha ido acumulando en el día con día. Es, también, un repertorio específico de canciones que hemos ido publicando, procurando que salga cada dos años un nuevo disco con temas inéditos. Eso es La Barranca hoy… Como no estaba muy convencido de su explicación, José Manuel se detuvo. Hizo una mueca. Luego se apresuró a añadir: —Mira, como tú bien sabes, La Barranca es un grupo que siempre fue sui generis, en el sentido de su formación, en su alineación… Así que no es un grupo con una historia común, como la mayoría. Esto le ha permitido una historia cambiante y, por supuesto, en constante movimiento.
Portada de su primer disco.

Portada de su primer disco.

Cierto: desde su inicio, La Barranca nunca fue un grupo en el sentido tradicional. Integrado en su origen por el propio José Manuel Aguilera (en la guitarra y voz), Federico Fong (en el bajo), y Alfonso André, quien se sumaría tiempo después en la batería, la banda siempre ha funcionado como un laboratorio musical, aunque en cada uno de sus ocho discos ha sabido conservar un sonido particular, único; el cual, con el paso de los años, se ha vuelto ya su seña de identidad. Me explico: a lo largo de estas dos décadas, y tras los primeros tres álbumes, por el grupo han desfilado varios integrantes —modificando, en ciertos momentos, la totalidad de la formación original—; hasta ahora, de hecho, el único constante ha sido el propio José Manuel Aguilera. A él se han sumado, en las diferentes etapas de la banda, Jorge Cox Gaytán, José María Arreola, Alonso Arreola y Alejandro Otaola, así como Enrique Castro. Hoy, la formación ha cambiado nuevamente; en ella están Adolfo Romero, en la guitarra, teclados y segunda voz; Ernick Romero, en el bajo, así como Navi Naas en la batería. Y desde luego José Manuel Aguilera, en la guitarra y voz principal. ¿El resultado de todo esto? Fácil: hoy por hoy, La Barranca es uno de los grupos más interesantes, musicalmente hablando, en todo el espectro de la música rock en nuestro país. Pongámoslo así: con La Barranca, el rock con acné está vedado. Hablamos, sí, de música para oídos adultos. No es para menos: cada uno de los integrantes que ha pasado por el proyecto, ha sabido agregarle un elemento particular —aportándole a la música la variedad y el entusiasmo que se necesitan para trascender. De hecho, en cada uno de sus discos, La Barranca ha procurado no repetirse. Eso siempre ha sido muy notorio. Aunque parten de una base netamente rockera, sus álbumes son tan diferentes entre sí: desde riffs muy marcados, con guitarras una encima de otra, hasta envoltorios más suaves, más melancólicos, más austeros, o descarnados; en otros, en cambio, la fusión es lo que guía, con capas o elementos sonoros que enriquecen la propuesta musical. En un momento dado, nos detuvimos a hablar de ello: —¿Sabes? —dijo José Manuel—, visto en perspectiva, algunas consignas con las que surgió la banda prevalecen aún, han logrado mantenerse a lo largo de estos 20 años, porque nos resultaban importantes a todos los que hemos pasado por aquí. La principal es muy sencilla: La Barranca tiene que hacer la música que le corresponde a La Barranca. Me explico: sabemos que hay una serie de modas y de estilos (y todo ese tipo de cosas que pasan y van cambiando), pero a nosotros nunca nos interesó estar en nada de eso… Aquí le interrumpí: ¿de lo que se trataba, entonces, era ser original a toda costa? José Manuel negó con la cabeza. —Yo no diría a toda costa, sino, más bien, de manera natural —me corrigió—. De lo que se trata es de hacer la música que nos corresponde, y que no harán otros… partiendo, claro, de las cosas que nos forman a nosotros, primero como personas y luego como habitantes de este país en particular. O sea, hacer las canciones que no hará David Bowie ni The Strokes, pero que tampoco las hará Maná o Molotov. Yo creo que hay una música que intuitivamente nosotros pensamos que es la que tenemos que hacer… Es una música que, en este sentido, siempre hemos buscado que tenga una voz propia. Ésa ha sido la búsqueda principal de La Barranca, pero también ha sido la de movernos… Quise agregar un comentario, pero José Manuel me interrumpió para redondear mejor su planteamiento: —Desde el principio sabíamos que no íbamos a hacer nunca un disco igual, y ésa es otra de las consignas que a lo largo del tiempo ha prevalecido. Porque a mí no me gustan los discos que suenan igual y que no puedes distinguir una canción de otra. Así que estos dos parámetros muy generales, si tú quieres, es lo que ha sido la constante. Eso sí: desde luego hemos cambiado no sólo de integrantes, sino los mismos integrantes hemos cambiado. Yo ya no soy el mismo de hace 20 años; sin embargo, a lo que nos seguimos apegando es a estas consignas, por llamarlas de alguna manera. Voy a ponerlo de esta forma: tomamos un camino, pero no para llegar a un lado, sino para llegar a todos… Dicho esto, hizo una pausa, como dudando en continuar su explicación. Yo estaba a punto de agregar algo, pero José Manuel se adelantó, y prosiguió. De inmediato me percaté por qué dudaba en proseguir: nos metimos en terrenos filosóficos. —Aunque esto entra ya en el terreno medio metafísico —empezó a decir—, yo soy de los que piensa que los nombres definen… A ver si me puedo explicar… Yo creo que sería otra persona, sería muy diferente de lo que soy hoy, si me llamara Paco o Miguel… Sería otra persona… Así que pienso que también las bandas son así. O sea, si nuestra banda se llamara Motel, por decir algo, estoy seguro que haríamos otro tipo de música y habría otra personalidad. Si nos llamáramos Neón o Kinky, seguro que haríamos otra música… Entonces, creo que La Barranca acaba siendo un nombre que nos define. E insisto: esto entra en el terreno de la metafísica; sin embargo, sí es una personalidad a la que nosotros queremos darle vida, todo esto independientemente de los cambios y de lo que ocupe uno dentro de ese ente. Yo pienso que la suma de los discos ha hecho una personalidad más compleja, una personalidad con una esencia… Porque, además, no hemos sido una banda de un solo hit o un solo disco…

