Las recientes contingencias ambientales volvieron a poner en la palestra el tema de la calidad de las gasolinas. La fórmula es relativamente sencilla: a menos contenido de plomo y azufre, menores emisiones de gases contaminantes. En México, las gasolinas cumplen con la NOM-086, que estipula un contenido bajo en azufre por cada litro de gasolina. La normatividad vigente data de 2008, que estableció la necesidad de tener gasolinas de ultra bajo azufre (UBA) y que aplica únicamente para la Zona Metropolitana del Valle de México, Guadalajara y Monterrey. El resto del país no cuenta con este tipo de gasolinas, y ésa es una de las tareas pendientes que tenía Pemex, hasta antes de la apertura para la importación de gasolinas por parte de todas aquellas empresas interesadas en hacerlo. Y es que resulta que más del 60% de la gasolina que se consume en el país es importada, y proviene principalmente de Estados Unidos, que participa con el 80% del valor de las importaciones de gasolina en México. Pemex produce menos del 40% de las gasolinas que se consumen en el país y cada año ha ido perdiendo terreno en la producción de gasolinas. En el 2015, el valor de las importaciones de gasolina alcanzó 12,954 millones de dólares y sumó 5 millones de barriles de gasolina provenientes de Estados Unidos y Holanda, pues estos dos países proveen el 95% de la gasolina importada que llega a México. De acuerdo con datos de la Secretaría de Economía, el INEGI y Banxico, las gasolinas importadas provienen también de España, Italia, Finlandia y Gran Bretaña, que se reparten el restante 5% del mercado de gasolinas que llegan a México. Pero lo relevante del tema es que, al parecer, de no ser por la contingencia ambiental que ha vivido en los últimos días la Zona Metropolitana del Valle de México, nadie había advertido que la NOM-086 estaba ya obsoleta. En febrero pasado, durante el congreso Energy Global, el presidente Peña Nieto anunció en su conferencia que a partir del primer día de abril se iniciaría la importación de gasolinas por parte de todas aquellas empresas que estuvieran interesadas en hacerlo, y ya no sería Pemex la única empresa autorizada para la importación. Luego de las expectativas que generó dicho anunció y de que los interesados –hasta el momento se han otorgado 32 permisos– se acercaran a la Secretaría de Energía, nadie se ocupó de cuestionar la calidad de la gasolina que se importaría. La vendita contingencia hizo que se volteara a revisar la normatividad actual de la importación de gasolinas y verificar la calidad de las mismas para disminuir su impacto en la calidad del aire. En días recientes se reunieron tanto representantes del medio ambiente y energía como de distintos gremios empresariales para fijar los nuevos estándares de calidad de las gasolinas que se importarán al país. Lo interesante será saber qué tan distinto harán las cosas los empresarios privados con relación a lo que venía haciendo Pemex. Por lo pronto, el valor de mercado de gasolinas en México es de alrededor de 40,000 millones de dólares, y la primer prueba ante la opinión pública para los jugadores privados importadores de gasolina es mejorar la calidad del combustible, ya que seguramente para cuando se anuncie la siguiente contingencia ambiental, después de julio, ya no será Pemex el único culpable de surtir gasolinas de mala calidad a los automovilistas mexicanos.

 

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