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Lo voy a escribir: aunque a primera vista parece que siempre hay un montón de bandas de rock interesantes, la diferencia entre los buenos y los verdaderamente buenos es inmensa. La Barranca, en ese sentido, se inscribe, desde luego, en este segundo bloque. Porque, además, a lo largo de sus ocho discos la lírica ha sobresalido también en su música. Y, sí: el encargado de la mayoría de las letras ha sido justamente José Manuel Aguilera. Él ha sabido explorar —con sus letras— ese ente que llamamos ser humano. También, en ciertos momentos, nuestra realidad circundante… Lo mismo ha escrito canciones edificantes sobre los ideales más elevados del ser humano, que una serie de temas más oscuros y desoladores, canciones que hablan de las contradicciones y las dudas personales. Sin dejar de lado, por supuesto, las cuestiones amorosas. Precisamente la charla viró hacia ese rumbo. Quise saber si eran un reflejo de él, o si la cosa iba más allá. No dudó en responder: —Sí es un reflejo, pero del José Manuel Aguilera que trabaja para La Barranca… Supongo que vio en mi rostro el gesto de confusión, porque se apresuró a añadir: —Mira, yo tengo muy claro que, antes que nada, soy un ser humano, luego soy un músico, y después soy el músico de La Barranca. Así que hay ciertas cosas que yo hago no pensando en mí, ni necesariamente en mi expresión personal, sino en lo que significa la banda. Así que trato de hablar por todos, aunque las canciones, a veces, sí sean muy personales…. Lo que quiero decir es que, sí, por supuesto, hay algo mío ahí, obvio, y mucho, pero sería muy diferente si esos discos fueran míos, es decir, del José Manuel Aguilera solista… Quise adentrarme más en el terreno de la composición de canciones. Un tema, por lo demás, fascinante. Le pregunté si era complicada la dualidad de escribir para un proyecto personal y, a la vez, para una banda; si poblaba un personaje para cantar ciertos temas, o partía de la autobiografía. —Las canciones no necesariamente son anecdóticas, pero tampoco son cien por ciento ficción —dijo José Manuel, al cabo de unos segundos—. Es decir, siempre hay una cosa que parte de la realidad, y que después tú trabajas y lo acomodas… Pero, también, uno no podría cantar cosas de las que no tuvieras autoridad para hacerlo. Y la única autoridad que tienes para cantar una cosa es haberla vivido, o haberla experimentado. Entonces sí, las canciones se nutren de mis experiencias personales, y, a la vez, de lo que sucede con la banda, de lo que va sucediendo…
—Siguiendo con el aspecto de la composición, es indudable que uno va creciendo y con ello los temas cambian. Al principio, supongo, uno habla más del amor o el desamor, del sexo, la cólera, el desprecio, la vida mundana. Uno crece, llegan los hijos o la búsqueda de la estabilidad emocional, y esas preocupaciones cambian: el planeta, la situación política, social, lo que uno dejará como herencia… En ese sentido —le dije a José Manuel—, creo que La Barranca ha ido adaptándose a los cambios, sobre todo personales, que vive usted. ¿Lo ve así? —De cierta forma, sí. Porque hay ciertas cosas que se mueven, porque ya no eres el mismo, porque tienes otras preocupaciones, otra visión… Y, sobre todo, lo que se va perdiendo mucho es la inocencia. Hace rato estábamos tocando una canción muy vieja, y dije: ¿en qué estaba yo pensando para escribir esa canción? Estuve a punto de decir: no hay que tocarla. Pero Ernick tiene razón; me dijo: esa canción es así, significa un momento, una emoción… Pero, la verdad, es que sí está muy inocente la rola…
—¿El tema político le interesa como tema? En algunas canciones de La Barranca está presente… —Así es, pero desde lejos. Hay una canción, por ejemplo, que siempre tocamos que se llama “Reptil”, que era una manera mía de describir un poco la situación del país. Es una canción política que no habla de política, por decirlo de alguna manera. En cierto sentido, trata de describir el aparato de poder en México y la relación que uno tiene con ese aparato, que en ese entonces estaba significado o encarnado en el PRI, y ahora sigue siendo el mismo (aunque con un intermedio del PAN)… Así, esta canción que no menciona partidos ni nada, la puedo seguir cantando con la misma convicción, porque desgraciadamente la cosa está igual, si no es que peor, en varios sentidos… Así que las canciones de La Barranca son más generales, o sea, no son crónicas ni están ancladas en detalles temporales… Trato de que no caduquen.
—Bueno, La Barranca no aborda, en efecto, la política de manera literal en sus canciones, pero sí tiene varios temas políticos… —Sí, porque todas las canciones tienen una carga política… Mira, a mí, desde un principio, me gustó como diluir un poco las fronteras entre la canción de amor y la canción política; me gusta hacer canciones que sean las dos, que en una misma rola se tenga la parte política y pueda tener la cuestión amorosa. Porque, además, en el amor también hay política…
—Eso es cierto. En una ocasión, el maestro Óscar Chávez me dijo que a veces las canciones más políticas son precisamente las amorosas… —Por supuesto, porque también las formas de amar van siendo determinadas por la política y por tu tiempo… Ahora, déjame distinguir un poco aquí. Como sabes, no soy político, ni mis canciones lo son; cuando hablo de canciones políticas me refiero más a la realidad. Es decir, más que de política, algunas de mis canciones hablan de la realidad y de lo que se siente estar viviendo aquí, ahora, hoy, con las condiciones de poder y de política que existen en este país. Eso es lo que trato de filtrar en mis temas.
—Déjeme tenderle una trampa: como ser político, como ciudadano, ¿qué piensa de la situación actual que vive el país? Hace dos décadas estaba el PRI, y 20 años después sigue, aunque con el breve lapso del PAN, que para mucha gente resultó ser casi lo mismo… —Pues te corrijo: ¡fue lo mismo! Y no sé si estoy de acuerdo contigo. Por un lado, en efecto, parece que estamos igual, pero, por otro, y viéndolo detenidamente, yo creo que estamos peor. Creo que es más brutal ahora, es más despiadada, y sobre todo es más terrible la situación de violencia que vivimos… Pero no sólo eso: este matrimonio, o amasiato, entre el poder y los medios, es muy descarado ya. Siempre lo fue. Pero ahora me parece que ya está un poco pasado de lanza… La manera en que se cubren uno a otros, ya es muy descarado…
—A veces da la impresión de que esto de la política se ha vuelto un cochinero… —¡Pero es que lo es! Lo que pienso es que también muchas veces nos quedamos en la superficie de las cosas; no hay que perder de vista la actuación ética, moral, de muchos de estos personajes. No importa si es del PRI, del PAN, del PRD o del que sea: que un tipo esté en un puesto público para beneficiarse, siempre será una chingadera… Debemos recordarles, y preguntar, a todos esos tipos cuestiones tan elementales como: ¿dónde están realmente los principios de tu partido? Yo creo que debemos hacerlo ya.

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Para festejar los 20 años de La Barranca, el grupo ha planeado diversas cosas. Está una serie de conciertos por diferentes estados del país, bajo el título de “El fuego de la memoria”. El nombre es un juego de palabras que hace referencia a su discografía: desde su primer disco El Fuego de la noche, aparecido en 1996, hasta su más reciente producción discográfica, Eclipse de memoria, de 2013. También están a punto de salir dos nuevas producciones discográficas: una mira hacia atrás, la otra hacia el presente: la primera es la edición en vinil de El fuego de la noche, el disco primigenio de La Barranca. Una deuda, según me contó el propio José Manuel Aguilera, que tenía consigo mismo, pues este trabajo, en un principio, sólo había aparecido en casete. La segunda propuesta es la grabación en estudio de la música inspirada en la película silente El Fantasma de la ópera (1925), de Rupert Julian, que la banda escribiera a invitación expresa de la Cineteca Nacional. Tras haber trabajado en esta música desde 2008, y luego de diversas presentaciones del espectáculo en vivo, La Barranca cierra el proceso de estas piezas instrumentales con un disco.
Nota bene: El viernes 22 de mayo (de este 2015) la agrupación se presenta en el Teatro de la Ciudad (Donceles 36, Centro Histórico). Una nueva oportunidad de escuchar y ver a este poderoso y sensacional combo. La cita es a partir de las 20:30 horas.

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